Fútbol
De todas las películas que giran en torno al mundo del fútbol destacaríamos una que no es precisamente la favorita de los amantes de este juego por su tono sombrío y su amargura existencial. Jamás fue una película comercial, pero sí un filme elogiado por la crítica y representativo de un movimiento tan importante como el free cinema inglés de los sesenta.
Se titulaba El llanto de un ídolo en Latinoamérica y El ingenuo salvaje en España, aunque internacionalmente se le conoce por su original: This sporting life.
Protagonizada magistralmente por Richard Harris y Rachel Roberts estaba dirigida por Lindsay Anderson, el mismo realizador que, más adelante, nos brindaría If y Un hombre de suerte.
Algunos dirán que aquel deporte presentado en las imágenes no era fútbol en sentido estricto sino rugby, mucho más violento y con un sentido simbólico en esa historia que concluía con nuestro protagonista totalmente embarrado en el fango.
John Huston reunió a un elenco muy popular a la hora de filmar su Escape a la victoria (Victory).
Allí estaba un Silvester Stallone en su etapa de gloria acompañado de Pelé y de actores tan brillantes como Michael Caine y Max Von Sydow.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los prisioneros en un campo de concentración nazi se enfrentan a sus verdugos en un juego de fútbol con el propósito de escaparse a mitad del partido, aunque el amor al deporte pueda más que las ansias de libertad.
No estábamos frente a lo mejor de Huston, pero lográbamos emocionarnos y entretenernos.
Algo muy similar acontecía en The longest yard que ya ha sido objeto de dos versiones, una protagonizada por Burt Reynolds (que también tiene un rol en la segunda) y otra por Adam Sandler.
La primera, la de Robert Aldrich, era un drama cargado de violencia. La segunda pretendía ser una comedia y se perjudicaba del cambio de tono.
En ambas nos encontrábamos con los prisioneros de una cárcel de La Florida teniendo que enfrentarse a sus guardianes en un partido de fútbol.
Desde luego que la temática resultaba familiar.
La directora Gurinder Chadha, nacida en Kenya, de origen hindú, rodó en Inglaterra Bend it like Beckham y obtuvo un gran éxito al contarnos la historia de una muchacha crecida en el seno de una familia muy tradicionalista que desea, a toda costa, jugar fútbol y se escapa a Alemania para jugar un partido.
Las interioridades del mundo del deporte, específicamente del fútbol, son develadas en Any given Sunday, contundente filme de Oliver Stone que protagonizaron en 1999, Al Pacino y un emergente Jaime Fox.
Eso mismo había hecho años atrás, en 1979, el realizador Ted Kotcheff cuando rodó North Dallas Forty, donde teníamos en los papeles principales a Nick Nolte y a Bo Svenson.
El tema da para mucho y quedarían por mencionar muchísimas cintas europeas como Los héroes del domingo. Sin embargo, hay que abordar otras cosas y distribuir los espacios.
ADULTERIOS
No se trata de simples engaños conyugales ni de aventuras extraconyugales con cualquiera, sino de aquellas que tienen cierto matiz incestuoso como es el caso de La mujer de mi hermano que, basándose en la novela escrita por Jaime Baily, se estrena esta semana en nuestras salas.
Precisamente en Junebug, donde Amy Adams está nominada al Oscar de este año en la categoría de secundaria, tenemos a un muchacho de pueblo que confunde los gestos de cariño de esa cuñada citadina a la que acaba de conocer e intenta sobrepasarse con ella.
Recordamos en Damage, la maravillosa película de Louis Malle, las relaciones que sostenía Jeremy Irons con Juliette Binoche, la novia de su hijo.
Algo similar pasaba en La presa erótica de Roger Vadim, que era una adaptación de Emile Zola y contaba con Jane Fonda en el reparto.
En Laurel canyon la cosa iba lejos, mucho más lejos, pues la directora Lisa Cholodenko se atrevía a hablarnos de relaciones suegra y nuera.
Ahora bien, la cinta francesa Ma mere rompe todo tipo de fronteras y prohibiciones, ya que allí se establece una relación incestuosa madre e hijo que implica a otros terceros y nos conduce a lo decididamente nauseabundo.
En Deseo bajo los olmos, adaptación que hiciera Delbert Mann de la archiconocida obra teatral de Eugene ONeill, Anthony Perkins se enamoraba de Sophia Loren que era la nueva esposa de su padre.
En Mother, una señora ya entrada en años, se convierte en la amante del novio de su hija.
En la cubana Los pájaros tirándole a la escopeta había una relación de consuegros.
Y si nos vamos al cine español encontraremos otros tantos ejemplos similares.
