250 años de Beethoven, su pasión, sus vuelos de sonatas y pianos pintados de soledad y compasión, pueden mas que misiles oscuros…

250 años de Beethoven, su pasión, sus vuelos de sonatas y pianos pintados de soledad y compasión, pueden mas que misiles oscuros…

Freude, schöner Götterfunken
Tochter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken,
Himmlische, dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder,
Was die Mode streng geteilt;
Alle Menschen werden Brüder,
Wo dein sanfter Flügel weilt.
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Alegría, hermoso destello de los dioses,
hija del Elíseo!
Ebrios de entusiasmo entramos,
diosa celestial, en tu santuario.
Tu hechizo une de nuevo
lo que la acerba costumbre había separado;
todos los hombres vuelven a ser hermanos
allí donde tu suave ala se posa. (*)…
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1/Esos que pensaron en la paz universal: Los sturm und drang… Nada es más propicio, justo ahora, recordar que fue Ludwig van Beethoven (1770-1827) quien en su sinfonía número 9, la famosa novena en su cuarto movimiento, quien hace posible la difusión de Oda a la alegría – Ode an Die Freude – título original del utòpico texto del poeta, alemán tambièn, Friedrich von Schiller (1759-1805).
En su última sinfonía, Beethoven, al elegir este poema, retrata parte de su interioridad, el carácter profundo del pensador y músico. Entender todo esto supone al menos, conseguir dibujar el contexto y el valor original de la Oda escrita por Schiller. Hacia 1786, cuando el bardo escribe su oda, curiosamente 3 años luego, en Francia estalla la revolución francesa, 1789.

Mientras la profundidad del tema se impone, aparece otro nombre clave de la cultura alemana del siglo 18: Johann. W. Goethe. Goethe, Schiller, Von Herder, Hamman forman parte un movimiento cultural, romántico opuesto a las ideas racionalistas de la ilustración alemana de entonces y se bautizan como los Sturm und Drang (Tormenta e ìmpetu) -**- Detrás de la universalidad fraternal de la Oda de Schiller, visto el texto y los valores anhelados con significativo optimismo, no existe lejanía con los postulados nuevos de la revolución francesa de la época Igualdad. Fraternidad. Libertad. En otras palabras, Schiller en su texto ya presiente con anticipación esa búsqueda fraternal y universal que esparce con furor luego la revolución francesa.

Los de Tormenta e Ímpetu, en su tiempo marcaron pautas de libertad, abogando por la esencia de lo humano y abriéndose a nuevas corrrientes de interpretaciones religiosas, rechazando la visión racionalista con que se interpretaba la Biblia, por ejemplo. En efecto, fue un movimiento, en su tiempo, que arropó a las mejores mentes preclaras y se pudiese considerar hoy, que fue un movimiento de vanguardia intelectual en Alemania, que curiosamente se descubre que hasta Carl Philipp Emanuel Bach, el segundo de los siete hijos de J. Sebastian Bach, era uno de los representantes musicales de aquel movimiento.

Dada la perspectiva anterior, se puede entender entonces el valor emocional y fraternal que había visto Beethoven en el texto de Schiller al que para organizar su voz plural en el cuarto movimiento, interviene con la licencia del autor, para en cierta manera buscar en las voces un símbolo, crear una gramática sonora sin sospechar que traía al mundo lo que hoy se conoce como sinfonía coral, de hecho en los medios musicales decir la coral equivale a la novena del humanista genio de Bonn. Bajo los enigmas de sus angustias, con la novena sinfonía L.V. Beethoven, desde aquellos dias lejanos, hasta hoy con aquel llamado universal, utilizado por su efectividad en muchos momentos de la historia contemporánea, viene a cuento al recordar los 250 años de Beethoven, comenzar por su Oda a la alegría, un reclamo de fraternidad eterno, que hoy más que nunca, al comenzar el año 2020, pone en evidencia la sordera impenitente de esta humanidad devastada, sentada en el mismo centro del miedo, entre gritos de guerra y misiles…
2/En la busqueda del otro Beethoven. Sin caricaturas. Sin falsos imaginarios. El valor de su lucidez ante la tragedia. En el llamado testamento Heiligenstandt, en 1802 escribe a su hermano donde le expresa su inconformidad y el miedo terrible de estar entre la gente sin entender nada, evitando que se descubra su mal del oido. “Debo vivir casi solo, como alguien que ha sido desterrado. Puedo mezclarme con la sociedad, solo lo que la verdadera necesidad exige. Si me acerco a la gente, me invade un miedo terrible y debo estar expuesto al peligro de que se note mi condición”… Se ha dicho que dicho documento, aún en discusión sobre la autoría , hace alusión a sus motivaciones para un intento de suicidio, en un momento de grave crisis amorosa, aspecto de su vida repleto de malos entendidos y pasiones gigantes perdidas en la neblina, del rechazo o la duda social sobre su origen.

