Rumbo al puerto de origen: residuos sólidos

Rumbo al puerto de origen: residuos sólidos

En 1995, siendo director de proyectos de la PUCMM auspiciados por la Fundación Kellogg, fui invitado por el Centro de Estudios Urbanos y Regionales de esa universidad a un encuentro sobre el problema de la basura. Era preocupación la acumulación de vertederos de basura en muchísimas calles y avenidas de Santiago. La ciudadanía por no tener sistema de recolección, decidía tirar la basura donde sea.

La recolección de la basura ha retrocedido 20 años. Una ciudad sostenible debe ser higiénica dado que la gestión eficiente de los residuos garantiza la salud pública, y hace la ciudad atractiva para sus ciudadanos, clientes y turistas. En el momento histórico para contener el Cambio Climático Mundial, los residuos no pueden estar en manos políticas empíricas, gestores clientelistas y peajeros salvajes.

Está demostrado que si los residuos no se gestionan bien generan riesgos para la población. Proliferan insectos y roedores transmisores de enfermedades, se expanden los malos olores, se genera impacto visual y ocurren epidemias. El desorden de la basura aumenta la emisión de gases de efecto invernadero y la pérdida de los recursos energéticos que contienen los residuos.

Entonces, parodiando a Juan Bosch en unos de sus “Cuentos en el Exilio” subrayamos que cuando se está confundido, como está el Ayuntamiento de Santiago hoy en la solución del problema de la basura, se debe “volver al puerto de origen” y rehabilitar la Corporación de Aseo Municipal (CASA). CASA es propuesta del Plan Estratégico y los especialistas del Centro Panamericano de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (CEPIS), que en el 2002 pusieron a Santiago a hablar más que de basura, de residuos sólidos y en vez de recoger, a plantear gestionar sistémicamente.

En muchas ciudades la basura es insumo para buenos negocios, pero aquí el desorden y su caótica acumulación la convierten en un factor de enfermedades y contaminación. También en asco, grima y vergüenza. Aceptemos esa verdad, sobre todo para una ciudad como Santiago valorada en su momento como la más limpia del país. No podemos esperar, es hora de agarrar el toro por los cuernos. Las más de 1,500 toneladas de basura diarias y los cientos de vertederos improvisados, son un llamado al Ayuntamiento, pues la suciedad y la inmundicia, además de alejar el turismo y los negocios, son cultivo para leptospirosis, cólera, salmonelosis, diarreas, chikungunya y dengue.

En 2002, el Consejo Estratégico (CDES) con auspicio de la Corporación Zona Franca y el Ayuntamiento, formuló una propuesta integral. Consultamos programas de recolección de basura en Barcelona, Asturias y Medellín. Fuimos al Ayuntamiento a Santiago de Compostela, España y gestamos un acuerdo con el Gobierno de Galicia que hizo un significativo aporte. Atrajimos la Agencia Japonesa (JICA) y creamos la Corporación de Aseo Municipal de Santiago (CASA), hoy en el real olvido institucional.

Hoy los problemas han regresado y debemos “redirigirnos”. Falta visión estratégica, el marco institucional está confuso en la competencia y jurisdiccionalidad, la regulación es deficiente, sumado a un verdadero desfinanciamiento del sistema. La recolección, tratamiento y disposición es deficiente para residuos hospitalarios e industriales.

La disposición final (Rafey) está mal ubicada y tiene escasa vida útil. Un reciclaje limitado, una separación informal débil y un servicio de recolección desorganizado. Tenemos que volver al puerto de origen y replantearlo todo.

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