Bástenos aquí con cintar Mi hermano del alma de Mariano Barroso, en la que también el protagonista se sentía atraído por la mujer de su hermano.
Y pasemos a otro tema.
SUSPENSES AÉREOS
Apenas han transcurrido unas semanas desde que se estrenara en nuestras salas la película Flightplan que protagoniza Jodie Foster y ya tenemos en los cines otro suspense que se desarrolla en el interior de un avión.
Red eye dirigida por Wes Craven mantiene el interés de principio a fin y sobrepasa con creces a ese Plan de vuelo mucho más absurda y pretenciosa.
El estreno de este filme nos lleva a recordar los tiempos en los que se pusieron de moda las cintas sobre accidentes aéreos, secuestradores y esas cosas.
Digamos que Aeropuerto marcó un verdadero hito en el cine comercial de los setenta.
Dirigida con eficacia por George Seaton contaba con un reparto espectacular con nombres como los de Burt Lancaster, Dean Martin, Jean Seberg y Jacqueline Bisset.
La veterana Helen Hayes se ganó el Oscar como secundaria y la trama tenía como base la novela de Arthur Hailey.
Tan exitosa fue que dio origen a secuelas como Aeropuerto 77 y Aeropuerto 79, continuando con la misma fórmula de los repartos numerosos y los rescates hasta que el agotamiento dio paso a las parodias, algunas tan divertidas como Airplane que, por supuesto, tuvo también su continuación.
Pero, antes de que esta serie se diera a conocer, Hollywood ya había experimentado con los suspenses aéreos.
La película Julie, que en 1956 dirigiera Andrew L. Stone y que protagonizaran Doris Day y Louis Jourdan, nos contaba la historia de una azafata que, en pleno vuelo, estaba amenazada de muerte por el psicópata protagonista.
No nos vamos a detener aquí en todas esas otras cintas al estilo El señor de las moscas o Los supervivientes de Los Andes, donde un accidente aéreo lleva a enfrentar situaciones límites. Y es que de hacerlo no acabaríamos nunca, pues tendríamos que pasar desde Las arenas del Kalahari hasta El vuelo del Fénix, atravesando por el camino muchísimas otras cintas.
VUELO NOCTURNO
Título original: Red Eye, Dir: Wes Craven, I: Rachel McAdams, Cillian Murphy, Brian Cox, Angela Paton, Laura Johnson, Jayma Mays
Wes Craven, que rodara en nuestro país La serpiente y el arcoiris, ha dedicado con la excepción de Música del corazón, su filmografía al suspense y el terror.
Creador de Pesadilla en la calle, ese sólo hecho le llevaría a figurar en cualquier antología del género.
Craven no se ha limitado a eso y ha rodado mucho, talvez demasiado.
A veces ha realizado cintas indignas de su talento y, otras veces, ha conseguido sucesos comerciales tan notables como los de Scream.
Ahora nos deleita con la que pudiera ser la mejor película de su carrera, situación que nos toma de sorpresa.
Red eye es una cinta precisa, muy bien pensada, angustiosa, densa y absolutamente impactante y entretenida.
Una gran parte de su metraje sucede en el reducido espacio existente entre dos asientos de avión en clase turista.
Y no es nada fácil, así, mantener al público en vilo.
Repetimos, otra vez, que Rachel McAdams se perfila como una auténtica estrella.
Calificación: 4 (Muy buena)
LA MUJER DE MI HERMANO
(Título original: La mujer de mi hermano, Dir: Ricardo de Montreuil, Int: Barbara Mori, Christian Meier, Manolo Cardona, Gaby Espino, Beto Cuevas, Bruno Bichir, Angélica Aragón)
Jaime Bayly, después del espectacular éxito editorial de No se lo digas a nadie y Fue ayer y no me acuerdo, se ha visto obligado a escribir y a escribir volviéndose cada vez más reiterativo y predecible. Sin embargo, hay todavía en sus páginas mucho humor ácido que nos atrae y nos lleva a no abandonar la lectura de sus novelas.
La mujer de mi hermano sigue la misma línea y tiene elementos tentadores para cualquier director fílmico.
De Montreuil ilustra el texto con elegancia, aunque hubiéramos preferido un poco más de calidez.
Los actores saben comportarse y Bruno Bichir, en un rol secundario, vuelve a demostrar su gran talento y versatilidad.
Lástima que Beto Cuevas, a quien vemos por vez primera en estos menesteres, asuma un rol de sacerdote forzado y gratuito que pudo haberse eliminado sin que la historia sufriese en lo más mínimo.
Calificación: 3( buena)