Carlos Roberto Gómez Beras,
un nerudiano furioso

Carlos Roberto Gómez Beras, <BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2005/04/D18E374D-DD0B-4830-BCF7-FA10188AD514.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=326 data-eio-rheight=390><noscript><img
style=

POR CLARA SILVESTRE
En sus recuerdos se ve como un niño lo más antiescritor posible, que tiraba piedras, jugaba baloncesto, aunque su madre era poeta. Ahora, al pasar el tiempo, se entera que su padre biológico también lo era. Cuando entra a la universidad empieza a experimentar emociones muy extrañas, lo que mezclado con toda la historia que teje su vida, hace que comience a escribir.

«Siempre estaba con un montón de papeles bajo el brazo. Me creía el poeta del mundo, andaba siempre escribiendo. Se lo dije un día al profesor José Emilio González, que era poeta, y cuando revisó lo que hacía me dijo: ‘Carlos Gómez, esto no sirve’. Me frustré mucho, pero comencé a preguntarme en qué había fallado, después me di cuenta lo que era: no había leído, y el escritor tiene que ser primero lector. Tiene que leer para imitar, para luego dejar de imitar y crear. Es un proceso».

Comenzó a leer, y después de casi un año escribe otra vez y hace lo que considera marcó su vida literaria. De ahí salió el libro Viaje a la noche, se lo lleva a su maestro y éste le dice: «Carlos Gómez, esto es poesía». Esta obra obtuvo un Premio Nacional en Puerto Rico.

Con una gran motivación, escribe tres libros seguidos, entre ellos La paloma de la plusvalía, pero con pesar explica que luego del cuarto no ha vuelto a escribir nada más. ¿Qué ha pasado? Responde: «Esa es una pregunta que me hizo mi esposa, cuando me dijo: yo me enamoré de ti como poeta, no me enamoré de un editor. Y me di cuenta de que era cierto, que en estos seis años me había puesto a trabajar para otro. He dejado todo mi trabajo poético. Ahora he vuelto a escribir, volví a sentirme triste otra vez, era un hombre muy feliz, vivía con mi hija, mi esposa y mi editorial. Escribir me ayuda a liberarme de la tristeza. Aparentemente yo era demasiado feliz y esa felicidad me hizo muy complaciente, porque era mi felicidad y el mundo era eso, y estaba perfecto».

El título de su nuevo libro lo tiene guardado desde hace más de cinco años, es Mapa al corazón del hombre. Hace un mes que escribió su primer poema, luego de más de seis años. «Fue una experiencia terrible, un parto, el terror de la página en blanco. Se llama Entrada a la materia».

UNA VIDA: UNA GRAN HISTORIA

En Puerto Rico, Carlos Roberto Gómez Beras era el dominicano del Seibo, y en el Seibo el puertorriqueño. Pero, siendo su padre biológico guatemalteco, también lo era, sin siquiera haber ido a Guatemala. Todo esto trajo a su vida un sinfín de interrogantes.

Resulta que va a vivir a Puerto Rico a la edad de tres años, cuando su madre se casa con Tony Castellanos, quien desde entonces cumplió con la responsabilidad de ser su padre; pero todos los veranos venía al Seibo, «a montar caballo, volar chichigua, tirar piedras, y así me hice dominicano con los veranos del Seibo. Dos meses de verano intensivos con todos mis primos en la casa de mi abuela. No me perdía eso. Mi familia iba a Europa y Estados Unidos y yo iba al Seibo».

Un día empieza a escribir y cuando entra a la universidad experimenta sensaciones nuevas. La escritora puertorriqueña Ana Ligia Vega le dijo: «Eres caribeño», y comenzó a investigar que significaba ser caribeño. «Descubrí también que a principios de siglo la familia de mi abuela vino de Puerto Rico. Así que, estaba regresando allá, por lo que entendí el vínculo. Por eso cuando creé Isla Negra dije que se trataba de un proyecto caribeño».

Su madre y su padre se conocieron aquí en la época de Trujillo, siendo él secretario de la Embajada de Guatemala, y ella, directora de la Escuela de Ciegos. El mejor amigo de su padre era en ese entonces presidente de su país de origen, de hecho se llama Carlos en honor a él, y Roberto por su padre.

