23 de febrero de 1930

23 de febrero de 1930

MIGUEL RAMON BONA RIVERA
El 23 de febrero de 1930, se produjo el Movimiento Cívico que derrocó al gobierno de Horacio Vásquez y facilitó el ascenso al poder de Rafael Leonidas Trujillo Molina. Se conmemora hoy, el 75 aniversario de este acontecimiento histórico. En 1928 Horacio Vásquez prolongó su período presidencial por dos años más, para concluir su mandato en 1930, bajo el alegato de que cuando fue electo presidente en las elecciones de 1924, celebradas tras la desocupación militar norteamericana, el texto constitucional que legítimamente debía tener vigencia en ese momento, era la misma carta sustantiva existente al momento en que se produjo la ocupación norteamericana en 1916. Y esta era la constitución de 1908, que establecía un período constitucional de seis años.

Horacio Vásquez, líder del Partido Nacional, concertó una alianza con Federico Velásquez, líder del Partido Progresista, con mira a las elecciones de 1924. Presentaron entonces el binomio Horacio Presidente y Federico Velásquez Vicepresidente, a través de la «Alianza Nacional-Progresista», y ganaron las elecciones del 15 de marzo de 1924.

Los senadores y diputados electos tomaron posesión el 10 de mayo, y procedieron de inmediato a redactar una nueva constitución, que restablecía el cargo de vicepresidente de la República -inexistente en la anterior constitución de 1908- y que fijaba el período de gobierno en cuatro años. Esta nueva constitución fue proclamada el 13 de junio de 1924.

Cuando un mes más tarde, el 12 de julio, Horacio Vásquez y Federico Velásquez tomaron posesión como Presidente y Vicepresidente de la República, lo hicieron jurando la nueva constitución recién votada.

Sin embargo, a partir de 1926 se inició un fuerte movimiento entre los partidarios del Presidente Vásquez, que insistían en señalar que Don Horacio debía permanecer en el poder hasta 1930, ya que cuando este fue electo el 15 de marzo de 1924, la constitución vigente era de 1908, y esta establecía un período presidencial de seis años.

Así, el 15 de junio de 1927 se produjo una reforma constitucional para prolongar el período de Vicepresidente hasta 1930, debiendo éste prestar nuevo juramento para el período prolongado, ante la Asamblea Nacional, el 16 de agosto de 1927. Si el Vicepresidente no prestaba dicho juramento se le consideraría dimitente a partir del 16 de agosto de 1928, procediendo entonces la Asamblea Nacional a nombrar un nuevo Vicepresidente que duraría en sus funciones hasta el 16 de agosto de 1930.

El Vicepresidente Velásquez, que hacia tiempo se había distanciado, y cuyos legisladores adeptos le hacían una clara oposición al gobierno, como era de esperarse no se juramentó para la prolongación. Entonces la Asamblea Nacional nombró como Vicepresidente al Dr. José Dolores Alfonseca, que era el verdadero jefe político del partido de Horacio Vásquez. Esto reforzó la idea en los seguidores de Alfonseca de que él sería el sustituto de Horacio a partir de 1930.

Horacio Vásquez no tardó en promover a su sobrino político Martín de Moya para que compitiera con Alfonseca, con el propósito de socavar la fuerza de éste a lo interno del partido. De esta manera Don Horacio se colocaba como árbitro entre ambos, y como centro de cohesión de los dos grupos.

Las personalidades de Trujillo y Alfonseca, se rechazaban entre sí. Eran como dos gallos en un mismo gallinero. Trujillo, jefe del ejército, desde un principio tomó parte a favor de Martín de Moya, que además era sobrino carnal de la primera dama Doña Trina, y se consideraba como un hijo de Don Horacio, ya que el matrimonio no había tenido prole.

Debilitado Alfonseca, surgió un movimiento por la reelección de Don Horacio. El 20 de junio de 1929 se produjo una nueva reforma constitucional, que suprimía en el articulo 44 de la carta magna, la parte relativa a la prohibición de la reelección.

Para promover el proyecto de la prolongación del mandato presidencial, y para promover la reelección, el gobierno de Horacio Vásquez realizó dos emisiones de bonos soberanos de cinco millones de dólares cada una, en 1926 y 1928, a una tasa de interés del 5.1/2 anual. Con anterioridad a estas dos emisiones, se había hecho otra por un monto de 3.3 millones de dólares. El gobierno, ciertamente, utilizó gran parte de estos fondos para financiar un programa de inversiones públicas.

Los proyectos de la prolongación y de la reelección produjeron la compactación de grandes núcleos de oposición contra el gobierno. Hubo durante esos años una situación económico bonancible, pero en medio de tanto laborantismo se produjo también una significativa corrupción administrativa.

Como corolario de toda esta agitación, a partir de 1929 la situación económica comenzó a deteriorarse.

El 1ro de septiembre de 1929, el presidente Horacio Vásquez declaraba a la prensa en Santiago «que solo él está capacitado actualmente para gobernar el país». Y el 22 de octubre declaraba en un manifiesto al país que aceptaba ser postulado nuevamente para la Presidencia de la República. La oposición por su parte, amenazaba con retirarse del proceso, ante el control mayoritario que ejercía el gobierno en las juntas electorales.

Y mientras esto sucedía, en ese mes de octubre se producía el gran pánico de la bolsa de Nueva York, presagio del crack económico que sobrevendría al sistema capitalista mundial.

El retorno a los viejos tiempos de la inestabilidad política, del endeudamiento externo desenfrenado y del desorden institucional, causaba una creciente preocupación en amplios sectores de la vida nacional, muchos de los cuales se fueron aglutinando en torno a la figura de Trujillo, como el hombre nuevo y disciplinado, capaz de poner corto a este estado de cosas.

La enfermedad renal del Presidente Vázquez se agravó, y el 31 de octubre tuvo que ser trasladado de urgencia en un avión especial al hospital Johns Hopkins de Baltimore en donde fue sometido a estudios y tratamiento, y el 9 de diciembre se le extirpaba el riñón izquierdo. Se hallaba entre la vida y la muerte.

En ausencia de Don Horacio, lo sustituyó en funciones el Vicepresidente Alfonseca, y ante la posibilidad cierta de que el Presidente muriera, se originó una lucha frontal entre Trujillo y Alfonseca. Ambos sabían que uno tendría que eliminar al otro para hacerse con el poder. Virgilio Martínez Reyna, lugarteniente de Alfonseca, insistió vehementemente en la destitución de Trujillo y hasta en su eliminación física. Y Trujillo por su parte estaba decidido a no permitir que Alfonseca se quedará con el poder en caso de la muerte de Don Horacio, aunque la legación americana había advertido que no apoyaría un golpe de estado militar.

El 6 de enero de 1930, regresó al país el Presidente Vázquez. A sus casi setenta años de edad, su deterioro físico era evidente y el enemigo jurado de Trujillo, José Dolores Alfonseca, era el candidato vice presidencial a la reelección.

Así que Trujillo se decidió finalmente a derrocar el gobierno.

Los crecientes grupos de intelectuales, obreros y campesinos que respaldaban a Trujillo, iniciaron en Santiago, el 23 de febrero de 1930, un movimiento revolucionario para derrocar el gobierno. Avanzaron sobre la ciudad de Santo Domingo, fuertemente armados, y obligaron la renuncia de Don Horacio y de José Dolores Alfonseca, y su salida hacia el exilio.

Las puertas del poder, acaban de abrirse para Rafael Leonidas Trujillo.

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