Una crisis del agua que podríamos detener

Una crisis del agua que podríamos detener

Ayer se celebraba alrededor de todo del globo el Día Mundial del Agua, instituido en 1993 por las Naciones Unidas. Esta es una fecha que recuerda no solo la importancia del líquido, sino también las grandes disparidades existentes en cuanto al acceso de fuentes de agua potable en las diferentes regiones del planeta. En México, por ejemplo, ya sonaron las alarmas contra una ley del agua que la población entiende no representa mejoramientos esenciales, levantado una consignia que pide “Agua para la vida, no para el lucro”. Y es que el cambio climático, la contaminación, el crecimiento demográfico (entre otros factores) han conducido a la humanidad a un fenómeno conocido como “estrés hídrico” en el que la demanda de este recurso renovable se torna mayor que los niveles disponibles.

Barremos basura, ¿con agua? El ingeniero Martín Veras Felipe tiene una larga carrera en el sector agua. Una vez director interino del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA), es ahora el encargado de la Unidad Ejecutiva de Proyectos Especiales de (UEPE) de la misma institución, que se encarga de la construcción de acueductos con financiamiento extranjero.

Veras aún no sale de su asombro ante una situación que es probable ocurra diariamente en muchos sectores: “En estos días inauguramos el acueducto de las Hermanas Mirabal -en febrero pasado- y ya estaba la gente con basura en la acera, barriéndola con mangueras”.

Para Veras la situación de República Dominicana “es muy crítica” y sus vaticinios no son nada favorables: “La disponibilidad de agua por resultado de las lluvias y la demanda ya esta entrando en tensión”, explica.

Las condiciones geográficas son un determinante, ya que “hay países que están ‘sobrados’, como Brasil, con el Amazonas, el río Negro, que tienen una disponibilidad de agua muy por encima de las necesidades, pero entonces hay regiones en las que existe una condición muy crítica, por ejemplo todas las islas del Caribe. Como isla, somos un territorio pequeño, las cuencas son pequeñas y a mayor tamaño de la cuenca, mayor disponibilidad de agua”.

El año pasado, el país atravesó una sequía que redujo hasta la mitad la generación de las principales hidroeléctricas. Sin embargo, el consumo del agua sigue siendo irracional a pesar de que las quejas de los sectores por la falta de agua son constantes en el año.

“Un sistema vivo”. Según nos explicaba el ingeniero los acueductos se diseñan hacia una proyección aproximada de 20 años pero, al mismo tiempo “son sistemas vivos, porque tiene que ir acompañando el crecimiento de la población”. “Pero usted no diseña un acueducto para barrer con el agua”, termina Veras.

Santo Domingo tiene redes de distribución que datan de los años 40, siendo sus principales los acueductos Isa-Mana y el Duey, Valdesia, que funciona por gravedad, el Barrera de Salinidad, que toma sus aguas del río Ozama, el acueducto de Haina, el de Brujuelas-Casí y los pozos de La Joya, entre fuentes subterráneas y superficiales. Estas últimas requieren plantas potabilizadoras que suponen una inversión mucho mayor (el acueducto de Samaná, por ejemplo unos costó 148 millones de dólares). “Tanto las descargas industriales como las de las viviendas están contaminando las cuencas y por tanto se está afectado la disponibilidad del agua; para potabilizar un agua afectada por descargas, el costo es mayor”. A ello se le suma, la turbidez en el agua que se produce a causa de la deforestación, lo cual implica mayor uso de químicos en su potabilización.

Veras afirma que es tiempo de que se haga una mayor inversión en reeducar al ciudadano dominicano en el uso del agua, que en promedio consume unos 600 litros diarios, cuando “con 200 litros podría satisfacer las necesidades”. Otro elemento que considera de vital importancia es la aprobación del proyecto de ley de reforma del sector de agua potable y saneamiento, en el Congreso desde el 2002.

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