500 años del primer arzobispado

500 años del primer arzobispado

MIGUEL RAMÓN BONA RIVERA
El 16 de noviembre de 1504, mediante la Bula «Illius Fulciti Praesidio», el Papa Julio Segundo erigió el primer arzobispado del nuevo mundo y dos obispados sufragáneos del primero.

Se conmemora hoy el quinto centenario de ese acontecimiento histórico. El desarrollo de la colonia de Santo Domingo como capital del nuevo mundo, exigía ya que se regularizara la administración religiosa de la isla mediante la erección de los órganos correspondientes.

Es así como la Santa Sede decidió crear una silla arzobispal en la provincia de Jaragua, que era entonces la más rica y poblada de la isla, y dos sillas obispales dependientes de la primera, una en la provincia de Concepción de la Vega o Maguá, y la otra en la provincia septentrional de Baynoa.

Como arzobispo metropolitano de la isla el papa escogió al Doctor Fray Pedro Xuarez de Deza, dominico, miembro de una distinguida familia de eclesiásticos, sobrino del arzobispo de Sevilla, Diego de Deza. Y como obispo de la dos diócesis sufragáneas fueron nombrados el Licenciado Alonso Manso, canónigo de Salamanca, y Fray Francisco García de Padilla, franciscano de la Observancia.

Diez días después, el 26 de noviembre de 1504, moría la reina Isabel la Católica, y el rey Don Fernando quedó entonces como regente del trono.

El nombramiento de estos tres distinguidos prelados de manera directa por parte de la Santa Sede, dio origen de inmediato a una crisis diplomática entre el rey Fernando el Católico y el papa Julio Segundo.

En efecto, una vez enterado el monarca de las disposiciones tomadas por el Vaticano respecto al gobierno eclesiástico de la isla de la Española, no dilató  en escribir a su embajador en Roma, don Francisco de Rojas, ordenándole protestar ante la Santa Sede por la erección de estas tres sillas sin la participación de la corona española y en violación al sistema del «Patronato Regio».

Desde la época del rey Alfonso Décimo el Sabio, casi trescientos años atrás, existían en España las leyes del patronato regio, que otorgaban al rey el derecho de nombrar los funcionarios eclesiásticos, obispos, arzobispos y demás miembros de la pastoral.

Era una política secular en el fragor de la guerra contra los moros, que a medida que se iban reconquistando nuevos territorios en la península y cristianizándolos, los reyes católicos, conquistadores iban nombrando de inmediato a las autoridades religiosas del lugar.

Y esta práctica de siglos se convirtió finalmente en ley escrita; la ley del Patronato Regio, mediante la cual los reyes tenían el derecho, otorgado por el papa, de presentar, patrocinar y finalmente nombrar a los dignatarios de la iglesia local.

El último territorio conquistado había sido Granada, que cayó en manos los ejércitos de Isabel y Fernando a principios de 1492. Allí se entrevistó Cristóbal Colón con los reyes para emprender el viaje del descubrimiento. En julio de 1493 el papa Alejandro Sexto (el papa Borgia) otorgaba a los reyes católicos el patronato eclesiástico sobre el reino de Granada para el nombramiento de todos los funcionarios religiosos; al mismo tiempo mediante otras Bulas legitimaba el derecho de los reyes de España sobre todas las islas y tierras recién descubiertas por Colón.

Pero el papa Julio Segundo, que ascendió al trono de Roma el 1ero. de noviembre de 1503, rompió la tradición y decidió nombrar a las autoridades religiosas de la isla de la Española, directamente dependientes de la Santa Sede.

Los cortesanos de Fernando no dudaron en agitar los ánimos del rey para que rechazara esta decisión papal, ante el riesgo de que al nuevo mundo pudiera arribar una jerarquía religiosa independiente y cuestionadora de los negocios y excesos de los colonizadores.

Y más importante aún era el hecho de que para la consolidación del sistema de la Monarquía Absoluta, resultaba indispensable que nos se vulnerara el poder del rey sobre el clero, y que el monarca siguiera ejerciendo su derecho de proponer y designar las distintas jerarquías eclesiásticas.

De manera que Fernando el Católico obstaculizó la ejecución de las bulas que nombraban las autoridades religiosas de la isla de Santo Domingo, impidiendo que las mismas pudieran materializarse.

La disputa diplomática duró varios años, tiempo durante el cual monseñor Xuarez de Deza se vio imposibilitado de viajar a Santo Domingo a tomar posesión de su silla arzobispal, hasta que finalmente el sumo pontífice cedió ante las presiones y rogativas del monarca, y el 28 de julio de 1508, mediante la Bula «Universalis Ecclesiae» le concedió el Patronazgo Real de las Indias.

Como consecuencia, mediante la Bula «Romanus Pontifex» del 8 de agosto de 1511, se suprimieron las tres sillas originales, y se erigieron en sustitución tres diócesis dependientes del arzobispado de Sevilla. Fueron estos, los obispados de Santo Domingo y Concepción de La Vega en la isla de la Española, y el de San Juan en Puerto Rico.

Aunque Fray Pedro Xuarez de Deza nunca llegó a tomar posesión de la arquidiócesis de la isla de Santo Domingo, es innegable que el fue el primer arzobispo nombrado del nuevo mundo, para lo cual el papa Julio Segundo llegó incluso a expedir el palio correspondiente, que es la insignia personal que el papa otorga a los mitrados como símbolo de su alta jerarquía y de su comunión con el obispo de Roma. El palio es una faja de lana blanca con seis cruces bordadas de seda negra. Antes de ser entregado por el papa, el palio descansa sobre la tumba de San Pedro y es una insignia tan personal que luego de llevarla toda la vida finalmente el arzobispo es amortajado con ella. El último arzobispo dominicano en recibir el palio de manos del santo padre lo fue el actual arzobispo de Santiago, Monseñor Ramón de la Rosa y Carpio, en junio del presente año.

Fue el papa Julio Segundo el que instituyó el primer arzobispado de nuestra isla de Santo Domingo, haciéndolo depender directamente de Roma, y fue también este insigne pontífice el que contrató personalmente a Miguel Angel para que pintara los frescos de la capilla sixtina, que hoy constituyen un patrimonio de la humanidad.

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