27,000 locos por el Guinness

27,000 locos por el Guinness

EFE. Reportajes. Los seres humanos necesitan sentirse importantes y valorados. Para conseguirlo, hay quien trata de ocupar puestos destacados en la sociedad, otros se esfuerzan por ser útiles en su comunidad y en sus familias y también los hay que se obsesionan por conseguir un récord Guinness.

Un año más, el libro nacido en 1955 vuelve a editarse con una recopilación de las proezas más llamativas logradas por el hombre. Un total de 27,154 récords mundiales que constatan, entre otras cosas, el afán de protagonismo y la gran cantidad de tiempo libre que poseen algunas personas.

Sólo así se explica que, entre los nuevos récords, figuren las larguísimas uñas de la cantante estadounidense “The Dutchess”, cuya longitud alcanza los 309,8 centímetros en su mano izquierda y los 292,1 en la derecha; el inmenso peinado afro de la también estadounidense Aevin Douglas, que llegó a los 1,32 metros de circunferencia cuando lo midieron en octubre de 2010; o la hazaña del croata Krumoslav Budiselic, por vestir al mismo tiempo 245 camisetas.

27,154.  Ese es el número de personas que poseen un récord Guinness. Un 0,00038 por ciento de la población mundial. El libro de 2012 sale ahora a la luz con las cosas más insólitas que es capaz de hacer el ser humano para pasar a la historia.

Mi reino por un Guinness.  Pero no se confundan. Para lograr un Guinness no es indispensable poseer facultades físicas o mentales prodigiosas. A veces basta con echarle imaginación y conocer a una gran cantidad de personas dispuestas a volcarse en un mismo propósito.

De ahí nacen algunas de las incorporaciones más rebuscadas, como los récords a la mayor cantidad de perros disfrazados (426 animales, Estados Unidos) o la mayor cantidad de pasajeros desnudos en una montaña rusa (102, Reino Unido).

Muy rebuscado también resulta el récord batido en noviembre de 2010 por el alemán Joe Alexander, quien rompió a codazos la mayor cantidad de bloques de cemento sosteniendo un huevo crudo (24 bloques), aunque, para este caso, sí que se requiere una formación física sobrehumana.

La misma que la del estadounidense Kevin Taylor, Guinness a más ventanillas de coche rotas a puñetazos en minuto y medio (20 en total).

Gestas involuntarias. Pero los récords pueden llegar sin que uno se lo proponga. Le ocurrió al nepalí Khagendra Thapa Magar, que con 67 centímetros se convirtió el pasado octubre en el hombre más pequeño del mundo y así se recoge en la última edición del Guinness, aunque el título le duró poco pues, sólo unos meses después, se vio “destronado” por Junrey Balawing, de 59.93 centímetros, cuyo récord recogerá la próxima edición del libro.

También sin proponérselo, los 33 mineros de la mina San José (Chile) batieron el récord de mayor tiempo atrapados bajo tierra, 69 días.

Bélgica logró a comienzos de 2011 otro de estos récords involuntarios, el de más tiempo sin gobierno en tiempos de paz, gracias a una crisis institucional de más de un año.

Y no hace falta estar vivo para obtener un Guinness. Michael Jackson figura como el artista fallecido que más dinero recauda, por los 1,017 millones de dólares que ganaron sus herederos doce meses después de su muerte en junio de 2009.

El tamaño sí importa. Centrados en el tamaño, se incorporan al libro de los récords el chorizo más largo (casi 2 kilómetros, Colombia) o la pizza más grande comercializada (de forma cuadrada y con 1.37 metros de ancho, Estados Unidos), que, por 200 dólares, puede alimentar a 100 personas y la sirve a domicilio una pizzería de Los Ángeles.

Dejando a un lado la comida, también está el jersey más grande (10.6 metros de anchura, 13.6 de longitud y 6.6 de manga), que con seguridad le vendrá ancho a todo el que se lo pruebe; o la tabla periódica más pequeña, grabada con láser por científicos ingleses en una hebra de pelo y que sería una chuleta indetectable en un examen.

Récords de toda índole. Los hay que se niegan a retirarse, como Walter Watson, el médico más anciano en activo, que, con 100 años, seguía ejerciendo como tocólogo en Georgia (Estados Unidos) en 2010.

La mayor cantidad de chistes contados en un minuto, con un total de 17, es una marca compartida entre los ingleses Ted Robbins y Ben Day, que no se ahogaron en el intento, como los hermanos Daniel y Natalie Bent (Reino Unido), el dúo más rápido de buceo en ciénaga.

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