“¡Ironía de la vida! ¡Tengo que ahora ser el indecente y las autoridades del tránsito ser los decentes! Uffffff… ¡Hasta cuando!” –exclama Píndaro, mientras Herminio lo mira con sorpresa pues su alter ego está que se lleva de encuentro al más bonito-.
“Me parece que debes tener bien claro lo que significa ‘ser indecente’ y ‘ser decente’ – le refiere Herminio a Píndaro-, antes de seguir explotando por incomodidad contigo mismo y con el mal llamado sistema de tránsito dominicano… La indecencia es un dicho o hecho que está en contra de las normas o costumbres vigentes en una sociedad: por ejemplo, es una indecencia orinar en la calle…”-le expresa Herminio, mientras Píndaro le mira directo a sus ojos y le reclama, con sobradas razones: “Entonces, si orinar en la calle es una indecencia, provocar que una persona se orine en su carro por estar sometido a 45 minutos en un tapón, sin una razón que no sea la arbitrariedad vestida de verde, es por igual una indecencia… ¿O no es así?… Es una falta de honestidad y honradez porque está llevando al caos, indecentemente, al ciudadano decente” –exclama Píndaro con todas su razones.
“¿Y por qué le has dicho al principio a tus lectores que quieres hacer una ‘propuesta indecente’, cuando los indecentes son los que deben dar el ejemplo? –le increpa Herminio a Píndaro-… “Ahhhh… muy sencillo –recibe como respuesta-… En estos siete años recientes en que venimos planteando ideas a los AMET para solucionar sus desastres al frente del tránsito nacional, nunca he sido escuchado ni he visto una simple y sencilla corrección que me pruebe que alguna de nuestras sugerencias ha sido acogida y puesta en práctica –responde Píndaro con toda propiedad-… Hoy, me propongo ser el indecente, a ver si por única vez realmente los ‘intrant-sigentes’ entienden que los abusos para con los que hacen uso de las calles en sus vehículos no deben continuar…” –sentencia.
“Vamos a ver –reflexiona Píndaro-… ¡Empecemos por la arbitrariedad de ellos creerse ser más inteligentes que la programación de un semáforo!… Todo aquél que sale a las calles en ‘horas pico’, casi coge un pico y se lo clava a sí mismo en la espalda, en presencia de varios ametsitos que juegan al ‘woki-toki’ para demostrar que tienen el poder mental de interpretar lo que otro compañerito le sugiere y así se dan a la tarea de ‘retener’ a cientos de vehículos cuyos ocupantes –entrampados y taponados como sardinas en lata tocan sus bocinas, sacan sus manos al aire por sus ventanas en señal de protesta, y hacen de la agresividad su modus vivendi diario…
“¿Y cuál es tu primera propuesta ‘indecente’ que les tienes a los ‘decentes’ ‘intrant-sigentes’?” –cuestiona Herminio a Píndaro quien, ni corto ni perezoso, exclama: “Mi propuesta indecente es muy simple… ¡Dejen operar a los semáforos de acuerdo a como han sido programados y no se pongan a inventar creyéndose más papistas que el mismo Papa!… El día que así lo hagan, y dediquen su tiempo en las esquinas a multar a todos aquellos irrespetuosos conductores que, sin importar sus placas oficiales o privadas, disfrutan pasarle por encima a todos los que sí son respetuosos de la ley”.
“Ya veo, Píndaro –refiere Herminio-… Eso que propones es para la ciudad… ¿Y, qué propuesta ‘indecente’ se te ocurre para las carreteras, donde tantos accidentes hay?”… “Muy sencillo –exclama Píndaro-… Hace unos meses ‘los jefes’ proclamaron con toda su fuerza que estaban metiendo en cintura a los camioneros en las autopistas… Que, a partir de ‘ese’ momento, ocuparían la vía derecha cuando circularan… ¡’Eso duró lo que dura una cucaracha en un gallinero’, como comentó una vez Juan Bosch… Hoy, los vestidos de dos tonos de verde –ya no con sombreros sino con gorras- se dedican a utilizar las pistolitas radares para detener a los vehículos que entienden están sobre la velocidad permitida, mientras los choferes en las guaguas de compañías privadas, o públicas, les pasan por el lado a 125 o 130 kilómetros por hora… muchas veces en camiones de doble tiro y ocupando sólo la vía izquierda –visto y comprobado por mi cuando voy contigo, Herminio… ¿No es así?” –reflexiona Píndaro.
“¿Y cuál es tu propuesta indecente para ellos, en las autopistas?” –cuestiona Herminio-. “Muy sencillo. Empezar a dar uso a los costosos y poderosos motores de que disponen, para circular en las autopistas detrás de esos vehículos pesados, al azar, y proceder a detenerlos y retenerlos, cuando burlan el límite de velocidad o circulan con sus luces inservibles –muy normal en ellos-, no importando placas oficiales o privadas… ¡Tengo la certeza de que mi propuesta ‘indecente’ los convertirá en verdaderos seres decentes ante la sociedad! –exclama Píndaro-…