38 Jornada de los Comunicadores Sociales

38 Jornada de los Comunicadores Sociales

Hoy, día que la Iglesia celebra la Ascensión de Jesús a los Cielos, anima y exhorta los Comunicadores Sociales a eficientizar positivamente su desempeño en el realce de los valores familiares y de la sociedad. La Conferencia del Episcopado Dominicano, desde la Comisión de Medios de Comunicación invita a los Comunicadores Sociales a una Eucaristía por sus intenciones, en el día de hoy, a las 10:00 a.m. en la Catedral Primada de América.

En esta Misa se reflexionará sobre el mensaje de Juan Pablo II en ocasión de la Trigésima Octava Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales con el tema: “Los medios en la familia: un riesgo y una riqueza”.

Conscientes de su gran fuerza para modelar las ideas e influir en la conducta de las personas, los agentes de la comunicación social (comunicadores, educadores, productores, publicistas y empresarios) deben reconocer que no sólo tienen la responsabilidad de brindar a las familias todo el estímulo, la ayuda y el apoyo que les sea posible con vistas a ese fin, sino también de practicar la sabiduría, el buen juicio y la honradez al presentar las cuestiones que atañen a la sexualidad, al matrimonio y a la misma vida familiar (cf. Mensaje del Papa).

A continuación, unas breves pinceladas sobre este mensaje:

El tema de este año es “Los medios de comunicación social en la familia: un riesgo y una riqueza”, sirve para recordar a todos, tanto a los agentes de la comunicación como al público en general, que toda comunicación tiene una dimensión moral. “La estatura moral de las personas –señala el Santo Padre Juan Pablo II en su mensaje para esta jornada crece o disminuye según las palabras que pronuncian y los mensajes que eligen oír. En consecuencia, los agentes de la comunicación, los padres y los educadores, tienen especial necesidad de sabiduría y discernimiento en el uso de los medios de comunicación social, pues sus decisiones influyen en gran medida en los niños y en los jóvenes de los que son responsables y que, en definitiva, son el futuro de la sociedad. Gracias a la expansión sin precedentes del mercado de las comunicaciones sociales en las últimas décadas, muchas familias en todo el mundo, incluso las que disponen de medios más bien modestos, ahora tienen acceso desde su casa a los inmensos y variados recursos de los medios de comunicación social. Por tanto, gozan de oportunidades prácticamente ilimitadas de información, educación, enriquecimiento cultural e incluso crecimiento espiritual, oportunidades muy superiores a las que tenían en el pasado reciente la mayoría de las familias” (n.2).

Pero todo ello exige que el Padre de la gloria ilumine los ojos de nuestro corazón para saber descubrir las riquezas que los medios de comunicación traen y evitar los riesgos que comportan. Así, por un lado, como también hace notar el Papa Juan Pablo II en su Mensaje al destacar el aspecto positivo de los medios, “el matrimonio y la vida familiar se presentan a menudo de un modo sensible, realista pero también benévolo, que exalta virtudes como el amor, la fidelidad, el perdón y la entrega generosa a los demás. Esto vale también para los programas de los medios de comunicación social que reconocen los fracasos y las decepciones que sufren inevitablemente los matrimonios y las familias —tensiones, conflictos, contrariedades, decisiones equivocadas y hechos dolorosos—, pero al mismo tiempo se esfuerzan por discernir lo correcto de lo incorrecto, distinguir el amor auténtico de sus falsificaciones, y mostrar la importancia insustituible de la familia como unidad fundamental de la sociedad” (n.3).

3. Y vosotros sois testigos de esto. Una reflexión atenta sobre la dimensión ética de las comunicaciones debe desembocar en iniciativas prácticas orientadas a eliminar los peligros o riesgos que para la institución familiar y sus miembros, especialmente los más jóvenes, puedan suponer determinados medios de comunicación social, y asegurar, por el contrario, que los medios sigan siendo fuentes de enriquecimiento cultural y espiritual. O sea estamos obligados a desechar lo malo y quedarnos con lo bueno de las comunicaciones sociales.

A este respecto, tienen una responsabilidad especial los agentes de la comunicación, las autoridades públicas, los padres y los educadores…

Como acertadamente indica Juan Pablo II en le mencionado mensaje, “los padres también deben reglamentar con criterios educativos el uso de los medios de comunicación en el hogar. Esto implica planificar y programar el uso de dichos medios, limitando estrictamente el tiempo que los niños les dedican, haciendo del entretenimiento una experiencia familiar, prohibiendo algunos medios de comunicación y excluyéndolos periódicamente todos para dejar espacio a otras actividades familiares” (n. 5). Especialmente ha de reservarse tiempo a la convivencia y relación personal en la familia que no puede ser suplantada por ningún medio de comunicación. Sobre todo, los padres deben dar buen ejemplo a los niños, haciendo un uso ponderado y selectivo de dichos medios. “A menudo –aconseja el Santo Padre les podría resultar útil unirse a otras familias para estudiar y discutir los problemas y las oportunidades que plantea el uso de los medios de comunicación.

Las familias deberían manifestar claramente a los productores, a los que hacen publicidad y a las autoridades públicas lo que les agrada y lo que les desagrada” (n.5).

Pidamos a Dios que en esta solemnidad de la Ascensión del Señor, en la

que celebramos además la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Cristo nuestro Señor nos ayude a anunciar el Evangelio a todo el mundo y a rogar para que los medios de comunicación sean una riqueza y no un riesgo para nuestras familias.

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