60 aniversario: graduación abogados promovidos año 1955

60 aniversario: graduación abogados promovidos año 1955

El recién pasado veintiocho de octubre (2015) la promoción de abogados del período de estudios de 1950-1955 cumplió (cumplimos) el sexagésimo (60) aniversario de habernos graduado en la disciplina del Derecho. Entonces en la única facultad existente en el país para el estudio de la carrera, de toda carrera de nivel superior, que era en la Universidad de Santo Domingo (USD).

Habíamos ingresado en octubre del 1950. Generalmente la apertura a clases era el 12 de octubre de dicho mes, de cada año. Nos inscribimos alrededor de 110 aspirantes. La mayoría éramos jóvenes, entre 18 y 25 años. Otros eran adultos de término medio, unos pocos eran de edad avanzada. Aquella membresía, sin embargo, un concierto de afinidad y de respeto, de armonía y de comprensión que nos provocaba satisfacción y orgullo de haber coincidido, por misterios del arcano, en el activo de valores morales, culturales, espirituales, de lealtad y de comprensión en multitud de circunstancias, con que la vida nos envuelve.

Fraternos, sencillos, afables, que no pensamos que estábamos forjando un círculo de amistad indestructible como así ha resultado. Las condiscípulas atractivas, simpáticas, joviales, nunca parlanchinas; muy bien cuidadas y bien compuestas. Y aquellas ya dentro del aula, que ubicaban su asiento y avanzaban, con medidas taconeos y moderada discreción, nos envolvían, con el susurro de faldas cómplices de la impronta imborrable del travieso fru-fru de crinolinas o cretonas, que aún nos mueve a chistes y divertimientos.

Fue un desgranar de sentimientos y satisfacciones en medio de años tan difíciles, de duro bregar por la afirmación de la seguridad personal y de familia.

Nos asistieron en las aulas magníficos catedráticos: Hipólito Herrera Billini, José Manuel Machado, Aníbal Sosa Ortiz, Leoncio Ramos, Rafael F. Bonnelly, Manuel Amiama, Oscar Robles Toledano, Juan A. Morel, Joaquín Balaguer, Froilán Tavares y otros.

Entre los que iniciamos los estudios en el otoño del 1950, recuerdo nombres de algunos de ellos: Máximo Avilés Blonda, Arnulfo Matos, Benavides de Js. Nicasio García, Alma Beatriz Troncoso, Nora Read Espaillat, Andrés Avelino hijo, Franklin Domínguez, Teresita Bounspensiere, Ml. Ramón Morel Cerda, Marcio Mejía Ricart, Ana Daisy García Gutiérrez, Isabel Dolores Acosta, V. Canó González, Luis Eduardo Escobal Rodríguez, Serafín Reyes, Rafael Vidal Martínez, Abel Fernández Mejía.

Sesenta años después, sobrevivimos unos doce compañeros que nos reunimos mensualmente, bajo la organización por la Junta Directiva de nuestra “Asociación de Abogados del 1955, Inc. Estos encuentros acogen a cualquiera de los discípulos, aunque no integren la directiva; pero tienen el derecho de asistir a todas las actividades.

Los encuentros, sesiones, almuerzos y tertulias se realizan en sitios apropiados: playas, restaurantes, centros turísticos. Dos o tres veces al año, uno de los condiscípulos invita a su hacienda o casa campestre o de veraneo, en playa o en las montañas, para ofrecer una tertulia – almuerzo, acompañados de los que siempre caben: pareja, hijos, nietos.

Personas con quienes he intercambiado acerca de este comportamiento, me han dicho que eso es algo muy especial. Se admiran: ¿Que después de tanto tiempo, personas de su edad participan con asiduidad y con los gastos, aunque éstos sean modestos? Verdaderamente increíble.

Otra de las personas con quienes hablé acerca de esto fue el profesor Joaquín Balaguer, en los últimos años de su existencia. Me dijo:

-González, lo veo muy bien. Eso no se da fácilmente en nuestro medio. Me los saluda en el próximo encuentro que ustedes tengan.

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