Para hacer realidad el deseado y repetido “Feliz Año Nuevo” cada persona y familia hace sus planes ideales tratando de acercarse, más o menos, a lo verdaderamente alcanzable individualmente. Sin embargo, más allá de lo estrictamente personal los logros, en buena medida, van a tener gran dependencia de cómo se comporte el ambiente nacional y éste va a estar influenciado por lo internacional.
Es bien obvio que la tranquilidad espiritual y seguridad material van a depender tanto de los avatares económicos en un mundo creciente e inevitablemente cada día más interconectado e interdependiente y de cómo se azucen conflictos geopolíticos que no solo estremecen las bases de la economía, sino que hasta ponen en zozobra la sobrevivencia de la humanidad. Mientras que en lo económico prevalece en algunos la incomprensión de que sus acciones van tener irremediablemente consecuencias en sí mismos y se sigue apelando al recurso de sanciones para resolver diferendos que bien podrían solucionarse, si legítimos, únicamente, por medio de negociaciones sin pretensiones hegemónicas. Claro, para ello, una claque política tendría que renunciar a vocaciones de dominación y predominio. La persistencia de esas pretensiones enrarece el ambiente geopolítico provocando enfrentamientos guerreros innecesarios y enturbiando el ambiente geopolítico y geoeconómico.
Es el escenario que nos ofrece, lamentablemente, el recién llegado 2023. Presenciamos una cruel guerra que evidencia la urgencia de que toda la humanidad regrese al multilateralismo y que todos, absolutamente todos, se acojan al derecho internacional y se encaucen las divergencias y conflictos por vía de negociaciones. Debe superarse la mentalidad de “grupos” dominantes con la creencia de poseer verdades absolutas sustentándose en sus únicas “verdades”. Merkel y el francés Hollande han reconocido que Minsk, en 2015, fue pretexto para dar tiempo a que Ucrania se preparase para la guerra, evidenciando intenciones tempranas de provocarla. Ante el creciente reconocimiento de que el ideal de una derrota rusa no es real para salir de quien consideran indeseable, debieran propiciar negociaciones que finalicen el sufrimiento de un pueblo que no merece ser usado como moneda de intercambio.
En 2023 el mundo entrará en recesión generando más miseria y marginación internacional y nacionalmente.
Veremos nuevas provocaciones contra China: anuncian repetirán lo de agosto 2022. En tanto los chinos continúen desmontando pronósticos tremendistas y catastróficos de quienes confunden su ideal con lo real, EEUU seguirá agudizando el enfrentamiento. Aspiremos los políticos prioricen cooperar más que confrontar y nos den, de verdad, un Feliz Año.