7 días de cine
Consideraciones acerca de nuestro cine

<STRONG>7 días de cine</STRONG><BR>Consideraciones acerca de nuestro cine

Cuando salga esta columna estaremos en el Ecuador participando como miembros del jurado en el Primer Festival Internacional de Cine de Guayaquil.

Por tal motivo no podemos escribir de las películas que se han estrenado en nuestras carteleras, aunque sí darles algunas informaciones acerca de las mismas. Según tenemos entendido, los dos estrenos de esta semana iban a ser “ John Tucker must die” Y “La tragedia Llenas: Un código 666”.

“John Tucker must die” nos huele a comedia intrascendente de escasa calidad y poca originalidad, ya que lo que sabemos de su argumento se asemeja demasiado a muchas otras películas donde un grupo de mujeres despechadas intentan vengarse del que fuera su novio.

Como referencia pondremos “Tres en el desván”, pero hay muchas, muchas otras.

“La tragedia Llenas: Un código 666”, de Elías Acosta, es otra cinta dominicana en un año asombrosamente prolífico para el cine dominicano.

Hace unos días nos enteramos de que otro largometraje de nuestro país, “Criando violencia”, iba a ser estrenado de forma muy original, en un colmadón cercano al lugar donde se rodaron muchas de sus principales secuencias.

“Criando violencia” pertenece a esa otra faceta del cine dominicano, al “alternativo” o “Underground”, que se realiza sin dinero “contra viento y marea”, y que no tiene cabida en las principales salas comerciales. Y es este un cine al que amamos de corazón, insólito e imperfecto, pero lleno de sinceridad.

Vimos “La tragedia Llenas” antes de estar lista su edición definitiva. Por tales motivos preferimos dejar nuestros comentarios para cuando podamos verla tranquilamente y en una copia de 35 milímetros.

Les podemos adelantar que Elías Acosta es uno de nuestros mejores fotógrafos, que el grupo de actores seleccionados es de lo mejor que se puede encontrar entre nuestra juventud (Frank Perozo, Fausto Rojas, Sharlín Taulé y Josué Guerrero), y que se basa en un hecho que conmovió los cimientos de nuestra sociedad hace unos años.

Aclaremos, sin embargo, que se basa en una novela escrita por Ángel Lockward, con nombres cambiados y dejando rienda suelta a la imaginación.

Pero no queremos elucubrar ni que se nos malinterprete.

Bueno o malo defendemos al cine dominicano y tratamos de que se difunda. Eso sí, exhortamos a todos los productores y directores a reflexionar de aquí en adelante.

Hemos arrancado. Ahora necesitamos superarnos. El 2007 será crucial para eso.

Y, para ese futuro próximo tendremos el “Sankypanky”, de un Pinky Pintor que un día de estos nos puede dar una gran sorpresa, “El sistema”, “Operación: Patakón”, “Crimen”, “Trópico de sangre” y los proyectos de Robertico Salcedo y de Alfonso Rodríguez que ya han demostrado que saben conectar con las grandes audiencias.

Además, señores, los dominicanos tenemos que estar muy orgullosos del triunfo de César Rodríguez en el festival de Montreal, donde se creó para él el premio “Innovación”.

Su película “Ruido” es producción boricua, pero César es dominicano como el que más.

Y no crean que tenía el dinero de sobra o que “Ruido” es una de esas producciones de la gran industria. Talvez costó menos que muchas de las que se han hecho por acá.

Ahora bien… Ahí hay talento, mucho talento.

Lo mismo sucede con todos esos muchachos de Nueva York que hacen cine dominicano y son ignorados en su Patria.

Es una vergüenza que nuestro gran público siga desconociendo el “Círculo vicioso”, de Nelson Peña. Cada vez que la revisamos, y ya van muchas veces, la encontramos mejor.

Lástima que, por falta de alicientes, estos muchachos no continúen en el mundo del largometraje.

“El círculo vicioso” ganó el Premio del Público en un festival de Puerto Rico y ni así pudo encontrar una buena distribución en Santo Domingo. Más vergonzoso resulta el hecho de que películas dominicanas jamás hayan logrado estrenarse por acá.

Algunas fueron francamente malas como la titulada “¡Qué viva el merengue!” y que interpretaban Sergio Vargas y Johnny Ventura. Otras, por el contrario, tenían sobrados méritos para encontrar un hueco en la cartelera e incluso habían participado en festivales en América y Europa. Ese es el caso de “Pasaporte rojo”, una cinta que puede ponerse al lado de muchísimas otras cuya finalidad es entretener al público en base a la acción, con la salvedad de que se trataba de nuestra acción y que la trama tenía implicaciones con nuestra problemática social.

“Washington heights” es otra de esas películas que hace tiempo debió de figurar en la programación de nuestras salas de cine.

Tanto “Pasaporte rojo” como “Washington heights” fueron aupadas por la Muestra Internacional de Cine, pero luego no encontraron la distribución adecuada.

El director de “Pasaporte rojo”, Alfredo de Villa, es mexicano y vivió muchos años cerca de los dominicanos en Nueva York y nos conoce mejor que nadie. Además, esa cinta está fotografiada por Claudio Chea, nuestro fotógrafo más internacional. Tiene su base en escritos de Junot Díaz y está protagonizada por Manny Pérez, otro actor nuestro al que se le ignora por acá lo mismo que se ignora al Loui Leonardo de “End of the spears”, cinta que protagoniza.

Es hora de reflexionar y de unir ideas. Tanya Valette está organizando una especie de cónclave con los miembros de nuestra industria ahora que la ley de cine va a ser pronto un hecho.

No se puede desfallecer ni ahuyentar a las audiencias. Tenemos que darnos a conocer al mundo en festivales, semanas y muestras, pero con un producto que valga la pena.

Sólo hay que apoyarse, recapacitar, reconocer las críticas y echar hacia delante.

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