7 días de cine
DRAGONES Y RATONES

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POR ARTURO RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ
Dragones

Intentar repetir una fórmula no es una buena idea para obtener el éxito. Por lo menos no lo es en todas las ocasiones.

La trilogía de “El señor de los anillos” se convirtió en un fenómeno de audiencia.

Su director, Peter Jackson, rodó las tres partes en forma simultánea, se ahorró un montón de dinero, recaudó millones y no decepcionó para nada a los admiradores de Tolkien.

Ahora se ha salido, por diferencias creativas según parece, del proyecto de “The hobbit”, pero su obra quedará para la posteridad como una de las mejores trilogías jamás filmadas y como una de las adaptaciones literarias más perfectas.

“Las crónicas de Narnia” quiso hacerle la competencia a “Lord of the rings”. Le fue bien en la taquilla, pero no por la calidad de lo filmado, sino porque el público que ama este tipo de sagas se quedó esperando por más.

De “El señor de los anillos” a “Narnia” hay todo un abismo y eso lo sabe el cinéfilo auténtico. Ese mismo abismo pudiera mediar entre las adaptaciones de Tolkien y este “Eragon” que llega ahora en simultánea a las carteleras de muchísimas capitales del globo terráqueo.

 La imitación no puede ser más burda, pues “Eragon” recuerda, sin que se esfuercen demasiado los oídos, a Aragon, el personaje perteneciente a la saga de “Rings”.

Lo demás, la fantasía, los elementos mágicos, los seres insólitos y las criaturas producto de la imaginación están ahí.

Ni modo, que se trata de un género que a veces ha caminado bien en la boletería y otras veces se ha ido a pique.

Dragones han existido muchos. Y los dragones son  creíbles o no según la calidad del departamento de efectos especiales. Ya en los tiempos del cine mudo nos deleitamos con ellos.

Fritz Lang se encargó de llevar a las imágenes la historia de Sigfrido en “El anillo de los nibelungos”. Ahí no sólo teníamos anillos, sino también dragones.

Siempre hemos pensado que esta epopeya que huele a Wagner debería de ser objeto de una nueva adaptación cinematográfica respetando todas sus ingenuidades.

Recordamos también a “Dragonslawyer”, película dirigida por Matthew Robbins allá por 1981 y que protagonizaba Peter MacNichol. Esta cinta no fue muy bien acogida por las audiencias, pero a nosotros, en su momento, nos hizo pasar un rato de lo más agradable.

La verdad es que no se pueden hacer demasiadas cosas con los dragones. O los matas o te haces amigo de ellos. Paras matar dragones ya tenemos a San Jorge.

Para hacerse amigo de ellos la casa Disney creó aquella fantasía musical que se titulaba “Pete’s dragon” o, si se quiere “Mi amigo, el dragón”.

Algo similar de amistad con dragones a los que incluso se les puede dar la mitad del corazón, teníamos “Dragonheart” donde Dennis Quaid era el protagonista y Sean Connery, como todo un veterano , se encargaba de poner la voz al legendario animal.

RATONES

Digamos que nadie simpatiza con estos animales bastante asquerosos, que por cierto que el cine de una manera u otra ha reivindicado.

Varios de los personajes animados más populares han sido ratones. Ahí tenemos al ratón Mickey, marca de fábrica de la casa Disney. Ahí también al pobre Jerry, siempre perseguido por el gato Tom. Por ahí se acerca el ratón Pérez, ese que deja regalos debajo de la almohada cuando se les caen los dientes de leche a los niños. Y fuera del mundo de la animación, el Celuloide nos ha presentado muchas otras historias de ratones como aquella de “Mousehunt”, que dirigiera Gore Verbinski.

Ahora volvemos a los ratones con “Flushed away”, pero tenemos que repetir una vez más que la animación no es ni nuestro fuerte ni nuestra predilección.

ERAGON

(Título original: Eragon, Dir:Stefen Fangmeier, Int: Edward Speeders, Jeremy Irons, John Malkovich, Sienna Guillory, Robert Carlyle)

No se ocultan ni por un momento sus intenciones de convertir esta película en una saga que alcance el éxito de “El señor de los anillos”. Una cosa, sin embargo, son las intenciones y otra los resultados.

“Eragon” como cine, a pesar de la calidad de su fotografía y de los extraordinarios efectos especiales es monótona, desabrida y falta de vida. El guión, además de confuso es torpe en diálogos y acciones. La trama se pierde o no interesa. La edición tampoco contribuye en nada a despertar nuestras emociones.

Talvez los niños y los adolescentes aplaudan estas aventuras del campesino que encuentra un huevo de dragón pero nosotros, a estas alturas, ya no estamos para eso.

Actores de prestigio rodean a un protagonista lo suficientemente atractivo como para hacer suspirar a las quinceañeras. Tanto Jeremy Irons como Robert Carlyle demuestran su profesionalismo, aunque ambos son conscientes de que estos no son los mejores roles de sus respectivas filmografías.

Ojo con las salas de cine donde se proyecta la película ya que pudiera encontrarse con una versión doblada y las cosas se pondrían muchísimo peor.

Calificación: 2 (Regular)

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