26 de Julio, 1953

26 de Julio, 1953

R. A. FONT BERNARD
La República de Cuba, iniciada el 20 de Mayo del 1902, llegó a su final el día de Año Nuevo del 1959. Era la Cuba facilona y politiquera, en la que las facturas del servicio telefónico tenían el membrete de la «Cuban Telephone Company», y el de la energía eléctrica «Habana Electric Light». La Cuba que había incorporado al habla cotidiana los anglicismos «okey», «long-playing», «groceri», «single», «barber shop» y «stadium».

El día precedentemente indicado marcó el cierre de la parábola colonialista, que durante cincuenta años había tenido en la ciudad de La Habana su centro del poder político y del económico, bajo la tutela de los Estados Unidos de América. Desde los días iniciales de la República, Washington nombrada y destituía a los Presidentes de la República, y los embajadores norteamericanos solían desestimar las reglas de la diplomacia, tomándose la licencia de visitar el Capitolio sin las previas solicitudes de audiencia de rigor.

Todas las grandes empresas establecidas en la isla –las mineras, las del transporte público, y sobre todo, los mayores centrales azucareros–, eran propiedades de ciudadanos norteamericanos. En esa Habana jacarandosa, y «miaminizada», funcionaban hoteles deslumbrantes como el «Habana Riviera», de 30 pisos, y el «Capri», de 22 pisos, con una piscina en el techo, todos con Casinos de lujo, frecuentados por el gansterismo norteamericano y la mafia europea. El Tropicana» estaba considerado como el mayor club nocturno del mundo, como se consideraba a la vez el teatro «Blanquita», el más moderno en su género, a nivel mundial.

Aunque parecía increíble, en el cementerio «Colón» de La Habana, habían panteones construidos con mármol, dotados de ascensores, aire acondicionado y teléfonos. Pero el 90 por ciento de las viviendas rurales carecían de agua potable, mientras los jefes de la Policía obtenían 200 mil y más dólares mensuales, por su protección a los casinos y a los burdeles de los barrios Chino y Colón. «San Soucí», «Montmadtre», «Copa Room» y otros semejantes eran los habituales lugares de destino de los miles de ciudadanos norteamericanos que visitaban la isla, para divertirse y disfrutar con la contemplación de sus bellezas naturales. Los negocios del juego y de las drogas estaban controlados por personajes del gansterismo y la mafia internacionales, entre los cuales los hubo que respondían a los nombres de George Raft y «Luky» Luciano.

En esa Habana del mes de Enero del 1959, fue un momento único en la Historia latinoamericana, el amanecer de una nueva Era, aunque nadie sabía cómo y por qué. Un grupo de jóvenes, cuyo jefe apenas había cumplido los 32 años de edad, entró a la ciudad, luego de que en la madrugada del día anterior el Presidente Fulgencio Batista abandonase la isla, en un avión, rumbo a nuestro país. La gente había hablado tanto de «la revolución», durante los años anteriores, y en particular desde el derrocamiento del Presidente Machado el año 1933, que por último, los jóvenes que descendieron de la Sierra Maestra provocaron una conmoción internacional, llevando a cabo lo que sus predecesores, los políticos tradicionales, decían que había hecho. Esos jóvenes tuvieron a su favor la solidaridad del pueblo llano, asqueado de la degradación moral de la clase social, que desde los primeros años de la República se había apoderado del poder.

En la lucha guerrillera contra el Presidente Batista, el movimiento «26 de Julio» había coexistido ocasionalmente, con otros grupos políticos y estudiantiles, pero se había manifestado no dispuesto a aceptar la colaboración de los comunistas. «Somos demócratas, nuestro movimiento es democrático», declaró el comandante Ernesto -Che- Guevara, al llegar a La Habana.

«Nos organizaremos como una fuerza política, y dentro de un año y medio se celebrarán las elecciones, en las que competiremos con los demás partidos políticos». Y el día 9 de ese mes, el jefe del movimiento, comandante Fidel Castro, subrayó que «si no le damos libertad a todos los partidos para organizarse, no seremos un pueblo democrático. Hemos luchado para darle la libertad a nuestro pueblo».

El mes de enero del 1959, fue calificado por el novelista Ernest Hemingway, -entonces en La Habana-, como «un momento de decencia en la Historia de Cuba». Cubría toda la isla una atmósfera de esperanza, confianza y optimismo. Y varias de las principales empresas industriales y comerciales ofertaron su disposición de pagar sus impuestos anuales por adelantado, tras la constitución de un «gobierno revolucionario», en el que no participaba ninguno de los jóvenes líderes del 26 de Julio. Pero naturalmente, Fidel Castro asumió el cargo de «comandante en jefe del Ejército Rebelde».

El día 22 de Enero, ante una pregunta formulada por un periodista, en el sentido de qué haría si los problemas mundiales convirtiesen los ideales revolucionarios en un escenario de lucha, el comandante Castro replicó, en el sentido de que habían diferentes intereses monopolítico, que tratarían de obtener, de los gobiernos que pudiesen sobornar, toda clase de privilegios, subrayando que «algunos de ellos cuentan a menudo, con el apoyo de los Estados Unidos».

Ya anteriormente, en la entrevista concedida en la Sierra Maestra al periodista norteamericano Herbert Matthews, del periódico «The New York Times, el comandante Castro había declarado que no tenía ninguna animosidad contra los Estados Unidos, y el pueblo norteamericano. «Estamos luchando por una Cuba democrática y por el final de las dictaduras», dijo. El periodista consignó en su reportaje que veía en Castro «a un socialdemócrata». Pero en realidad, como lo consigna el historiador Hugh Thomas, «era difícil calcular los designios políticos del jefe del movimiento revolucionario del 26 de Julio».

Es evidente que el giro del comandante Castro hacia la órbita comunista fue la consecuencia de las torpezas del gobierno republicano presidido por el General Eisenhower, y en particular por la CIA, que se vanagloriaba de sus operaciones en Guatemala para derrocar al Presidente Arbenz. En la campaña electoral del año 1960 el candidato demócrata J. F. Kennedy acusó específicamente al General Eisenhower de haber creado en Cuba la primera base del comunismo en el mar Caribe. Para la Revolución, no quedaba otra alternativa, luego de que los Estados Unidos y sus aliados europeos se negasen a concederle créditos. El 19 de Abril de ese año comenzó a llegar el petróleo ruso a la isla; lo demás en historia conocida, inclusive el embargo económico norteamericano, que aún subsiste como un anacronismo, si se tienen presentes las relaciones diplomáticas y estratégicas anudadas con China y Rusia.

Comunista, socialista, socialdemócrata, o como se le quiera calificar políticamente, al Presidente Castro hay que incluirle en el lote de los seres humanos excepcionales, y como uno de los más sobresalientes protagonistas de la Historia Universal. Su nombre, de una manera o de otra, está presente en todos los medios de comunicación del mundo. Es sin dudas, un agente del Destino. Y su hazaña ha de ser inscrita en la historia de la humanidad, con la abreviatura de AC o DC: Antes o después de Castro.

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