Preservemos las libertades

Preservemos las libertades

Cuando los negros traídos de África declararon abolida la esclavitud y enarbolaron la bandera independentista en Haití, el 1 de enero de 1804, la Revolución Francesa de la cual se inspiró, proclamaba a Napoleón Bonaparte como Emperador, cuatro meses después de aquel hecho épico en el Caribe.
En Estados Unidos ejercía la presidencia Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de esa nación y autor principal de la Declaración de Independencia.
Dos figuras, Napoleón y Jefferson, consideradas adalides de la libertad y de los derechos civiles, no vieron con buenos ojos la decisión de la emancipación de los negros en la colonia francesa.
La posición de Jefferson respecto del levantamiento de esclavos en el lado francés, aunque evidenciaba su preocupación por el trato a los insurrectos, expresaba su punto de vista de que la media isla se mantuviese bajo la tutela de Francia, como lo dejó sentado a puño y letra en una comunicación del 16 de junio de 1792, que envió al marqués de Lafayette, de la cual citamos algunos fragmentos:
“¿Qué están haciendo por sus colonias? Ellos desaparecerán si en efecto no son socorridos. En mi opinión no hay esfuerzos futuros que puedan, alguna vez, reducir a los negros, todo lo que se pueda hacer con celo en ayuda de ellos hace que su gobierno sienta protegerlo. Pero en verdad, nosotros sinceramente deseamos su restauración y su conexión con ustedes como lo hacen a sí mismos”.
En esa misiva, Jefferson congratulaba a Lafayette por “el exterminio de la monarquía” en Francia, pero al propio tiempo dejaba ver su desacuerdo con la emancipación de la colonia caribeña. Aunque el presidente John Adams (1797-1801) estableció relaciones con Toussaint Louverture, la reprimenda fue la actitud asumida por el naciente imperio del norte y de la propia Francia.
Napoleón, una vez en control del poderío militar francés, envió 24 mil soldados comandados por el general Charles V. Leclerc, que fueron enfrentados por las guerrillas de Jean Jacques Dessalines, las cuales derrotaron a las tropas napoleónicas obligándolas a retirarse de la nueva República,.
Iban a pasar muchas décadas para que estas dos superpotencias reconociesen al nuevo Estado haitiano, no obstante a que en el seno de los Estados Unidos y Francia florecía la libertad..
Estados Unidos, que a final del siglo XVlll y XlX se abrió pasos para tener hoy una sociedad de amplias libertades y de convivencia civilizada, se ve cuestionada por las posturas que asumen altos cargos, muchas veces divorciada de los valores y principios que dicen enarbolar. Si el costo de las libertades alcanzada ha sido tan alto, el ánimo debe estar dirigido al respeto mutuo de los grandes hacia los pequeños y viceversa.

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