5 de diciembre, llegada de los españoles a Santo Domingo

5 de diciembre, llegada de los españoles a Santo Domingo

Rvdo. P. Dr. José Luis de la Cruz
Rector Universidad Católica de Santo Domingo

Los Reyes Católicos, en su afán por llegar a la India y seguir beneficiándose del comercio “con Oriente” a la caída de Constantinopla decidieron, convencidos por el extranjero navegante Cristóbal Colón, buscar rutas alternas, motivo del financiamiento de su viaje, saliendo por el Atlántico en busca de la India, pero en vez de llegar al pretendido Oriente llegan al nuevo mundo, desconocido por ellos, el 12 de octubre de 1492. Posteriormente, el 5 de diciembre del mismo año arribaron a la isla llamada principalmente Haití por los taínos, a la que se le puso el nombre de La Española.

Siguiendo el pensamiento de Moya Pons, a la llegada de Cristóbal Colón, representante del Reino de Castilla, las islas que hoy conocemos como Antillas estaban habitadas por pueblos completamente diferentes de los que hasta entonces conocían los europeos. Las informaciones que Colón y otros viajeros dejaron escritas en los años del Descubrimiento indican que las comunidades que habitaban las Antillas en aquel tiempo apenas habían alcanzado un grado de civilización comparable al neolítico superior de los antiguos pueblos europeos. Los primeros habitantes de esta isla llamados taínos, eran la mayoría de los habitantes en las Antillas.

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La sociedad taína tenía una organización social en la cual había una población, un territorio y en cierta manera un gobierno representado en sus jefes tribales. Contaban con reglas y, aunque no tenían una Constitución que los definiera como nación, establecían reglas de comportamiento para mantener el orden social. Ellos habían formado su propia estructura y tenían toda una cultura, una forma de vida establecida conforme a sus propios criterios.

Los taínos en esta isla estaban divididos en cinco cacicazgos, cada uno con su Gobierno, sin que ninguno ejerciera dominio sobre el otro. Era, salvando la distancia y diferencia entre una cultura y otra, lo que los griegos llamaron ciudades–estado, donde cada ciudad tenía su propio Gobierno y su funcionamiento independiente, pero todos tenían la conciencia de ser una sola raza: griegos. Así, los pobladores de esta isla estaban divididos en Cacicazgos, pero formaban un mismo grupo, una misma raza.

Tenían una sociedad primitiva en la cual el desarrollo de las técnicas y las ciencias modernas estaba lejos de aparecer, su modo de vida era más bien rudimentario. Sus fuentes de alimentos eran básicamente aquellas que la naturaleza les proporcionaba y, aunque lograban cultivar ciertos productos por medio de un sistema agrícola primitivo, su vida dependía en esencia de la recolección.

Con la llegada de los europeos, el pueblo taíno comenzó a experimentar un cambio profundo, drástico y sin precedentes. Sus estructuras sociales cambiaron, el cacique ya no era el jefe, su modo de actuar fue modificado, ya no vivían de forma libre recolectando o sembrando a su gusto y sus creencias fueron forzadas a cambiar.

De modo que aquellos que antes eran libres, pasaron a ser esclavos; los que eran dueños de su vida, se convirtieron en propiedad de otros; los que vivían de manera pacífica, fueron forzados a hacer la guerra para intentar sobrevivir; los que trabajaban para el sustento de su poblado, debían hacerlo para unos amos implacables; los que eran dueños de sus tierras, ya no fueron dueños ni de sí mismos.

Este nuevo estilo de vida cambió toda su sociedad, porque ya no eran dueños de nada, eran propiedad de otros. Por ende, su soberanía y libertad quedaron supeditadas a la voluntad de los colonizadores y por tal razón, toda su estructura social y las reglas de su organización cambiaron drásticamente, a partir de entonces las establecieron los conquistadores. Con la colonización se destruyeron los hábitos y costumbres de todo un sistema social, porque no solo afectaron las actividades que realizaban, sino también, sus sentimientos y percepción del mundo.

Todos esos cambios desembocaron en un resultado atroz: la desaparición total de una raza, de tal modo, que desde hace ya más de cuatro siglos no se encuentra en la isla de Santo Domingo un solo indígena. Este hecho, hasta donde tenemos entendido, no había sucedido ni repetido en ningún otro lugar del mundo.

De acuerdo con R. Cassá, existieron en la antigüedad y el Medioevo campañas militares de exterminio como forma principal de imposición de nuevas relaciones de dominación y explotación, pero nunca se conoció la desaparición completa, a causa de factores militares, de salud o económicos, de ningún pueblo, hasta donde lo registra la historia conocida.

Esta realidad marcó una tendencia clara a favor de los españoles, debido a que la cultura más débil fue sucumbiendo ante el dominio de aquella más fuerte y mejor desarrollada. Mientras los indígenas estaban en plena prehistoria, los colonizadores vivían y gozaban de los adelantos del Renacimiento, con todos sus inventos y desarrollo cultural; lo cual, facilitó la dominación.

Un panorama inédito, no tan solo por la confluencia de intereses feudales y capitalistas, sino por el campo de acción en que se produjo: en un medio social de desarrollo histórico mucho menos avanzado, creándose una brecha entre dominadores y dominados como nunca antes se había conocido en la historia.

Es por esta razón que el choque entre los españoles y los indígenas llevó a la extinción total de los aborígenes, hasta el punto de no dejar prácticamente ningún resto para la historia dominicana, exceptuando escasos elementos culturales que están en museos, los cuales han sobrevivido en el tiempo como mero recuerdo de un lejano pasado.

La colonización trajo a nuestra isla muerte, desolación, miseria, esclavitud y sufrimiento. Pero también, vino con ella, como una luz en la oscuridad, la fe católica, las primeras escuelas, la primera universidad de América, la cultura del viejo mundo y parte de los adelantos renacentistas del siglo XVI. Estos últimos elementos se afianzaron con el paso del tiempo y forjaron las bases para el surgimiento del Estado dominicano.