Relatos para reír

Relatos para reír

«Relatos para reír o al menos para sonreír», una obra adulta de doña Niní de Sánchez, intelectual que destila en las páginas de este libro chispas de ingeniosidad, que en ocasiones provocan en el sector una risa incoercible.

María Teresa de Sánchez sorprende con su mundo de decorosas bromas, aquellas que la hacen diferente y por tanto humana, en un mundo donde la risa se ha evaporado, por efecto del capitalismo exterminador subdesarrollado que mata ilusiones, ideales y simpatías. Toda esa realidad tan imponente que se concretiza en la idolatría del dólar, la permanencia del dolor, la opresión, el estrés y cuantos desencuentros provoca el sistema exigen una respuesta. Como la respuesta definitiva es más de Dios que del hombre, no está demás reír y sonreír, apurar hasta las heces los momentos felices, las circunstancias chispeantes, la humanidad cotidiana, la barbarie o la barbaridad moderna, porque al fin y al cabo asistimos a una comedia en la que a veces somos comediantes y en otras espectadores.

Desentrañar la batahola infernar de la vida presente es cosa que llevaría a muchas páginas de sociología o de sicología social, pero al final es risa lo que nos causa este mundo deformado, donde solo la esperanza puede colocarse por encima de la pena. Un poeta dominicano usaba corbata negra de modo permanente, sentía pena por la humanidad, llevaba luto -decía él- por todos. Luto, compasión, rencor, odio frente a las asimetrías de este mundo son formas indistintas de la derrota frente a la vida. Paguemos con la risa, o al menos esbocemos una sonrisa inteligente. Purifiquémonos de toda complicidad con este sistema de cosas. Hagamos un aparte para no tomar más en serio de lo que es debido este juego de locos serios que quieren darle sentido a lo que no lo tiene. No lo tiene el aire contaminado del mundo, ni el alma contaminada, ni el corazón contaminado…

Fuerza es para no parar en locos, estar un poco loco; ellos, «los sensatos» se creerán cuerdos; nosotros, «los locos», seremos sensatos.

Como lo muestra María Teresa de Sánchez en su obra «Relatos para reír o al menos para sonreír», el reír no es una insensatez, es la expresión del alma feliz, de quien ama la tierra, de quien si fuera el caso volvería con voluntad a decir sí al espectáculo del mundo.

La autora deja entrever en la obra una personalidad abierta al mundo, una amplitud de miras envidiable para un gozo o deleite como norte frente a la vida, a pesar de sinsabores, disgustos, éxitos, fracasos, enfermedades o saludes.

Sería en vano pretender leer esta obra como quien escucha un análisis clínico, imposible es que los ojos no nos conecten en los centros cerebrales que tienen que ver con la risa. ¿Qué persona por seria que sea no tendría que aflojarse la correa para reír de manera franca con relatos como «en defensa propia», «mi refugio», «mi primer empleo»? ¿Quién, por triste que esté, soportaría la cosquilla de los «epitafios regocijantes»? ¿Quién puede contar lo de un «remedio infalible» sin que aflore la risa de uno por la de los demás?

Pero no es solo eso, esta doctora de la risa ha escogido una serie de textos de variados autores, que sencillamente son una bomba de tiempo inmediato para reír. ¡Qué gusto tan exquisito para la risa!

No hay con qué pagarle a María Teresa de Sánchez las felicidades que ocasiona al lector su obra que es un testimonio a la alegría de vivir. Al leerla uno se siente más humano, y termina diciendo: «estamos hechos para la risa, esa es la vocación humana más permanente». Como corredor frente a la muerte del texto que escribo puedo decir como la autora: «hasta aquí llegué».

Esta frase como cualquier otra puede hacer pensar en una culminación, pero también en un comienzo: «hasta aquí llegué creyendo que debía llevar el mundo a cuestas, ahora me toca reír o al menos sonreír».

Me uno a la autora con la risa cómplice de un admirador; un corazón regocijado, que también desafía los escarnios de la vida, para bañarse en el manantial de la risa.

Deseo que Doña Niní, con el arco de sus textos, siga como una buena arquera, disparando sobre los transeúntes los dardos de la risa o al menos de la sonrisa. ¡Que el agua y la risa nos acompañen en el camino de la vida! ¡Gracias a la autora!

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