Si por obra y desgracia del escándalo de sobornos y corrupción que dejará Odebrecht a su paso por la República Dominicana el PLD pierde el poder en el 2020, ¿sería justo y apropiado  afirmar que el presidente Danilo Medina cargará con la mayor cuota de responsabilidad por ese “fracaso histórico”?  Domingo Jiménez, miembro del Comité Central, recordó que en su momento el expresidente Leonel Fernández tuvo la misma responsabilidad sobre sus hombros, pero a diferencia del mandatario  “actuó siempre por el bienestar del partido y el país”. ¿Y qué esperaba    Domingo Jiménez, quien evidentemente habla desde su condición de seguidor del expresidente Leonel Fernández? ¿Que el presidente Medina apelara al blindaje judicial diseñado para librar de todo mal  a los corruptos peledeístas y  ordenara archivar los expedientes acusatorios  aunque la Marcha Verde pusiera el país patas arriba?  ¿Que también incluyera en la lista negra   a unos cuantos danilistas para equilibrar  mejor la pesada carga? ¿Que “por el bienestar del partido” excluyera a los miembros del Comité Político? Analistas y observadores  coinciden en señalar que las declaraciones de Jiménez son un claro síntoma de la descomposición interna que sufre el partido oficial,  agravada tras  el envío a la cárcel   de los acusados de  recibir sobornos de la constructora brasileña, pero dudo que puedan ponerse de acuerdo para calcular  los daños que provocará el mayor escándalo de corrupción de nuestra historia a la  unidad del PLD, a la imagen del Gobierno y, sobre todo, a las posibilidades del presidente Medina de intentar nuevamente su repostulación. Y la razón es tan sencilla que puede explicarse meteorológicamente,  que ya estamos en  temporada de huracanes: hasta que los poderosos  vientos  de Odebrecht no terminen de pasar por territorio dominicano, no será posible cuantificar las pérdidas sufridas ni el número de damnificados políticos que dejará a su paso el fenómeno.