27 de Febrero: ¡Dios, Patria y Libertad!

<b>27 de Febrero: ¡Dios, Patria y Libertad!</b>

La República Dominicana nació aquel heroico 27 de Febrero de 1844, al calor del patriotismo, la nobleza y el valor de hombres y mujeres que dieron todo por la libertad, entregando vida y bienes por la Independencia Nacional.

El ideal preclaro de Juan Pablo Duarte y Los Trinitarios de “implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera” trilló el camino del proceso independentista. 

Las sucesivas victorias en pos de la dominicanidad fueron resultado de las alianzas estratégicas con diversos sectores, como sucedió con los acuerdos para derrocar a Boyer y con la unificación de hateros y liberales.

Después de 22 años bajo el yugo haitiano, sufriendo –entre otras cosas- la prohibición de las costumbres criollas, las restricciones en el uso del idioma español, el cierre de la universidad y la obligación de pagar impuestos bajo un esquema explotador, los pobladores de la parte oriental de La Hispaniola no estaban dispuestos a seguir sin libertad.

Ese día señero, 27 de Febrero de 1844, Los Trinitarios ocuparon la Fortaleza Ozama e inundaron la noche con el trabucazo de Matías Ramón Mella en la Puerta de la Misericordia, diciendo a viva voz las palabras sacrosantas: “¡Dios, Patria y Libertad!”.

Una vez proclamada la independencia, la tarea era defenderla y la naciente República Dominicana encontró el tesón y la entrega de hijos e hijas que lucharon por ese objetivo.

Fueron cientos los que perecieron por la conservación del territorio, cientos los héroes anónimos que cayeron en los campos de batalla de la Fuente del Rodeo (13 de marzo de 1844), Cabeza de Las Marías y Las Hicoteas (18 de marzo de 1844), de Azua (19 de marzo de 1844), de Santiago (30 de marzo de 1844) y de El Memizo (13 de abril de 1844).

También, en las batallas de Tortuguero (15 de abril de 1844) y de Cachimán (17 de junio de 1845). Tortuguero fue el primer enfrentamiento naval entre ambos países.

Las contiendas con el ejército haitiano sobrevinieron hasta 1856 sin que los dominicanos cedieran ni un ápice del territorio, defendieron a sangre y fuego la Independencia Nacional.

Ya después las amenazas eran otras. Pero todavía hoy, 168 años después del trabucazo liberador, carecemos de la soberanía que por derecho nos corresponde después de tanta sangre derramada.

Mientras tanto se escucha el canto de la patria que nos convoca a amarla:

“Que es santuario de amor cada pecho 
Do la patria se siente vivir; 
Y es su escudo invencible, el derecho; 
Y es su lema: ser libre o morir”.