3 Terrorismo laboral 4
Donde van a morir los elefantes

3 Terrorismo laboral 4 <BR>Donde van a morir los elefantes

POR GRACIELA AZCÁRATE
“¡Qué infierno es este ambiente de universidad yanqui!
Con razón dicen en Estados Unidos que las universidades son los sitios donde van a morir los elefantes.” “Donde van a morir los elefantes” de José Donoso. Editorial Alfaguara, 1999.

De pronto, un artículo en una revista  de mujeres en el salón, un informe de psicología forense en la mesa de trabajo de  la oficina, la frase de un libro del escritor chileno José Donoso leído al final del día me recordó un artículo que hace muchísimos años Bienvenido Álvarez Vega publicó en el suplemento “Realidades” del periódico “El Siglo”.

El artículo  escrito por el filósofo y sociólogo argentino, Mario Bunge relataba una tragedia ocurrida en una universidad norteamericana, donde un catedrático había matado a un compañero y al jefe de la cátedra.

De aquel artículo deben haber pasado como veinte años sin embargo recuerdo el clima de aquella crónica, que en aquel entonces no tenía nombre. El clima de acoso podía llamarse crónica de un homicidio, envidia de catedráticos, resumen del infierno de las universidades gringas contado con la lucidez inigualable de  José Donoso.

Hace un año leí en el salón, en la revista Marie Claire una artículo titulado “Terrorismo en la oficina”. El relato tenía el aroma familiar de muchas cotidianidades nuestras.

Se llama “Mobing laboral”. Quiere decir “atropello o acoso laboral” y fue estudiado y descrito por el psicólogo alemán Heinz Leyman, en 1986.

Es el llamado psico terror laboral, hostigamiento psicológico en el trabajo o atropello moral.

Los estudios ubican el origen del hostigamiento laboral en emociones tan básicas  como la envidia y el deseo de poder de las personas, que se comportan como si se tratara de una jungla donde impera la ley del más fuerte.

Se impone en la oficina como algo intangible y es difícil de detectarlo. Surge con actitudes aparentemente inofensivas o inconscientes pero es un monstruo social que empieza a tomar forma y es indetenible.

Se traduce en la manipulación del trabajo, ocultación de datos relevantes a fin de desacreditar, se lo aísla  física y moralmente en su entorno laboral, se le difama y descalifica ante el resto de los compañeros profesionales, se lo descalifica, se lo persigue moralmente, con rumores falsos y se despliega un sordo ataque sistemático que usado con frecuencia , y durante largos periodos se torna en una poderosa arma de incomunicación que deteriora su imagen y reputación.

Es indefinido, discreto, sutil y deja sin armas de defensa a la víctima por lo insidioso y velado del ataque.

El perfil de la víctima es una mujer de entre  25 y cincuenta años, “brillante en su trabajo y con cualidades de persona sobresaliente”.

Las víctimas más comunes son “personas muy brillantes en su trabajo, preparadas, responsables, colaboradoras, inteligentes, muy productivas en comparación con los demás, que tal vez evidencian el trabajo de sus compañeros, o que son demasiado eficaces y amenazan el estatus social de su jefe”.

En la mayoría de los casos son  personas atractivas, sociables, con un carácter fuerte, y buena autoestima, inteligentes y de buen aspecto físico que suelen despertar la envidia entre sus compañeros de trabajo. Pero si en Marie Claire daban un sesgo de género.

El acoso moral puede atacar indiscriminadamente a hombres y mujeres por la sencilla razón de que no le simpatiza al jefe, no se integra al grupo, molesta a los demás por su carácter o acciones, o simplemente, la empresa lo  desea despedir  sin pagarle una justa indemnización.

El perfil del acosador arroja  datos curiosos, como por ejemplo que de los dos, es el de carácter débil.

“Es inseguro, envidioso, narcisista y oportunista. Tiene un profundo complejo de inseguridad que lo hace disfrazarse de seguro y firme, busca aprobación y el reconocimiento por encima de todo”.

Detrás de esa fachada  brillante “hay una persona insegura, falta de ética, poco asertiva pero muy hábil en la manipulación, que empleará toda una serie de artimañas para rodearse de  mediocres que ensalcen la idea que tiene de sí mismo, mientras machaca psicológicamente a quien no está dentro de su séquito. Humillan y maltratan a sus víctimas para reafirmarse en su papel de fuertes”.

