50 años, don Cecilio

50 años, don Cecilio

El maestro Rafael Solano, compositor de la canción “Por amor”.

Premonitorio, seguro, terco, prudente, supo que ocurriría. Con alborozo y absoluta certeza intuyó, desde aquel día, que llegaría el momento. Aprendió la clave, escuchando en la voz de Juan Llibre, estrofas del poema “Calle de la Veracruz”. No de sol ni de fa, sino la clave. Llibre, personaje perenne en sus recuerdos desde la noche de bodas cuando su inocencia de monaguillo quedó perpleja viendo al declamador besar la desposada, en el altar de la iglesia, osadía jamás vista en el pueblo. El mismo recitador que repetía: no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague. Y ahora corresponde rendir cuentas o que le rindan cuentas, porque es el mes, del año, del aniversario que predijo celebraría, lúcido, pleno, feliz. Y hoy, lunes, inicia la semana del cumpleaños que imaginó festejaría rodeado de reconocimiento, cariño, admiración, a pesar del miedo que le produjo la fama desde la aclamación iniciática. Porque la ovación y sus consecuencias lo atormentaron y el libelo fundacional de la inquina fue acicate propicio para la mortificación. Lo ha dicho decenas de veces, ha contado hasta el hartazgo las peripecias. Quizás fatigado nunca vencido, permitió que la maledicencia danzara al lado del éxito, de la divulgación urbi et orbe de la composición. Y escrito está. En “Letra y Música”-Editora Taller 1992-consta el relato, la asunción del drama, la revelación de la perfidia. 22 años cumplía la hazaña artística y el autor explicaba los desmanes contra su obra, la invención perversa que arrebataba autoría.
La caravana con autor y canción, recorría municipios y el coro repetía el estribillo ganador. Caonabo Almonte Mayer, administrador de La Tabacalera, tuvo la idea, el colectivo gozó con el acierto. Estaba pendiente el saldo de horror de la tiranía. Tres años después de la guerra, había saña y dolor. Urgía mitigar pesares, detener el odio, sanar heridas “Por Amor”, aunque “Por Caridad” fuera más contundente.
El día 22 es el cincuentenario de una canción que se ha convertido en emblemática después de la delirante aprobación popular en el Primer Festival de la Canción, organizado por Almanzor González Canahuate en noviembre del año 1968. Número 30 en la lista de participantes desde el acorde inicial, favorita. Autor: Don Cecilio, intérprete Niní Cáffaro. Birlibirloque, trastrueque, votaciones entre los miembros del jurado y la predilecta caía en el mismito número 30 para después permanecer, durante 50 años, como pieza clásica del cancionero dominicano. Cuando la presentó a sus cofrades entre los que estaban Babín Echavarría y Manuel Troncoso no les gustó. Razón tenían, entre sus tantas, hay mejores. Pero esa es la que entonan mariachis, crooners, voces como la de Eartha Kitt, Plácido Domingo, la que ameniza bodas, inauguraciones, despedidas, reencuentros. El autor tenía historia en el 1968, era un compositor, músico, arreglista, conocido aquí y en otros lares. Niño prodigio en su terruño, ese espacio mágico protegido por Isabel de Torres y el Atlántico, donde lo recuerdan con su pianito a cuestas y sus atrevimientos en el órgano de la iglesia. Sus canciones se tarareaban por doquier. Ya había soportado los embates de la “era gloriosa” mientras despuntaba como el más joven director de la Orquesta Angelita. Había sido el silente pianista de la Orquesta de Charlie Fisk y su pasión por los clásicos era conocida. Entonces “En Ruinas” conmovía tanto como “Mi Amor por ti”. Porque Don Cecilio es Rafael Solano Sánchez. Venturoso ha sido. Entre astrología, sincretismo, fe, con el sonido de los caracoles de su infancia y adolescencia dictándole rutas, vislumbró la fiesta y como quiso está sucediendo. Sin mover manecillas ni intervenir péndulos, con paciencia de Job anheló la celebración y su disfrute. Biógrafa afectiva, he compartido con él aventuras, nostalgias puertoplateñas, aprendí más del personaje, cada jueves, en El Matutino Alternativo y luego de leer, para presentar, “Música y Pensamiento.” Redacté su estampa cuando cumplió 85. Puedo afirmar que está jubiloso. Convencido de que “Por Amor” tiene autoridad de la cosa juzgada.

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