7 días de cine
Enmascarados, parodias y picahielos

7 días de cine <BR><STRONG>Enmascarados, parodias y picahielos</STRONG>

El cinéfilo necesita revestirse con una máscara de ingenuidad a la hora de sentarse en la sala a contemplar cierto tipo de películas. Por lo general esas películas donde la fantasía resulta ser un factor esencial se basan en cómics o en novelas escritas hace ya décadas cuando el mundo era un lugar mucho más placentero para vivir. También pueden ser “remakes” que prefieren conservar, al menos, ciertos rasgos de las originales.

La gran literatura ha recurrido, sin embargo, en ocasiones al uso y recurso de las máscaras y de esta manera Capuletos y Montescos pueden unirse en un baile de disfraces donde Romeo quedará prendado de la bella Julieta.

Hoy nos ocuparemos de los héroes de folletín o de “paquitos” que, por las razones más diversas, tienen que ocultar su verdadera identidad tras una máscara aunque, en algunos casos, se justifique tan poco como aquella que perennemente lleva Santo, el enmascarado de plata, el fabuloso luchador mexicano que no sólo sube al ring para enfrentarse a los más peligrosos contendientes , sino que además es capaz de luchar contra todas las fuerzas del mal, incluyendo monstruos y vampiros.

Difícil resulta identificar al Santo, porque sólo nos deja al descubierto los ojos y los labios.

Ahora bien, en otras oportunidades, hay que ser muy tonto para no darse cuenta de que esa persona que ahora adopta otra identidad, es la misma a la que acabábamos de ver con otro atuendo.

Así, Supermán, procedente del planeta Krypton, es musculoso como ninguno y, no obstante eso, cuando adopta la personalidad de Clark Kent, parece un alfeñique.

Le basta sólo con ponerse y quitarse unas gafas en una cabina telefónica, eso sí, a la velocidad más inaudita, para que todo cambie de repente.

“El fantasma”, que vive allá en una selva donde nadie conoce a Tarzán, también tiene su traje especial y su máscara.

“El hombre araña” oculta su identidad lo mismo que un “Daredevil”, pero aún no sabemos cómo es posible que nadie se de cuenta de que aquel Don Diego es el mismísimo Zorro ya que un simple antifaz y un sombrero negro no bastan para disimular los rasgos de una persona.

“Batman”, que es el rival número uno de Supermán en aquello de la popularidad, es otro de los que no salen de la baticueva sin cambiar de vestuario y, desde luego que se nos quedan muchos otros superhéroes que necesitan disimular su apariencia de alguna manera a la hora de entrar en acción y de tratar de salvar al mundo.

Tal sería el caso de “La sombra” a quien se trató, sin demasiada fortuna, de revivir para el celuloide con la figura de Alec Baldwin.

Quisiéramos olvidarnos, pero nunca hemos podido, de “The mask”, aquella pretendida comedia que protagonizara un Jim Carrey decidido a conseguir exasperarnos, asunto este que conseguía plenamente.

Con las mujeres sucede un poco de lo mismo y vestidas de las más estrafalarias maneras andan “La mujer maravilla” y “Gatúbela”.

Con una asombrosa aceptación por parte del público y de la crítica, nos llega “V…de venganza”, donde  vamos a tener a uno de estos individuos que llevan una máscara.

Ahora bien, tenemos que aclarar que no todos los enmascarados son como “El llanero solitario” y otros heróicos. Los hay que ocultan su rostro por muchos motivos.

“El fantasma de la ópera” tiene su rostro desfigurado y eso será lo mismo que le pase al otro fantasma, al de Brian, al del Paraíso.

“El prisionero de la máscara de hierro”, por motivos muy ajenos a su voluntad, ha tenido que ocultar su rostro y ya ustedes saben lo que le sucedió al “Darkman”, de Sam Raimi.

Algunos de estos individuos que quieren llegar a confundir con el asunto del cambio de la personalidad han ido mucho más lejos no conformándose con el uso de una simple máscara.

Recuerden ahora a John Travolta y a Nicolas Cage cuando intercambiaban rostros en la cinta de un Jon Woo, cuando todavía sus películas despertaban un marcado interés para el público y la crítica. La película en cuestión, ustedes lo saben, era “Contracara”.

A sabiendas de que se nos quedan muchos, muchos enmascarados por ahí ,vamos a continuar con otro tema.

PARODIAS

No conocemos la fecha exacta en la que el cine empezó a ocuparse de películas que se burlaban de otras películas, pero sí podemos señalar que existió un “boom” de las mismas cuando se proyectaron cosas como “Locademia de policía”, “¿Dónde está el piloto?” y, sobre todo, “Top secret”.