Puede asemejarse a un linchamiento llevado a cabo por todo el grupo que se inició con el silencio, la amenaza, ataques verbales a su trabajo, se le ningunea y excluye deliberadamente, se lo difama y desprestigia para presentarlo como incapaz, o bien le asignan tareas irrelevantes que van minando la autoestima.

El sentimiento de injusticia e impotencia, los rumores malintencionados y humillantes van creando un cerco en torno a la víctima de acoso o “mobbing laboral” que se traduce en llanto, depresión que inhabilita para trabajar y hasta lleva al suicidio cuando el daño psicológico es irreparable.

El artículo de Marie Claire seguía indagando y dando posibles recetas sobre cómo sobrellevar  ese acoso moral. En países como Suecia y España, el acoso moral está tipificado como delito, y si reúnen  pruebas suficientes se puede demandar legalmente al acosador.  Su lectura coincidió  con la  lectura de unos materiales sobre el alcance de la psicología jurídica o forense y encontré que entre los perfiles de esa rama  está la de asesorar a los jueces en derecho labora,l especialmente en situaciones de acoso laboral(mobbing)

En el portal de las mujeres argentinas, iberoamericanas y del Mercosur   “Agenda para mujeres”  me encantó un artículo, me dio un montón de información y abrió la  puerta de la esperanza para ver a futuros tiranos y tiranas  locales emplazados legalmente por abusadores.

Encontré un artículo de Pablo Calvo que se titula “Tiranos en la oficina: violencia laboral” donde relata más o menos lo mismo que el artículo de psicología de Marie Claire, el relato de los catedráticos norteamericanos de hace veinte años, y la novela magistral de Donoso. Pero la buena noticia es que ahora hay un marco legal para acabar con ese nuevo monstruo que por no tener nombre todavía es indestructible.

En Argentina, hay en la actualidad 98 denuncias por presunta violencia laboral contra personas que se desempeñan en oficinas y agencias del estado. Incluso se están discutiendo en el Congreso Nacional siete proyectos de ley para castigar severamente el “acoso moral y psicológico” en los lugares de trabajo.

 Para Maria Alicia Rendon, especialista en resolución de conflictos, esta nueva forma de acoso, que no es estrés, ni acoso sexual, ni tensión pasajera en el lugar del trabajo, es una nueva forma de “violencia laboral”.

Es una acción, “que durante un tiempo prolongado, afecta la dignidad del trabajador, su derecho a no ser discriminado, el respeto de su honra, y su integridad física, psíquica y moral. En casos extremos, desencadena daños psicológicos graves, pérdida de empleo y hasta suicidios”

El ataque permanente incluye “provocarle aislamiento, pérdida de la autoestima, descalificación, desmerecimiento, violación de la intimidad, difamación, supresión de derechos, intimidación, falsa denuncia, afectación a tareas irrelevantes, quita de personal, intromisión en la computadora, utilización de influencias  e indiferencia a sus reclamos”.

El experto en derecho laboral Mariano Emiliani confirmó que el  “Mobbing laboral” es un tema  que ha cobrado gran auge  y que está conformando una nueva materia, la formulación de una ley nacional contra violencia laboral, que abarca tanto a nivel del Ministerio de Trabajo  así como a las Aseguradoras de Riesgo, en los Tribunales de Trabajo  y en la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidad entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral.

En Argentina, desde hace doce meses funciona la Oficina de Atención a la Víctima de la Violencia Laboral, en la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, que es un organismo de control del estado.

Los resultados de una encuesta realizada por el periódico Clarín, arroja resultados de que hay denuncias de violencia laboral en  museos nacionales, la Universidad de Buenos Aires, el hospital Garrahan, las fuerzas de seguridad, personal civil de las Fuerzas Armadas, el Servicio Penitenciario, el CONICET, el INTA y la Comisión Nacional de Energía Atómica, entre otros organismos.

Un profesor universitario consultado por Clarín dio las señas del acosador laboral: “hay una frase perfecta para definir al acosador laboral…, pero su mamá no tiene la culpa”. “Son los y las tiranas de la oficina con una personalidad psicopática, con alteración del sentido moral y ausencia de culpabilidad. Tienen entre otros atributos la cobardía, la mentira, la mediocridad y el complejo de inferioridad. Son escondedores, competitivos, de malos modales, gritones, mal predispuestos al diálogo, exhibicionistas de su supuesta impunidad y muy rencorosos”.

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