La revuelta de abril de 1965 tuvo la virtud de marcar el principio del fin de una era de oprobio caracterizada por la hegemonía del poder militar sobre la institucionalidad civil.

Y aunque lo logró a costa de mucha sangre, esa guerra que muchos consideran limitada a unas cuantas cuadras capitalinas, realmente puso en el debido contexto nacional el sentimiento democrático de los dominicanos.

Una acción militar como la del 25 de septiembre de 1963, que aplastó con la bota militar el ensayo democrático iniciado por los dominicanos tras el derrocamiento de la tiranía de Rafael Trujillo, no podía jamás quedar impune y era necesario que otra acción de corte militar se encargara de aplicar el castigo.

¿Cómo dejar que volviera a primar la opresión cuando el pueblo ya había decidido no volver atrás, sino incursionar en la democracia y sus principios?

Hoy por hoy, 42 años después del inicio de esa revuelta, está clara la conciencia en cuanto a que ese doloroso derramamiento de sangre tendría su justa compensación, no solo porque se retomó el camino de la democracia, sino porque fue un golpe definitivo y contundente contra el golpismo y la intolerancia política.

No valió que una grosera intervención estadounidense pretendiera validar la interrupción del proceso democrático iniciado en 1963 con las primeras elecciones libres, pues los hechos del 1965 dejaron claramente trazado el camino institucional a que aspiraban y tenían derecho los dominicanos.

Nuestra democracia, con todos sus achaques y defectos, y nuestra institucionalidad, aún débil, le deben mucho a los acontecimientos históricos que estallaron un día como hoy, hace 42 años.

Historia es y escrito está.

Feria del Libro

La Feria Internacional del Libro se ha convertido en una verdadera  institución cultural del país, un espacio para que la literatura se empape de pueblo.

Los organizadores de este evento han logrado afinar su calidad y hacer que atraiga a un público de todas las edades.

La versión inaugurada anoche, con la que se conmemora el décimo aniversario en su modalidad internacional, promete ser la más grande de cuantas se hayan celebrado.

Noventa escritores de diecinueve países expondrán sus obras en este espacio reservado a la cultura.

Se trata de una verdadera institución que cada año tiene nuevos atractivos y desafía sus logros anteriores.

Es posible pronosticar, sin temor a equivocarse, que esta versión de la Feria Internacional del Libro, como ha ocurrido con las anteriores, tiene su éxito asegurado.