La trampa envenenada para presidentes

La trampa envenenada para presidentes

El siglo XXI ha traído la novedad de que los presidentes de casi todos los países surgen con un gran apoyo popular pero con una tremenda debilidad de buscar la forma de amasar fortunas. También de disfrutar, con ese dinero extra que le proporciona su cargo, de la vida en particular cuando exploran otros senderos distintos a los de su vida íntima familiar de años.
Son recurrentes las noticias que nos informan de denuncias, acusaciones y encarcelamientos de ex presidentes por su larga lista de indelicadezas en el desempeño de sus cargos. A muchos los ha llevado a enfrentar los tribunales, previas persecuciones severas por parte de la justicia.
Pero los presidentes en capilla ardiente no están solos ya que arrastran o son precedidos por algunos de sus colaboradores, ayudantes y ministros. El tinglado de las indelicadezas en el ejercicio del poder se estructura en torno a las oportunidades que llueven en forma de inversiones atractivas, préstamos difíciles de rehusar y compromisos que afectan la salud fiscal del Estado. La atmósfera en torno a sus procederes deja un sabor muy amargo después que se habían presentado ante un país como abanderados y celosos guardianes del bienestar económico de sus países.
La verdad de sus acciones, unas muy ocultas y otras del rumor público pero con bases ciertas, los golpea. La desconfianza se aposenta en las mentes de los ciudadanos que no creen en la seriedad de sus políticos más representativos. Ya no se cree en la bondad y deseos de servir de los políticos, que antes brillaban por su supuesta y firme honestidad. En casi todos se oculta una tremenda ambición que los lleva a violar de mala manera las barreras morales y de la discreción.
El fenómeno del derrumbe de los lazos de honestidad es lo típico de este siglo. Los lazos familiares, tan sólidos en un pasado de hace tan solo 25 años, han desaparecido. El núcleo original se ha desmoronado y ya no existen cuando todo el mundo está arropado por las ambiciones de disfrutar de las bonanzas de la vida moderna.
Son tantas las oportunidades que, al verse en el poder, tanto el presidente como sus colaboradores más íntimos, no rechazan tales tentaciones. Estas le llegan de muchas formas desde maletines repletos de dinero, notas de cuentas cifradas en alguno de los paraísos fiscales de la región caribeña, vehículos, yates y aviones para el esparcimiento y distracción de la pesada tarea de gobernar a un país. Y casi siempre se traspasan los linderos de una vida familiar ejemplar y caer en la tentación de ir más allá de la alcoba matrimonial.
Pero el continente se ha estremecido con el abultado volumen de actos de sobornos patrocinados por la firma brasileña Odebrecht. En 12 países han distribuido, entre los funcionarios de todos los niveles, más de dos mil millones de dólares. El doble de esa suma es que la empresa pagará como multa en los tribunales. Es que se han logrado acuerdos por debajo de la mesa de la justicia para pagarle a los países perjudicados.
Todos los proyectos llevados a cabo por la Odebrecht fueron sobrevalorados en más de un 50% con el fin de ganar más y distribuir sobornos de mayor monto. Toda la operación fue apadrinada por los políticos del Partido de los Trabajadores de Brasil que eran los enlaces con los presidentes latinoamericanos. Estos los recibían con celeridad de esos nuevos mecenas del continente, para hacerle la vida más feliz a los políticos locales.
Los valores finales de las obras eran aprobados y certificados por los supervisores. Estos habían sido estimulados con acciones que condicionaron su profesionalidad para acceder a darle validez a los volúmenes abultados de las obras.
Al sobrevalorar todas las obras fue por una generosa compensación a varios profesionales aparte de los políticos premiados. Estos ya habían aprobado, por su mediación diligente, los préstamos para las obras. Muchas de dudosa rentabilidad como es el caso de la presa de Pinalito en Tireo, de Constanza en Dominicana, cuyo costo duplicó el estimado original y ascendió a más de $300 millones de dólares. Ese valor final elevó el proyecto a ser el mas caro del mundo por kilovatio instalado. Tiene el agravante que nunca ha podido generar los kilovatios instalados por falta de agua en el pequeño embalse del río Tireo.
Odebrecht ha servido para desnudar las debilidades de los políticos del continente en sus ambiciones en que ya un ex presidente peruano está casi encarcelado, por lo cual otros pares deben tener sus barbas en remojo.

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