Cualquier película de moda, de esas que habían sido muy populares entre los espectadores, era objeto de burla no importando que la original se titulase “Aeropuerto”, “El exorcista” o “Fiebre de sábado por la noche”.

Este tipo de filmes gustó y llegó a recaudar millones de dólares en boletería hasta que un buen día nos cansamos de Leslie Nielsen y de sus compañeros.

Algunas de estas series, porque todas estas cintas originaban segundas, terceras y cuartas partes, sobrevivieron y, de vez en cuando, reaparecen en las carteleras.

Eso es lo que sucede ahora con “Una película de miedo 4”.

“Scary movie 4”, al igual que sus predecesoras, va recolectando por aquí y por allá, entre las cintas más exitosas y  una vez haya conseguido el material suficiente, forma una especie de largometraje formado por gags y sketches con muy poca coherencia y escasa continuidad.

Pero nada de esto importa demasiado si se consigue, de vez en cuando, la carcajada de la audiencia. Y eso es algo que casi siempre sucede.

De antemano sabemos que “La guerra de los mundos”, de Spielberg no se va a escapar de esta burla ni mucho menos las cintas japonesas, ahora tan en boga, que lidian con el terror visto desde una óptica muy especial.

Confesamos que, por muy malas que sean estas películas, nosotros también hemos sucumbido a su atractivo y, aunque nos produzca vergüenza, tenemos que confesar habernos reído con ellas en más de una ocasión.

Esperamos que ahora vuelva a sucedernos lo mismo.

PICAHIELOS

Los popularizó, como arma mortal, la Sharon Stone de “Bajos instintos” que ahora, después de los años, vuelve a la carga con una secuela que nunca debió de haber existido por aquello de que Sharon alcanzó el estrellato cuando ya entraba en la madurez y su estatus de “sex symbol”, por leyes de la naturaleza, no iba a durar demasiado.

Infructuosamente la actriz intentó convencer a Michael Douglas para que repitiera con ella, pero ya se sabe que Michael es reacio a estas cosas y tiene muy buen ojo cuando rechaza ofertas teniendo en cuenta el resultado de “La pirata” cinta en la que Geena Davis tuvo que conformarse con Mathew Modine.

Lo que sí se consiguió fue a un director de cierta pericia como Michael Caton Jones (“Rob Roy”) que, sin embargo, según las opiniones de críticos y públicos del extranjero, no ha dado “pie con bola”.

Lo sentimos por Sharon, aún bellísima, inteligente como la que más y luchadora por la vida.

Estuvo fuera de circulación demasiado tiempo, a pesar de las “Flores rotas” y los espectadores prefieren poner en pausa el DVD de la primera parte de “Bajos instintos” justo en el momento en el que cruza y descruza las piernas.

V… DE VENGANZA

Título original: V… for vendetta, Dir: James McTeigue, Int: Natalie Portman, Hugo Weaving, Stephen Rea, Stephen Fry, John Hurt, Sinead Cusack.

A priori pudiera parecer que esta cinta sigue el esquema de muchísimas otras del género. Tendremos así al enmascarado justiciero, al tirano, a la ciudad oprimida, a la bella muchacha (no tan bella pues, Natalie Portman luce bastante demacrada durante buena parte de la película), que es rescatada por el héroe.

Cuando la vemos encontramos entonces marcadas diferencias ideológicas, algunas tan arriesgadas como esa oda y justificación al terrorismo que se subraya una y otra vez durante todo el desarrollo de la trama.

Este punto de vista es lo que ha enfrentado al autor de la novela gráfica con los guionistas y el director.

Los guionistas, a propósito, no son otros que los hermanos Warshovski, los mismos responsables de la trilogía de “Matrix” y de aquella excelente “From hell”, con la que “V… de venganza” se hermana en muchos aspectos.

Hay aquí muchos guiños de ojo. John Hurt, oprimido en “1984” por el “big brother” pasa ahora a ser el opresor, mientras que los paralelismos con “El fantasma de la ópera” son más que evidentes.

Muy bien realizada y con un “climax” espectacular, “V… de venganza” tiene la rara virtud de satisfacer por igual al público y a la crítica.

Que sea peligrosa en su mensaje, que luzca arriesgada en muchos aspectos de su argumento, es cierto pero eso solo contribuye a hacerla más personal e interesante.

En definitiva, el filme puede interpretarse también como un canto a esas minorías que, por pensar de forma diferente han sido oprimidas por los siglos de los siglos.

No la eche a un lado en las carteleras. Es la película que hay que ver en estos días.

 Calificación: 4 (Muy buena)

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