Robustecer la institucionalidad

Robustecer la institucionalidad

Los colombianos se desangraron por más de medio siglo, hasta que se convencieron de que el diálogo es más efectivo que las balas. Y si la palabra ha servido para zanjar diferencias que parecían insalvables, qué espera nuestra clase política para retomar el diálogo y lograr, para beneficio de todos, el consenso necesario para escoger a los miembros de la Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral y la Cámara de Cuentas. Los partidos políticos no pueden evadir su responsabilidad de impedir el monopolio de los poderes.
Las 35 organizaciones de la sociedad civil que componen la coalición Iniciativa por la Institucionalidad Democrática ha sugerido a los partidos de oposición que retornen al diálogo político institucional. Creemos que ese es el sentir de un número muy significativo de agrupaciones y personalidades preocupadas por nuestras debilidades institucionales y la falta de voluntad para afrontarlas en la mesa del diálogo.
Las elecciones de mayo pusieron en evidencia muchas flaquezas sistémicas que debemos superar por medio de un diálogo político social de amplio alcance y con la participación más heterogénea posible. El país necesita que a las instituciones vayan las personalidades más idóneas y preparadas, y para lograrlo es necesario lograr un consenso que solo sería posible por medio del diálogo.

Acorralados por la criminalidad

Monseñor Héctor Rafael Rodríguez, obispo de La Vega, expresa la gran preocupación que le causan la criminalidad y la impunidad. Y no habla de un problema social exclusivo de esa provincia de gente laboriosa y hospitalaria. Sus expresiones ante miles de feligreses de todas partes del país que acudieron a Santo Cerro a rendir tributo a la Virgen de las Mercedes, es en realidad una queja a nombre de un país que vive acorralado por los actos delictivos y la falta de autoridad para castigarlos.
Homicidios, asaltos, asesinatos por encargo, corrupción y otras ocurrencias se repiten en el día a día de los dominicanos, sin que esté a la vista alguna iniciativa oficial con perfiles de tomar en serio la situación y empezar a aplicar los remedios pertinentes. Se trata de un mal que nos está volviendo desconfiados y, sobre todo, impotentes.

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