A trabajar

A trabajar

Si la educación es el motor del progreso –y ciertamente lo es– los dominicanos tenemos que trabajar tesoneramente para afinar el nuestro y lograr que pueda impulsar los avances que necesitamos en estos tiempos cada vez más exigentes.

Conviene que echemos mano a los diagnósticos más actualizados en materia de educación y nos empleemos a fondo en corregir las graves fallas que la afectan, que la limitan y le restan calidad.

Una encuesta de la firma Gallup dada a conocer por Acción para la Educación (EDUCA) y la Secretaría de Educación ha arrojado resultados que confirman “patologías» ya conocidas en el ámbito de la educación pública.

Entre la pérdida de horas de clases, que reducen a la mitad el aprovechamiento del tiempo, y las deficiencias cualitativas y materiales de nuestra enseñanza, configuran un panorama ciertamente preocupante.

El porvenir del país, desde la perspectiva de lo que debe ser el motor del progreso, resultará sombrío y cargado de limitaciones, a menos que autoridades y profesores se decidan por trabajar tesoneramente por corregir todas las fallas humanas y sistémicas que limitan las potencialidades de la enseñanza.

Hay que estar claros en que los conocimientos generan el progreso y éste a su vez demanda cada vez más conocimientos. Esta interacción es permanente y representa el reto más fuerte para los países pequeños y pobres, debido a que las exigencias de aprendizaje imponen que la enseñanza se renueve constantemente.

Hay fallas estructurales y faltas humanas en nuestra enseñanza que son un verdadero obstáculo si queremos marchar hacia el progreso al ritmo más conveniente.

Diagnósticos sobre las fallas de la enseñanza hemos tenido bastantes. Lo que queda es trabajar permanentemente para corregirlas.

No, por favor

Los «reformadores» del territorio nacional han vuelto a las andadas, pretendiendo en esta oportunidad fraccionar en dos la provincia Santo Domingo, cuyo surgimiento se debe, por cierto, a uno de estos arranques politiqueros.

La proximidad de las elecciones congresionales y municipales del año próximo parece haber estimulado los propósitos de quienes parecen no comprender que “atomizando” el país y creando nuevas demarcaciones no consiguen más que agravar los problemas comunitarios.

Ahora se pretende la partición de la provincia Santo Domingo para que la parte éste de la misma se convierta también en provincia con unos cuantos nuevos municipios. Lo único que puede explicar este afán es el interés por crear plazas burocráticas en por lo menos una nueva gobernación, tantos ayuntamientos como municipios llegara a tener la nueva provincia, síndicos, regidores, senadores y diputados.

Esta propuesta debe merecer un absoluto rechazo, por improcedente y extemporánea.

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