911 forense

911 forense

A mediados de la década  de los setenta del pasado siglo XX la maestra del preescolar entrenó a nuestra hijita  en el marcado telefónico de emergencia en caso de fuego, o señal de maltrato físico o verbal en el hogar.

Recuerdo haberle hecho una advertencia a la niña en voz alta y la amenaza no se hizo esperar. Mirándome a los ojos con firmeza expresó que si insistía en hablar en ese tono e intensidad de voz llamaría al 911.

Me costó  gran esfuerzo convencerla de que no se trataba  de amedrentarla, al tiempo de prometerle que cambiaría el modo de hablarle cuando de corregir alguna conducta anómala se tratara. Afortunadamente ella nunca se vio en  la necesidad de hacer uso de ese recurso de comunicación para su protección. Desde finales de 1968 los Estados Unidos establecieron en todo su territorio el discado de ese número para pedir socorro ante cualquier urgencia.

En el sistema anglosajón la fecha se escribe empezando por el mes seguido por el día y precisamente fue en un once de septiembre que se produjo el trágico derribo de las torres gemelas de Nueva  York. Como otra coincidencia de vida nosotros contabilizamos 911 autopsias en el período comprendido entre el día primero de enero de 2012 y el 31 de mayo de este año.

Al paso que vamos terminaremos el 31 de diciembre con más de dos mil procedimientos de necropsias muchos de cuyos casos corresponden a muertes evitables. El 64% de los fallecimientos (583 casos) analizados en esos cinco meses son de estirpe violenta, e incluyen homicidios, accidentes y suicidios.  Los  398 homicidios ocurrieron  mayormente en gente joven, con un rango de edad entre los 17 y treinta y cinco años.

En la ejecución de dichos actos criminales  predominaron las armas  de fuego, dejando al machete y al cuchillo solamente un veinte por ciento. Entre defunciones accidentales tenemos el trauma vehicular, los electrocutados, precipitación al vacío y los ahogamientos. Las causas naturales sumaron 324 para un 36% del total. De ellas tenemos 50 niños y 24 muertes maternas. Las madres fallecidas eran adolescentes con trastorno hipertensivo del embarazo en su mayoría. Los individuos que murieron súbitamente mostraron enfermedad arteriosclerótica coronaria asociada a hipertensión arterial o diabetes mellitus.

¿Qué nos indican estos datos? Sencillamente que muchos dominicanos se mueren a destiempo, que hay una gran cantidad de fallecimientos que se pueden prevenir con medidas que cuestan poco pero que a mediano y largo plazos mejoran la calidad y la cantidad de vida de la población. Corregir lo que está mal, así reza uno de los eslogan de campaña del hoy presidente electo, compañero Danilo Medina Sánchez.

 Hacer lo que nunca se hizo implica una nueva política de atención sanitaria con calidad, que sirva a todos los habitantes sin distinción de rango social, económico, étnico, religioso, género, parcela política ni nacionalidad.

Las cifras estadísticas registradas por medio de las autopsias ofrecen evidencias objetivas y científicas que señalan el porqué se mueren los niños, las embarazadas y la gente joven. El diagnóstico está hecho, falta el tratamiento. ¡Ojalá que no haya que marcar el 911!

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