Putin y los haitianos

Putin y los haitianos

A finales del siglo pasado los planificadores europeos proyectaron el siguiente cuadro: las parejas no quieren hijos o los limitan a uno, entonces se estimaron los ingresos para la seguridad social y no habría recursos para pagar las pensiones, por falta de cotizantes.

Ello así, porque la decreciente población no produciría ingresos suficientes para pagar las pensiones, como única solución se pregonó que hasta el 2050 Europa necesitaba 50 millones de trabajadores inmigrantes que paguen la seguridad social. Ese era el punto de equilibrio entre población, trabajadores, recursos y futuros pensionados.

La eficiencia de la seguridad social se basa en la continuidad del flujo de ingresos, que le permita operar con los recursos suficientes para hacer frente a sus obligaciones de manera segura.

A lo largo de la historia el hombre busca, rebusca, inventa, descubre, camina hacia el lugar donde entiende que mejorará su condición de vida, aunque tenga que alejarse, quizá para siempre, de familia, amigos, compañeros, amores.

La acumulación de riquezas, de capitales, de conocimientos tecnológicos, concentra un estilo de vida que llama la atención a los ciudadanos del mundo que carecen de los bienes y servicios que les permitan tener una existencia acorde con las conquistas de la civilización.

Hay que recordar que la acumulación de capitales que permitió el desarrollo de Europa fue el fruto del saqueo, del robo, del trabajo esclavo impuesto contra los pueblos de América y sus riquezas.

Al parecer los planificadores se equivocaron y los millones de trabajadores que cotizan para la seguridad social han salido de Europa del este, con mejores calificaciones laborales, técnicas y profesionales que los africanos y los americanos, con la ventaja de que es un flujo de migrantes del mismo continente.

Esa es parte de la motivación del rechazo a los africanos, quienes desesperados, mueren en el mar Mediterráneo ante la mirada airada, colérica y el rechazo de quienes entienden que les van a robar el pastel y no quieren compartir la abundancia.

Distintos países levantan muros y construyen campos de concentración para los africanos que logran sobrevivir al cruce del Mediterráneo hacia Europa.

El presidente Putin acaba de dar una lección al rechazar a los inmigrantes que intentan imponer sus costumbres, su estilo de vida, y fuerzan las leyes de los países donde quieren vivir a como dé lugar.

Las palabras de Putin parecen dirigidas a los haitianos y sus padrinos: “No importa lo alto que exclamen “discriminación”. No toleraremos faltas de respeto hacia nuestra cultura. Las tradiciones y costumbres rusas no son compatibles con la falta de cultura y formas primitivas de los musulmanes”.

Ante esa frase lapidaria y lo que encierra, sólo resta decir: Amén.

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