4,800 presos  por un uno

4,800 presos  por un uno

Con la caradura y el descaro tan consubstancial en el imperio unipolar que pretende conducir el destino de la humanidad con categoría unilateral, la secretaria de Estado (Canciller) de los Estados Unidos, Hillary Rodhan Clinton, exigió en Kiev, capital de Ukrania, el 14 de este mes, la pronta liberación de la ex jefa de Gobierno Yulia Timoshenko, presa, inculpada por prevaricación durante su mandato.

Yulia Timoshenko  presidió un gobierno pro-Occidente, causa por la que la canciller del imperio propicia su liberación, junto a otros funcionarios de su administración, que el gobierno del primer ministro Nikólai Azárov, aliado de la Federación Rusa, aún no ha obtemperado.

Es posible, tratándose de un asunto político, que este caso esté revestido de una comprensible retaliación, y sentar además un precedente para que en lo sucesivo, los jefes de Gobierno de Ukrania entiendan por dónde es que deben discurrir y  guiarse los intereses regionales del país. Correcto.

En la mayoría de los casos de presos políticos se entiende que están presididos por simple persecución para desbancar al surgente de un contendor que en el futuro  ensombrezca sus proyectos continuistas, como aconteció en nuestro país con el caso del presidente Salvador Jorge Blanco, que no era un santo, pero mucho menos capaz de truchimanerías que Joaquín Balaguer.

El caso que atañe este trabajo identifica la espesa parcialización del imperio en la expresión de la jefa de su política exterior,  de una forma que produce indignación, porque mientras exige liberar a Yulia Timoshenko, nunca ha exigido la liberación de 4,800 presos palestinos que mantiene el Estado de Israel  en condiciones inhumanas, por el odio étnico y religioso que acentúa la abyección y la abominación  en la represión contra los palestinos que exigen su espacio para fundar el Estado Palestino.

Presos confinados por años, sin cargos ni juicios, en un país que se precia de constituir la única democracia de Oriente Medio, con el respaldo de otra democracia que se arroga el derecho que nadie le ha otorgado, de realizar un arqueo planetario en la asignatura de derechos humanos, y que por igual, confina por diez años a una docena de acusados de terrorismo, en el penal militar de Guantánamo, con cargos sin pruebas y sin jurisdicción de juicio.

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