50 años de amistad

<p>50 años de amistad</p>

POR PHIL ROGERS
Especial para ESPN

La Russa y Piniella son amigos desde hace más de 50 años. Olvídense de las presentaciones en el plato el 20 de abril, cuando los Cachorros de Chicago se enfrenten a los Cardenales de San Luís por primera vez desde el último cambio en el cuerpo directivo de los Cachorros.

Lou Piniella y Tony La Russa se conocen casi tan bien uno al otro como a sí mismos. La pregunta es: ¿Puede una amistad que tiene sus raíces en la niñez sobrevivir la intensidad de la rivalidad entre los Cachorros y los Cardenales?

La Russa se apenó de que su relación con Dusty Baker se viera afectada durante los cuatro años que jugaron en contra, cuando las emociones los dominaron. Reconoce que competir contra otro mánager a veces «tensa la amistad».

La campaña 2003, la primera de Baker con los Cachorros, fue testigo de confrontaciones regulares mientras los dos hombres luchaban por dejar su marca en la División Central de la Liga Nacional.

«Es diferente porque Dusty y yo nos hicimos amigos en el béisbol profesional», dijo La Russa a principios de mes. «Lou y yo nos conocemos desde que éramos pequeños, de modo que la relación es diferente. Tuvimos experiencia con los Atléticos y Seattle, así que ya lo hemos hecho antes».

Pero eso no quiere decir que las cosas serán más fáciles. «No elegiría competir en la división con alguien cercano», admite La Russa, «pero así son las cosas». Piniella y La Russa se conocen hace 50 años, ya que ambos crecieron en West Tampa, Florida. Sus carreras siempre se vieron reflejadas, ya que La Russa respondió al desempeño superior de Piniella como jugador convirtiéndose en un mánager más reconocido.

Ambos han ganado Series Mundiales — La Russa lo hizo este año, por lo que Sparky Anderson ya no es el único hombre en ganar campeonatos en ambas ligas — en 47 campañas combinadas como entrenadores en las Grandes Ligas. Ambos han sido nombrados Mánager del Año (cuatro veces La Russa y dos Piniella), y la campaña 2006, en la que Piniella trabajó para Fox, fue la primera temporada desde 1989 que ambos no trabajaron como mánagers.

Los dos vienen de barrios humildes y son hijos de padres trabajadores. Su pasado nunca les permitió conformarse con el segundo puesto.

Piniella es un año mayor. Asistió a una preparatoria jesuita y se convirtió en la estrella de la potencia católica, mientras que La Russa fue a una escuela pública en Jefferson. Se conocieron en parques de béisbol, por lo general jugando en contra, pero alguna que otra vez fueron colocados en el mismo equipo en la Pony League y la Legión Americana.

Eso fue lo que sucedió en 1961, cuando viajaron a California para jugar la Serie Mundial de la liga Colt.

Unos años atrás, un amigo de Piniella cuando eran niños, Paul Ferlita, recordó un momento aterrador del viaje.

«Habíamos viajado a una montaña y estábamos caminando por la cornisa hacia una cascada», dijo Ferlita al St. Petersburg Times. «Él y La Russa hicieron rodar un tronco por la ladera, y mi padre los apartó del grupo para reprenderlos mientras el resto seguimos adelante. Ellos intentaron alcanzarnos y corrieron por la cornisa de la montaña. Lou se cayó y rodó bastante antes de chocar contra una gran roca. Era lo único que había entre él y un risco de 600 metros. Si no hubiera chocado contra la roca, tal vez hubiera muerto».

La Russa, más menudo, siempre fue un jugador estratégico. Piniella era un atleta más dotado — más grande, más fuerte, capaz de obtener resultados asombrosos en todo lo que intentaba. Se destacó tanto por su competitividad como por su talento, y a menudo explotaba en la cancha y el campo de juego.

«Era un gran atleta con un temperamento muy fuerte», dijo La Russa. «Fue un excelente jugador de básquetbol, un gran jugador de béisbol. Era un jugador realmente bueno y competitivo, un ganador, y trasladó eso a la dirección».

Durante sus 28 años como mánager de béisbol, La Russa ha tenido explosiones memorables. Pero cuando eran niños, Piniella era el más bravo.

«Incluso cuando firmó en las ligas menores, hizo algunas cosas muy locas», dijo La Russa. «También era así en la preparatoria. Pero es un hombre muy inteligente, y creo que con el correr del tiempo comprendió que para tener éxito tenía que calmarse un poco sin perder el instinto competitivo».

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