Poesía deshidratada

Poesía deshidratada

Así como hay esquelas mortuorias, existen también “esquelas vivitorias”. Este nombre es adecuado para calificar algunos “poemas informativos” que publican los suplementos dominicales de muchos periódicos de hoy. Este tipo de poesía “da cuenta” de que un cliente del supermercado tal o cual, espera salir con una cajera a quien no ama, tan pronto ella concluya su horario de trabajo. El “poema informativo” carece de rima y de métrica, como es de esperar tratándose de una composición artística contemporánea; los versos libres revelan mayor libertad en el autor y el desenfado propio de nuestro tiempo. La “esquela vivitoria” no exige que haya en el redactor ninguna “intención estética”. Aspira a ser tan natural como un bostezo o un eructo. Esta composición “pop” está conectada con el “slogan” publicitario, pero no requiere ingenio.
En la antigüedad hubo funcionarios que recibían, como encargo de los gobernantes, la tarea de escribir la crónica de los sucesos más importantes; eran escribas que “levantaban el acta” de los acontecimientos, como dirían en la actualidad los notarios públicos. En Brasil y en Portugal se le llama “cartorio” a una escribanía. Cualquier persona puede acudir a un “cartorio” y solicitar “servicios profesionales de redacción de textos”, sean legales o no. Es probable que en el futuro se instalen, en supermercados y centros comerciales, “nuevos servicios” para el cliente habitual.
Por ejemplo, “poetas de alquiler”. Estos sustitutos de los rapsodas y trovadores tendrán la misión de expresar nuestros sentimientos mediante la entrega de un “token”. Manifestar el dolor por la muerte de un amigo, la aflicción por la pérdida del empleo, o el amor a una mujer, estarán sometidos a tarifa. Las latas de sopa Campbell’s pueden ser de tomates, de hongos o vainitas; están concebidas para complacer todos los gustos.
No en balde Andy Warhol convirtió la lata de sopa en símbolo del hombre común. No hay dudas de que la organización social capaz de crear semejante arte, es una cultura democrática, que privilegia los usos triviales. Los viejos periódicos franceses tenían una sección dedicada a personas solteras, que buscaran relacionarse. Era el “celibatario”. Allí apareció la carta de un cartero jubilado que pretendía conocer: señora madura “de nalgas grandes y tetas pequeñas”. (Pecho y Espalda, 2003).

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