SANTIAGO. Alexander Rodríguez vive en Cienfuegos, y desde las mañanas circunscribe su día a localizar objetos para revenderlos y buscarse así unos chelitos para merendar y llevar algo a la escuela en las noches.
Pero eso no ciega sus sueños de ser un profesional, aunque lo ve lejos. Él, al igual que cientos de niños viven en el Vertedero de Rafey, sin esperanzas, confesando que como no pueden hacer otra cosa, esa actividad, peligrosa para la salud a su edad, los ayuda a tener un dinerito para vivir.
Los niños buzos del vertedero de Rafey comparten la preocupación del senador por Santiago, Francisco Domínguez Brito, de que ellos merecen atención especial, porque no quisieran vivir como sus padres o como ellos se están formando.
Manifestaron que cuanto hacen es guiados por necesidad, y que desearían que los saquen de allí, básicamente para estudiar.
A mí me gustaría que las autoridades vinieran a ayudarnos, pues así tendría todo el tiempo para estudiar. Pero no puedo estudiar sin trabajar, porque mis padres no tienen dinero, revela.
La mayoría de estos menores viven en el barrio La Mosca, al norte de la ciudad, y están expuestos a padecer enfermedades que van desde una simple gripe y conjuntivitis, hasta el dengue, entre otras.
Leonardo Enrique Molina asegura que la mayoría de esos niños se pierde porque se enferman y se prostituyen, porque lo que quieren es estar metidos en el lugar, en condiciones inhumanas, con toda clase de porquerías.
Yo sí quisiera que las autoridades se empeñaran en ponerles atención a estos niños, que no les permitan venir aquí, que haya una vigilancia constante, porque sólo así no vendrán, ya que cada día son más los que vienen, sostiene.
Domínguez Brito lanzó una voz de alarma al aclarar que esos menores merecen una atención especial de parte de las autoridades gubernamentales, unificándose en contra del trabajo infantil. El vertedero es refugio de menores de edad en busca de objetos para revender, donde muchos de ellos se prostituyen.