Bibliotecas y calidad educativa en República Dominicana

Bibliotecas y calidad educativa en República Dominicana

-III-
En esta miniserie sobre libros y calidad de la educación dominicana, corresponde ofrecer algunas informaciones sobre la presencia en nuestro país del Maestro dominico-puertorriqueño y latinoamericano Eugenio María de Hostos, quien además de influir en tantas áreas de la vida nacional, es el padre de la escuela moderna en la República Dominicana.

Se consustanció tanto con nuestro país, su gente, su paisaje, su historia, su destino, que en esta tierra vivió la cuarta parte de su vida, produjo la mayor cuota de su obra intelectual, nacieron cuatro de sus seis hijos, y uno de los dos que nacieron en Chile lo nombró Luis Filipo Duarte, como para patentizar su entrañable amor por nuestro terruño; Hostos figura, además, entre los forjadores de la nación dominicana, y sus cenizas reposan en nuestro Panteón de la Patria.

Entre los dominicanos, y probablemente entre muchos otros pueblos del mundo, quien ha penetrado más en los intersticios del alma del Maestro Hostos haya sido Juan Bosch, no sólo porque ha escrito obras y dictado conferencias sobre ese personaje inmenso, sino porque a él le correspondió dirigir la transcripción a maquinilla de sus manuscritos y la edición de sus Obras Completas. Estas fueron publicadas en La Habana, Cuba, en 1939, en ocasión de su centenario.

En el prólogo para la edición puertorriqueña de su libro Hostos, el sembrador, Bosch observa:“Eugenio María de Hostos, que llevaba 35 años sepultado en la tierra dominicana, apareció vivo ante mí a través de su obra, de sus cartas, de papeles que iban revelándome día tras día su intimidad; de manera que tuve la fortuna de vivir en la entraña misma de uno de los grandes de América, de ver cómo funcionaba su alma -en sus matices más personales- el origen y el desarrollo de sus sentimientos. Hasta ese momento, yo había vivido con una carga agobiante de deseos de ser útil a mi pueblo y a cualquier pueblo, sobre todo si era latinoamericano”.

La vida de Hostos en este país, aparte de contar, al igual que otro gran puertorriqeño y caribeño, Ramón Emeterio Betances, con ancestros dominicanos, se produce desde Puerto Plata y a través de su hermandad y gran amistad con el general Gregorio Luperón. El ilustre hijo de Mayagüez es recibido en el muelle de Puerto Plata, el 30 de mayo de 1875. Es el inicio de una relación que crecerá en la misma medida en que se suman los planes y proyectos, vinculados a la educación, a la cultura, a las independencias de Cuba y Puerto Rico, así como al destino de los pueblos latinoamericanos.

Avanzaban los proyectos de la educación formal y no formal: el plan era contribuir a la formación y al desarrollo de las conciencia social. Así, el 5 de marzo de 1876, antes de salir del país hacia Nueva York, Hostos funda, en la ciudad norteña, la Sociedad- Escuela La Educadora, en una casa de Luperón y con su concurso personal. Es la primera escuela dominicana de carácter esencialmente doctrinario. Hostos pronuncia un discurso en el acto de instalación. En el local funcionaba la célebre sociedad patriótica Liga de la Paz, rama de la fundada en Santiago de los Caballeros por Manuel de Jesús de Peña y Reynoso, en 1875.

En su Diario personal, el autor de la Peregrinación de Bayoán, escribiría el 28 de febrero de 1876: “…profunda e indecible satisfacción el hallar en Luperón al tipo que buscaba en mis largas e incesantes meditaciones de pensador sobre las cosas de nuestras Repúblicas hispanoamericanas”.

Es durante el gobierno provisional de Luperón, el 14 de febrero de 1880, cuando se crea la Escuela Normal de Santo Domingo, día en que se abre el libro de inscripción, en la calle Los Mártires (hoy calle Duarte) No. 34. Su familia ocupaba la planta alta de la casa. A principios de enero de 1882, la escuela fue trasladada al viejo edificio de la Tercera Orden, donde después funcionaría la Biblioteca Pública del Distrito de Nacional. Las clases se iniciaron el 18 de febrero.

En el discurso del acto de investidura de los primeros maestros normalistas, el 28 de septiembre de 1884, el Maestro Hostos proclamó que era “absolutamente indispensable establecer un orden racional en los estudios, un método lógico en la enseñanza, la influencia de un principio armonizador en el profesorado y el ideal de un sistema superior a todo otro, en el propósito mismo de la educación común. Era indispensable formar un ejercito de maestros que en toda la República militara contra la ignorancia, contra la superstición, contra el cretinismo, contra la barbarie”.

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