30 años de prisión por una vida mutilada

30 años de prisión por una vida mutilada

MELANIA EMETERIO RONDÓN
Las razones por las cuales toda la sociedad dominicana debe trabajar coordinada y decididamente para frenar la violencia intrafamilar y de género están ahí, hablando por si solas. Son hechos crudos, contundentes y de consecuencias impredecibles.

El día de ayer 17 de mayo, es un día importante en la administración de justicia aplicada en función de la violencia intrafamiliar y violencia de género. Ayer en la tarde, el tribunal colegiado, luego de dos jornadas de trabajo iniciada desde el 16 de mayo, dictó sentencia condenatoria contra el señor Gregorio Martínez Cuevas quien con intención criminal comprobada mutiló las manos e infirió heridas severas en el cráneo y costado de la joven Dolphi A. González, su ex concubina, y madre de un niño procreado con el victimario.

Todas aquellas personas que siguen mirando la violencia intrafamiliar como asuntos privados de las mujeres, o como algo intrascendente, deben saber que al igual que en otros muchos casos, el de Dolphi no se inició el 25 de noviembre del 2005 con el hecho más violento que ella hay podido recibir en su vida, sino, que hubo toda una cadena sucesiva de violencia intrafamiliar cuya intensidad fue aumentando en la medida en que ella se negaba a volver a convivir con quien fuera su compañero desde la edad de 13 años.

¿Cuántos casos como este conoce todo el mundo, pero que no le da importancia?. Dolphi atestiguó que fueron tres las denuncias puestas en la policía, pero nada pasó, no se le puso la atención debida. Hoy, toda esa historia de violencia desde los 13 años en que se inició su vida de pareja, ha devenido en una gran pérdida para ella, su familia y la sociedad. Ella mutilada física, social y sicológicamente, y él separado de la sociedad y de su familia, por haber sido sentenciado a 30 años, pena máxima solicitada por el Ministerio Público, secundada por la defensa, y acogida por el tribunal.

En un artículo de opinión publicado con anterioridad a esta fecha, nos referíamos a este caso, haciendo saber que además de la víctima y su familia, la sociedad dominicana estaba pendiente de que se hiciera justicia en dicho caso. En ese sentido, con la sentencia que acaba de producirse, donde se aplicó la pena máxima, incluyendo otras decisiones del tribunal, este anhelo ha sido satisfecho y resarcida la sociedad.

Ya la sentencia está dictada, y aunque ésta puede ser apelada por la defensa de Gregorio Martínez, el victimario, ya hay una situación que de hecho afecta a dos familias.

Nadie puede celebrar con música y panderetas más allá de de la satisfacción que produce el hecho de que se ha aplicado la ley en la forma esperada, máxime cuando escuchando los testimonios de especialistas que comparecieron como testigos, la situación de Dolphi González es irreversible. Sus manos no podrán ya dedicarse a actividades productivas, ni siquiera puede realizar sus necesidades básicas personales diarias.

Gregorio, aunque sentenciado a 30 años, al menos podrá hacer uso normal de sus manos, así como también seguir en el uso de sus facultades mentales. Dolphi González, por el contrario, está amenazada también a perder estas facultades, pues las heridas recibidas a nivel de la masa encefálica, fueron muy severas, según la y el especialista que testimoniaron ante el tribunal que conoció su caso.

Es evidente que esta decisión del tribunal deja gran satisfacción a personas e instituciones que como la Secretaría de la Mujer, la Fundación para la Integración Social y Educativa, FISOE, y la Red de Actores Involucrados en la Prevención de Violencia Intrafamiliar, se mantuvieron firmes en una actitud solidaria como una continuidad del compromiso que históricamente han asumido como misión, lo cual es una labor digna de la mejor ponderación.

Por otra parte, la magistral defensa que hizo ante el tribunal la abogada de la Secretaría de Estado de la Mujer, así como  las dos representantes del Ministerio Público, fue genial y decisiva cargada de argumentaciones legales, pero fortalecida en todo momento con el análisis y la visión de género, así como de la Ley 24-97 Contra la Violencia Intrafamiliar. Este es el tipo de defensa que contribuye a dar seguridad y confianza a aquellas mujeres que padecen este tipo de situación y la hacen pública, y aquellas que aún no se atreven a hablar. Debemos emular estos avances.

Reitero una vez más la necesidad de que dejando atrás los prejuicios socio-culturales, la indiferencia o cualquier otra actitud con que solemos afrontar la violencia intrafamiliar y la violencia de género, coordinemos y afrontemos con firmeza este flagelo que azota a la humanidad. Es mejor prevenir para atacar el mal a tiempo, pues solo así podemos evitar que nueva vez se dicten 30 años de prisión por una vida mutilada para siempre.

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