Caída Castro desata de nuevo especulaciones
sobre su estado salud

Caída Castro desata de nuevo especulaciones<BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2004/10/88CBC1AC-22DE-4631-BF57-758097898245.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=460 data-eio-rheight=368><noscript><img
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La Habana, 21 oct (EFE).- La caída en un acto multitudinario del presidente cubano, Fidel Castro, que le ha provocado posibles fracturas en una rodilla y un brazo, desata de nuevo las especulaciones sobre la salud del líder cubano, de 78 años.

Castro resbaló tras concluir su discurso, durante un acto con jóvenes estudiantes celebrado anoche en el Memorial Ernesto «Ché» Guevara, en Santa Clara, unos 275 kilómetros al este de La Habana.

El propio líder cubano acabó con los minutos de confusión creados tras su caída:»para que nadie especule, tengo alguna fractura en la rodilla y tal vez una en el brazo, tal vez, no es muy seguro, pero estoy entero», dijo.

Enfundado en su tradicional uniforme verde olivo, Castro bajó la escalera de la tribuna, resbaló y cayó al suelo, donde inmediatamente fue socorrido por su equipo de seguridad, sus médicos y dirigentes del partido, que le sentaron en una silla porque se negó a utilizar camilla.

Durante escasos minutos, el silencio y la incertidumbre se apoderaron de la plaza, hasta que Castro, que no perdió el conocimiento, pidió un micrófono y aclaró el incidente.

«Pido perdón por haberme caído», dijo para romper el hielo el líder cubano, que recuperó en seguida la compostura, aunque estaba sudoroso y parecía dolorido.

«Estaré muy interesado por ver las fotos de cómo me caí, la prensa internacional lo ha recogido y seguramente mañana estará en las primeras paginas de los periódicos», agregó.

Entre aplausos y vítores, pidió a los asistentes que no interrumpieran la fiesta: «no quiero tristezas, quiero alegría y felicidad».

«No estoy triste», aseguró, «cuenten con que haré todo lo posible por recuperarme. Como ustedes ven, puedo hablar, aunque me enyesen, y puedo continuar mi trabajo».

El presidente, que no quiso abandonar la plaza en una ambulancia, se retiró en su conocido Mercedes negro, en medio de aplausos y gritos de «Fidel, Fidel».

Entre los asistentes, silencio y caras largas, como la de Irelia Frometa, una de las estudiantes graduadas el miércoles, que dijo haberse sentido «muy conmocionada». «Tuve que llorar cuando el mismo comandante explicaba lo que le sucedió, ha sido una noticia realmente dolorosa», comentó a EFE.

Su compañera Yusimí Montalvo sintió «como si fuera a mí a la que me hubiera cogido el accidente. Sentí una lástima muy grande y lloré».

«Este accidente es muy triste y yo desde hoy hago votos por su pronta recuperación», explicaba Francisca Rodríguez, de 62 años.

Ninguna de ellas pudo ver con claridad la caída del comandante porque inmediatamente fue rodeado por su equipo, como tampoco pudieron verla con nitidez los miles de cubanos que seguían la retransmisión del acto en directo por televisión.

La televisión cubana, que no interrumpió la programación, ofreció planos generales muy abiertos de la plaza y no volvió a mostrar primeros planos hasta que Castro tomó el micrófono para dirigirse a la multitud tras el incidente.

El último noticiero nocturno informó del discurso del comandante pero obvió mencionar la caída.

Tampoco las emisoras locales ni las agencias de prensa cubanas mencionaron anoche al percance, el segundo de este tipo sufrido por el dirigente cubano en los últimos tres años.

En junio de 2001, Castro se desmayó durante su intervención en una «Tribuna Abierta», en La Habana, ante 60.000 personas.

En aquella ocasión, el presidente cubano reclinó su cabeza sobre los micrófonos y perdió el conocimiento.

El desvanecimiento desbordó los rumores sobre su estado de salud, -uno de los secretos mejor guardados en la isla-, convertido en una cuestión recurrente que cobra actualidad cada vez que el mandatario desaparece de la vida pública durante unas semanas.

Estos dos percances tienen un lejano precedente en 1960, cuando al anunciar la nacionalización de las propiedades estadounidenses, Castro se quedó sin voz y fue relevado durante unos minutos por su hermano Raúl, el segundo hombre del régimen.

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