Desde que se pisa el primero de los siete escalones que conducen a la puerta principal de la Escuela Nacional de Artes Visuales, se siente un ambiente diferente. Una vez allí, el aire huele distinto, se siente más ligero. Y es que la fantástica conjugación de olores, mezcla de pinturas, barro… indican que estamos rodeados de puro arte.
Al recorrer las aulas de los cuatro niveles de esta escuela, se puede constatar que los estudiantes ni se inmutan a nuestro paso, están ahí… sumergidos en su mundo, concentrados en sus creaciones… en su arte.
Para muchos, este es un remanso de paz donde a través de sus esculturas, pinturas, dibujos y grabados pueden olvidar sus problemas familiares, padecimientos físicos, emocionales…
Este centro, que ha sido la cuna de nombres como Yoryi Morel, Cándido Bidó, Ángel Haché, Marianela Jiménez, Elsa Núñez, Guillo Pérez… aun a sus 75 años sigue formando a las grandes generaciones de artistas criollos que se encuentran pisando fuerte en las artes locales e internacionales.
Una casa. Para la estudiante Rocelyn Paulino, quien se encuentra cursando sus últimas materias, más que un centro educativo, este lugar ha sido una casa, un rincón especial, un refugio.
Confiesa que su paso por la escuela ha significado una grata experiencia y está muy orgullosa de permanecer a ella, pues “la escuela capacita muy bien, te prepara, te educa, te enseña y te orienta”.
De su lado, Eric Genao Aude, director de la institución que es una dependencia de la Dirección General de Bellas Artes, señala que los 75 años del centro están bien representados, pues muchos egresados se encuentran presentando su arte a nivel local y en el exterior.
“Todos estos años representan el fruto de una cantera de estudiantes que son y serán los grandes artistas del país”, destaca.
Cambios. Esta institución de nivel medio en arte tiene como materias principales de su pensum académico dibujo, pintura, escultura, grabado, anatomía artística, historia del arte y perspectiva, desde la fecha en que fue fundada: agosto de 1942.
“Antes era solo una escuela de artes plásticas, pero ahora su nombre es Escuela de Artes Visuales. Comprendo que las técnicas tradicionales son importantes y se deben mantener, pero debe hacerse honor al nombre que lleva en la actualidad e incorporar otras disciplinas de las artes visuales”, dice el director.
Agrega que su mayor deseo es poder posicionar la escuela en otro nivel más contemporáneo, más moderno.
Además, quiere que se haga una reforma curricular que permita que los estudiantes salgan con un título de un técnico superior o grado superior, en lugar de nivel medio.
La estudiante Rocelyn Paulino coincide con el director y señala que “estamos viviendo en un tiempo tecnológico y la escuela necesita actualizarse, porque no podemos quedarnos en décadas pasadas”.
Respecto a lo de un nivel superior, afirma que muchos estudiantes se quejan, puesto que cuando salen deben hacer una licenciatura, donde vuelven a cursar las mismas materias.
Requisitos y métodos de enseñanza. Para ingresar a la Escuela Nacional de Artes Visuales los jóvenes solo requieren haber aprobado el octavo grado, estar cursando el bachillerato y tener más de 14 años.
La carrera tiene una duración de cuatro años. Una vez dentro, deben hacer el preparatorio que implica un período de cuatro meses, para luego entrar a las materias troncales de la profesión.
Genao Aude, señala que la escuela tiene 26 profesores y unos 600 estudiantes.
En cuanto a la estructura, apunta que cuenta con cuatro niveles integrados por varias aulas, dos salas de exposiciones y un salón audiovisual. Una vez al año se hacen exposiciones mostrando los trabajos de los alumnos.
Sobre los métodos de aprendizaje, Félix Manuel Soñé, quien lleva casi 27 años impartiendo clases de escultura, molde y vaciado, indica que primero enseña los conceptos básicos del arte para luego adentrar a los alumnos en los trabajos prácticos.
Señala que como la mayoría de estudiantes son de escasos recursos, utiliza varias tácticas para que ellos no tengan que incurrir en grandes gastos para la compra de los materiales.
“Trato de hacer que no tengan que comprar casi nada. Uno de los métodos que llevo a cabo es que en los primeros cuatro ejercicios, los pongo a reciclar, para tener ese barro para los próximos estudiantes”, asegura.