En favor del extraordinario artista, vale decir que esa condición de sordo formal, pero no del alma, le creó muchos malos entendidos y sobre él se fue tejiendo una falsa leyenda en la que se ha llegado a decir, sin pruebas que lo confirmen, que ya en ese tiempo era un «pre-bipolar», cuando no, también se hacen anécdotas crueles sobre su carácter y sus estados de ánimo.

¿No sería justo hoy a 250 años de su desaparición física preguntarse cómo eran esas sociedades donde en el caso Beethoven había que agregar el tema social, especialmente en la Viena aristocrática donde hizo lo fundamental de su carrera?…

Beethoven tiene episodios de su vida que lo retratan con bastante claridad como un hombre que asumía a plena conciencia el valor de lo que él era y representaba en aquel momento en función de su talento y compromiso con la humanidad, diferencia que hacía, creando a conciencia un abismo en sus relaciones sociales, de tal modo que su círculo íntimo era muy reducido, pero ostensiblemente fiel a carta cabal, hasta su muerte.

El desdibujo fácil de su personalidad, la siniestra caricatura que en la historia se quiere vender con exotismo falseado, cascarrabias ciego de ira, tiene también como una moneda de dos caras, un reverso que no siempre se toma en consideración: los padecimientos de un hombre con serios problemas de salud y arropado in extremis, de una soledad en cuya música cuando se puede leer con interés, brota sin quejas y con una proposición alta de su visión estética de la música como hombre de su tiempo. De modo que si se observa bien, será su mejor música como autoretrato de sí mismo, contra miles de invenciones e imputaciones personales, que no lograrán jamás opacar su legado musical vigente aún con firmeza y alto decoro, porque L. V. Beethoven tenía como J.S. Bach esa capacidad neta del mejor artista, el que autoreconoce su valía, sentimiento que se agudiza mucho más en aquellas sociedades cortesanas donde los músicos que se dejaban, eran tratados como objetos de corte, súbditos del entretenimiento doméstico.
Su fuerza espiritual está consagrada en su música, ese territorio que a través de los instrumentos que le inventaba Johann Mazel, trataba de combatir el mal de su tragedia, no poder escuchar timbres o densidades sonoras, por él inventadas con acierto magistral…

3/Gustavo Dudamel o la interpretación del Beethoven de Fidelius. La única opera del Maestro. El pasado 29 de diciembre, en el suplemento cultural del periodico ‘El Mundo’, de España, Esfera de Papel, así llamado, el director de orquesta venezolano Dudamel explica por qué en abril dirigirá la opera Fidelius de Beethoven en el Teatro Real, España. Sus consideraciones son valiosas y ayudan a reconstruir la visión de Beethoven sobre el mundo que le rodeaba, este Beethoven es el Beethoven no estigmatizado, analizado en función de una obra, esa opera, que retrata su visión sabia y crítica de la sociedad.

Dice Dudamel: “Fidelio es la dramatizacion más vívida y lograda desde el principio. El poder trascendente y transformador de la expresión humana es fundamental, para mi comprensión el arte. Beethoven estaba poseído por un profundo amor a la vida y a las más altas aspiraciones de la humanidad, y su música expresa esas convicciones idealistas y los íntimos desafíos emocionales de su condición”. Y continúa: “En la inmensa obra de Beethoven no hay trabajo más expresivo, que Fidelio, su única ópera. El libreto no es una obra maestra literaria, pero proporciona una plantilla para que Beethoven muestre todo lo que está dentro de él y desafíe los sentidos humanos. Ubicados en una prisión, a medida que comienza el drama, los personajes están atrapados en sus propias limitaciones: no se escuchan ni se ven realmente. No es solo lenguaje musical, sino también en la temática y en lo simbólico, el compositor dramatiza aspectos de su intimidad, de su biografía, conectando esas luchas propias con temas universales”…

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No es lo mismo iniciar un año a misiles limpios, que recordar a Beethoven, especialmente su Oda a la Alegría. Si los símbolos indican algo, a pesar del signo de los tiempos, es que la universalidad de la novena, su cuarto movimiento, es el mejor llamado para vencer el lóbrego regalo de terror, como si fuera la mejor música de esta década sentada en sus primeros días, en la pólvora y el espanto.. (CFE)…

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