El valor de la imagen

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Realidad y comunicación
No es verdad que la comunicación social, comercial, institucional, política y gubernamental puede ser empleada como plataforma para justificar resultados procedentes de malas prácticas, así como para crear y mantener realidades inexistentes. Se equivocan los líderes empresariales, políticos y sociales que tratan de utilizar la comunicación como medio para persuadir y manipular las mentes, emociones y expectativas de las audiencias o receptores.
Los mensajes de la comunicación ética y responsable, sin importar su modalidad, no buscan alterar la realidad social, política y económica.

En el presente siglo, caracterizado por la participación espontánea y continua de los ciudadanos en los procesos sociales y políticos, gracias a la apertura democrática que han facilitado las redes sociales, es casi imposible pretender imponer el mensaje único, aunque para ello haya que comprar medios de comunicación y sobornar a periodistas y comunicadores influenciadores.
La comunicación ética y responsable no es un medio para justificar fines perversos, a través de los cuales se busca convertir mentiras en verdades y verdades en mentiras, según convenga.
Hoy, sirve de poco tratar de invertir tiempo, esfuerzos y grandes cantidades de dinero, pretendiendo con ello ocultar resultados de prácticas políticas y corporativas deshonestas, ya que por más control que se tenga de los nuevos y tradicionales medios de comunicación, siempre habrá emisores, canales y mensajes disidentes.
Tanto aquí como allá, muchos empresarios y políticos suelen contratar los servicios profesionales de creativos, periodistas, comunicadores y mercadólogos, con el propósito deliberado de que éstos diseñen e implementen estrategias de comunicación que ayuden a crear y mantener percepciones, actitudes y opiniones favorables a sus pretensiones e intereses.

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