Haití, callejón cerrado

Haití, callejón cerrado

Haití, callejón cerrado.- La crisis política de Haití semeja un callejón cerrado sin una lumbrera. Las movidas de fechas de las elecciones han agotado el tiempo para escoger el sucesor del presidente Michel Martelly, quien solo tiene luz verde hasta el 7 de febrero. La caricatura, perdón la figura, que debería reemplazar al “músico” debería ser el candidato oficialista Jovenel Moise o el opositor Jude Celestin. En la primera ronda, celebrada en octubre, Moise, pupilo de Martelly, se alzó con el 32.76% de los votos, mientras que Celestin, que ha dicho en varias veces que no participará en la segunda vuelta, un 25.29% de los sufragios.

Sin fecha.- El tranque Moise-Celestin, las acusaciones de fraude contra Martelly, más el temor de ir a un “matadero electoral”, han rotos la riendas y las calles de Puerto Príncipe han resultados pequeñas para las manifestaciones de oficialistas y opositores. Los primeros urgen realizar los comicios, los segundos, invocan la “revolución”, piden la cabeza de Martelly, encienden gomas, queman todo y juran que es mejor morir en las calles que rendirse frente a los planes del Palacio. En medio de la pólvora y gases lacrimógenos, el Consejo Electoral señala que no hay seguridad alguna y deja sin fecha las elecciones. Todo luce jodido. ¿Podrá hacer algo la misión de la OEA?

En tinieblas.- Haití, que de parto en parto no ha parido más que dolor y pobreza en la historia, goza de tener grandes “amigotes extranjeros” que, de vez en cuando, “lloran” y le enrostran a su vecino, República Dominicana, ser el culpable de sus males. Pero los verdaderos verdugos del pueblo haitiano (no me gusta ser populista) son sus líderes, élites y funcionarios. En los días del terremoto, un amigo periodista me contaba cómo haitianos que vivían en hoteles de lujos en RD viajaban de vez en cuando a Haití hacerse fotos entre ruinas y damnificados y recibir donaciones, y volvían a RD tras quitarse el maquillaje con las donaciones en los bolsillos. Sobre el actual tranque es bueno reiterar que Martelly debe dejar la silla el 7 de febrero, y ser reemplazado por el presidente del Senado o por el primer ministro o el presidente de la Suprema. Cualquier salida sería un “paño con pasta” por el momento, pues la crisis continuaría igual. En tinieblas.

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