¿Qué invento es ese?.- No me extraña que los expertos consultados califiquen de métodos desfasados las acciones del grupo armado autodenominado Resistencia Popular Duartiana, al que se atribuye el reciente ataque a tiros a la oficina del senador Amílcar Romero y ya antes el lanzamiento de una molotov a una planta generadora de electricidad en La Vega, ni que sus integrantes aleguen que protestan de esa violenta manera debido a la indiferencia que muestra el gobierno ante las vicisitudes que padece el pueblo. No hay que ser politólogo, sociólogo o todólogo para atreverse a afirmar que la gente que está detrás de eso parece haberse quedado anclada, política y emocionalmente, en las agitadas décadas de los 60 y 70, y que de allá para acá el país, la sociedad dominicana, ha cambiado tanto que ya nadie cree en esos métodos de lucha ni se va a tirar a la calle a defenderlos o a morir por ellos. Sí me llama poderosamente la atención que en un país tan pequeño y tan bien comunicado, donde resulta tan difícil hacer algo sin que nadie lo sepa y mucho menos vivir, como los revolucionarios de antes, en la clandestinidad, no haya nadie preso por esas acciones claramente terroristas, así sea los sospechosos de siempre a los que se recoge casi por rutina para fines de investigación. ¿No se tomó suficientemente en serio el primer ataque a pesar de su gravedad? ¿No se cayó en la cuenta de que se trataba de un acto de terrorismo, la palabra que ha puesto a temblar a las naciones mas poderosas de la tierra? Es por eso que me siento tentado a creer, al igual que mi amigo el Polibromero, que ese delirante grupo revolucionario que eligió como centro de operaciones a la emblemática provincia de San Francisco de Macorís es un invento raro, un engendro sin pies ni cabeza completamente fuera de contexto, aunque falta saber todavía quiénes son sus patrocinadores y cuál es su verdadero propósito. Ojalá que nuestros aletargados organismos de seguridad lo averiguen antes de que sea demasiado tarde.