60 años entre la continuidad y el cambio

60 años entre la continuidad y el cambio

César Pérez

Pese a derechas, el país ha cambiado sustancialmente en los últimos 60 años

Al pasar abalance sobre algunos eventos que marcan la historia y/o el devenir de los pueblos, son recurrentes las expresiones de desencanto, decepción y a veces de incertidumbre sobre el porvenir. Pero también manifestaciones de esperanza y de valoraciones sustancialmente positivas sobre los resultados de esos eventos.

La conmemoración de los 60 años del ajusticiamiento de Trujillo, que puso fin a su sangrienta dictadura, constituye uno de esos momentos, con la particularidad de que se hace en una coyuntura política, como la presente, signada por un profundo sentimiento de esperanza causada por las luchas políticas y sociales que la produjeron.

Eso hace imperativo el combate político y de ideas para potenciar los hechos que validan las expectativas creadas por esas luchas.

Lo primero es que es necesario desmontar los mitos difundidos para sobrevalorar la presencia del trujillismo en la sociedad dominicana.

Para ello, resulta importante diferenciar ese sentimiento de otras vertientes del conservadurismo en la sociedad dominicana, que sí mantienen un significativo peso en nuestra cultura política.

La derecha dominicana tiene varios sectores, uno de ellos se distingue porque su ideología se forjó en el tóxico ambiente de la dictadura de Trujillo.

Dos ex diputados de ese régimen fueron figuras señeras en los gobiernos del PLD, ambos constituyen la expresión más visible del trujillismo ideológico de ese sector, pero que no tiene expresión política significativa. Ellos, como sus paniaguados, no son más que estéril nostalgia.

En términos históricos, 60 años es poco para que desaparezcan de la memoria colectiva determinadas experiencias políticas, máxime cuando logran una vigencia de 30 años, como es el caso.

Es recurrente el dicho: “todo dominicano es un trujillito en potencia”, en alusión a nuestra inveterada propensión hacia la intolerancia y el autoritarismo. Pero ese lastre viene de lejos, lo tenemos desde los tiempos de la colonia y quienes mejor lo han cultivado y cultivan aún, ha sido una significativa parte del grupo oligárquico que adversó la dictadura.

Ese sector que se opuso y aplastó la esperanza de democratización sustantiva intentada por Juan Bosch en 1963, constituye la otra cara de la derecha política, económica, social y eclesial que todavía acogota esta sociedad.

Pero, pese a esas derechas, el país ha cambiado sustancialmente en los últimos 60 años. Sin importar el carácter de nuestro anómalo largo crecimiento económico, las luchas sociales y políticas, los cambios de época, entre otros factores, han determinado un sustancial aumento de la inserción de las mujeres al sistema productivo, las remesas de la diáspora dominicana jalonan reales signos de movilidad social y cultural, es significativo el consumo de productos y de tiempo libre en vastos sectores anteriormente excluidos.

También, la significativa estructura vial del país; el acceso al mercado formal de la vivienda es limitado, pero la calidad de sus evolventes ha mejorado notablemente, tanto en las zonas rurales, periurbanas y urbanas.

Se mantienen inaceptables expresiones de exclusiones sociales, pero estamos entre los primeros países de la región que expresan apoyo y satisfacción por la democracia.

Nunca, como ahora, había existido un momento tan favorable para potenciar esos cambios, determinado por el presente contexto político y, fundamentalmente, por la voluntad de las principales figuras del Ministerio Público de romper las estructuras de corrupción creadas en los anteriores gobiernos como fuente de acumulación originaria de capital a los viejos y nuevos sectores de derecha. Es la diferencia entre este y otros 30 de mayo.

Deben desmontarse los mitos difundidos para sobrevalorar la presencia del trujillismo en sociedad

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