800 mil haitianos ilegales

800 mil haitianos ilegales

POR MARIEN A. CAPITAN
Aproximadamente el 85% del sector informal de vendedores ambulantes de jugo de china, agua de coco y guarapo de caña son haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana que ofrecen sus servicios a consumidores esencialmente dominicanos, aseguró ayer el ex cónsul de Haití en el país, Edwin Paraison. Paraison acoge como bueno y válido el número que ofrece la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO): 800 mil.

Paraison dijo que no puede precisar de cuántos ciudadanos está hablando, porque ni Haití ni la República Dominicana tienen estadísticas confiables al respecto. De ellos, sin embargo, sólo 5 mil están en condiciones legales.

Estos datos, ofrecidos durante el «Foro por Preservación de la Paz y la Amistad Domínico-Haitiana», que fue realizado ayer por el Diálogo Domínico Haitiano de las Iglesias Evangélicas, el Servicio Social de Iglesias Dominicanas (SSID), el Centro de Estudios y Asistencia Jurídica (CEAJURI), el Centro Dominicano de Asesoría e Investigaciones Legales (CEDAIL) y el Centro Cultural Domínico Haitiano (CCHDH).

Durante este foro también intervino la antropóloga Rachel Ducett, quien habló acerca del caso de Hatillo Palma, donde hace dos meses dos haitianos asesinaron a Maritza Núñez e hirieron gravemente a su esposo. Este crimen trajo consigo una oleada de repatriaciones.

Hablando de esta comunidad, Ducett indicó que tras los hechos de violencia que se originaron después del asesinato, la gente de la zona se reunió para buscar una salida amigable al conflicto puesto que ellos están conscientes de que sin la mano de obra haitiana la producción agrícola del área se cae: el 80% de los obreros que se encarga de producción bananera son haitianos. Prácticamente ninguno de ellos, sin embargo, posee un pasaporte, un carnet de identidad o un permiso de trabajo.

Coincidiendo con Paraison, Ducett apuntó que estos haitianos, como los que trabajan en las construcciones o en los ingenios, hacen el trabajo que los dominicanos se niegan a hacer.

Ampliando la idea, Paraison expresó que el dejar de lado la economía agrícola para ir detrás de una de servicios, los dominicanos están abandonando los campos. En consecuencia, las tareas agrícolas las están desempeñando los haitianos.

LAS INVERSIONES EN EL PAIS

Cuando se trata de Haití no sólo se puede hablar de vendedores ambulantes o de obreros: las inversiones que los empresarios haitianos han hecho en proyectos turísticos y en la banca nacional ascienden a mil millones de dólares.

En cuanto a la pequeña y mediana empresa, los negocios de haitianos están evaluados en unos US$100 millones de dólares. Estos negocios, precisó Paraison, son muy variados: empresas de zonas francas, fincas de producción de flores para la exportación, compañías de transporte terrestre, bienes raíces,  restaurantes ubicados en el Malecón y en el «pequeño Haití», pequeños hoteles y centros de llamadas en barrios populares, pequeñas casas de cambio, heladerías y tiendas de ropa, celulares, entre otros.

En otro capítulo, Haití es el segundo comercial de la República Dominicana: las exportaciones al país vecino superan los US$800,000.

Pasando al turismo, Paraison explicó que durante los cinco fines de semana largos que tienen durante el año, los haitianos suelen venir a la República Dominicana. Cada uno de estos asuetos le genera al país US$3 millones.

Respecto al turismo haitiano de la diáspora, que antes iba a Haití a reunirse con sus familiares, Paraison indicó que la mayoría de ellos están viniendo a la República Dominicana para ver a los suyos. La seguridad, indicó, es la culpa de ello. ¿Qué representa eso? Que una buena parte de los US$200,000 que ellos gastaban en Haití se queda aquí.

Dejando de lado el tema económico, Paraison solicitó que los dominicanos apoyen la solicitud que acaba de realizar «Solidaridad Fronteriza»: que se dé una amnistía a los haitianos que pueden probar que llevan al menos cinco años viviendo en el país.

Otra solicitud que hizo el ex diplomático, es que se lleve sosiego a la familia migrante haitiana mediante programas públicos que los ayude a insertarse socialmente, tal como los que se aplican en otros países a favor de dominicanos y de haitianos.

Finalmente, Paraison se quejó de que los políticos dominicanos utilizan el tema haitiano para desviar la atención de la ciudadanía cuando se discute cualquier asunto polémico. También, aunque de forma malintencionada, lo utilizan durante las campañas electorales. Ambas actitudes, lamentó, fomentan el antihaitianismo.

Publicaciones Relacionadas