¿Coincidencias en tiempo y lugar? ¿Pérdidas sucesivas? ¿Ley de la serie?
A todas estas interrogantes respondemos afirmativamente al revisar los obituarios de abril y mayo de 2025.
Veamos: el 21 de abril fallece el Papa Francisco, y el 13 de mayo muere el expresidente uruguayo José «Pepe» Mujica.
Según Wikipedia, Jorge Mario Bergoglio, Sumo Pontífice, nació en Buenos Aires, Argentina, el 17 de diciembre de 1936. Sacerdote jesuita, se convirtió en abanderado de una doctrina en favor de los pobres y los humildes del mundo.
Por su parte, Pepe Mujica marcó un hito en la política latinoamericana: exguerrillero, llegó a la primera magistratura de Uruguay por voluntad popular y gobernó con sencillez y pulcritud.
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Sus vidas, desde el Vaticano y Montevideo, respectivamente, representan modelos que enorgullecen el alma latinoamericana.
El 11 de mayo de 1946, en un tranvía de la capital argentina, moría repentinamente una de las glorias de las letras dominicanas: el filólogo, escritor, maestro y filósofo Pedro Henríquez Ureña.
A finales del siglo XIX, un gigante de las letras hispanoamericanas, el cubano José Martí, escribía el 10 de enero de 1891 en La Revista Ilustrada de Nueva York un artículo titulado «Nuestra América».
En él afirmaba: «Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. ¡Lo que quede de aldea en América ha de despertar…! Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, ¡la semilla de la América nueva!»
Vale la pena releer esta joya de la prosa martiana.
Estos dos últimos robles caídos fueron previstos por la mente visionaria del Apóstol de Cuba.
Ambos forman parte del abono que fertiliza la memoria histórica iberoamericana.
El discurso pacifista del Papa Francisco, junto con su identificación con los pueblos oprimidos y masacrados, mantendrá vigencia mientras persista la injusticia. La voz y la imagen imborrables del presidente Mujica serán un faro que, como sombra acusadora, señale a los gobernantes que violen la ética en el manejo de los recursos públicos.
Hay que preservar la memoria histórica. Que las generaciones venideras sepan que es posible gobernar sin robar, trascender y alcanzar la eternidad terrenal sirviendo a las mejores causas. Porque, como reza el lema martiano: «Patria es humanidad».
¡Gloria eterna al Papa Francisco y a Pepe Mujica!