A la muerte del presidente guatemalteco, se produce una situación política difícil, y al su padre ofrecer unas declaraciones es suspendido de su puesto y en lo que espera que el gobierno lo envíe a buscar para un juicio militar, se dedica a la venta de vehículos. Es entonces cuando su madre va a comprar un carro y lo conoce. Se casan y cuando lo envían a buscar, ya estaba embarazada. Luego jamás se volvieron a ver. Lo otro es una novela que su hijo, Carlos Gómez, está escribiendo.

ISLA NEGRA, UN HOMENAJE A NERUDA

El nombre de Isla Negra es un homenaje a Neruda, descubriéndose como un nerudiano furioso, quien viene a ser su primer poeta modelo. Cuando crea la editorial Isla Negra, junto a un amigo, conoce a Doris Lugo, escultora y profesora de literatura, igual que él, quien hoy es su esposa desde hace 15 años y madre de su hija Marcela.

A Doris se le atribuye orden en la editorial. «Hacemos buena química y ella es muy metódica y yo no. El proyecto comenzó como un proyecto pequeño, pero creció demasiado sin darme cuenta. Hoy puede decirse que somos una empresa caribeña, donde los libros se diseñan en Puerto Rico y lo imprime Búho en República Dominicana, desde hace 10 años».

«No hago libros puertorriqueños. Es una crítica que le hago a los editores dominicanos, que hacen libros dominicanos. Hago libros que pueden estar en cualquier parte del mundo y en cualquier librería. Aquí existe un culto al autor, y éste debe ser al libro. El autor tiene que saber que tiene su espacio», destacó.

Carlos Roberto Gómez Beras recibió un reconocimiento que se otorgó dentro de la Feria del Libro a cinco personalidades del mundo del libro dominicano, reconociendo el trabajo de Isla Negra.

En estos momentos, la editora se ha extendido hacia Cuba y Guatemala, y se encuentra inmersa en un nuevo proyecto que se llama Los nuevos caníbales, una colección de antología que reúne escritores jóvenes o recientes más importantes de las tres Antillas. Lo que sería su sueño.

Ya han publicado Los nuevos caníbales del cuento y de la poesía, y ahora publicarán los del teatro, por supuesto de Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. Para final de año tienen programado publicar una antología de la plástica caribeña.

El director de Isla Negra asegura que fueron los primeros editores que comenzaron a utilizar obras de pintores dominicanos en las portadas de sus libros. «Yo soy quien hago estos matrimonios entre los títulos y las publicaciones. Es algo que me gusta hacer y es un poquito metafórico. Además anexamos los datos biográficos del autor de las obras. Pienso que el libro viaja, y esa mezcla de bregar con la literatura y la plástica es muy emocionante».

«Lo que más me gusta es encontrarme con un autor completamente desconocido y encontrarnos, o tal vez que nos encuentre a nosotros, y ver la publicación de un primer libro de un autor joven. Me encanta el diseño, me he tenido que hacer diseñador, hago todo el diseño, no he aprendido a delegar y eso me ha traído grandes problemas personales. Ya no puedo hacer todo cuando tenemos más de 150 libros y muchos proyectos. Con lo que menos me gusta bregar es con el ego de los autores, y para ello he tenido que posponer mi propio ego y he aprendido que a los libros, a veces, hay que salvarlos de todo el mundo, hasta del autor, del editor, del librero».

EL LIBRO EN RD Y PR

Al referirse a este tema, Gómez afirma que en Puerto Rico existe una clara diferencia entre un editor y un impresor, en donde además existe una gran oferta editorial, la crisis está en las librerías, porque las pequeñas han ido desapareciendo luego de la entrada de las grandes cadenas internacionales, en donde cualquier libro es uno más. Y por el contrario, para una editorial o una librería se trata de un libro puertorriqueño.

Dijo que aquí siempre ha habido un gran movimiento de las imprentas, «porque las editoras son imprenta y las imprentas editoras. Existe un gran espacio para el libro, tenemos buenas librerías, lo que pasa es que para un editor como yo, vender no es tan rentable. Pero a pesar de ello, venimos porque nos interesa tener una presencia en el mercado dominicano, el cual es muy importante para mí, además de que la literatura dominicana está en un momento increíble».

Aunque reconoce que la publicación de literatura joven es un riesgo editorial, aclara que le gusta el hecho de qué cuando te encuentras con un autor joven se puede establecer vínculos más a largo plazo, «la mayoría de los autores de Isla Negra son autores que han hecho varias publicaciones con nosotros, lo que quiere decir que nos respetan, al igual que yo, que como soy autor, he respetado al autor».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas