China es lo único que cuenta para Latinoamérica seguir firme

China es lo único que cuenta para Latinoamérica seguir firme

John Paul Rathbone
 en Londres

El director de un fondo brasileño volteó los ojos. Él declaró que estaba cansado del triunfalismo de su país, y más que nada, que estaba cansado del ostentoso consumismo de los nuevos ricos brasileños.

En una boda reciente celebrada en Sao Paulo, él había sido uno de los pocos invitados en llegar en auto; el resto había llegado en helicópteros.

“Pero esto sólo tiene que ver con las materias primas”, él dijo. “Sin China, nada de esto podría ser posible”.

El estaba ligeramente exagerando. Gran parte de la prosperidad de Suramérica en la década pasada, y su sentido de haber llegado a su posición actual, incluyendo su significativa contribución al crecimiento global, se ha debido al auge de los precios de las materias primas inspirado en China.

En comparación con Bogotá, Brasilia y Buenos Aires, la crisis de deuda de la eurozona es un espectáculo. El total de los préstamos bancarios europeos es equivalente a casi un 15% del producto interno bruto latinoamericano, un nivel significativo, pero manejable. Europa, mientras tanto, asciende a sólo un 11% del comercio de la región. Si los oficiales brasileños ocasionalmente reprenden la formulación de políticas de sus pares de la eurozona, puede ser porque ellos pueden darse ese lujo.

No, China, antes que la eurozona, es la única que cuenta. Realmente, el efecto del crecimiento chino en las economías de Suramérica es tan grande, o más grande, que el del resto del mundo combinado, según calcula JPMorgan, el banco de inversión. Eso es porque la posibilidad de que la economía china pueda desacelerarse, antes que la eurozona pueda colapsar, es el tópico más caliente en Suramérica.

Los efectos son potencialmente severos. Si China se frena, caerían los precios de las materias primas que justifican casi la mitad de las exportaciones de Latinoamérica.

Los déficits de cuentas corrientes se ampliarían. La política fiscal también tendría que constreñirse: las rentas relacionadas con materias primas ascienden a un tercio del presupuesto de Chile y a una cuarta parte del de México.

Los sustanciales flujos financieros de China en la región se podrían alterar. La inversión extranjera directa china ya vale más la pena que la de Estados Unidos y Europa combinadas. Las compañías propiedad del estado chino también han obtenido préstamos multimillonarios en dólares para países tales como Venezuela y Ecuador que tienen problemas para acceder a los mercados financieros.

La reversión de esa generosidad detendría algunas de las extravagancias libres de gasto de los últimos años, tales como la proyección panamericana del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de su “Revolución Bolivariana”. Más generalmente, la inversión extranjera ya no fluiría de forma tan fácil en los recursos naturales. En cambio dependería de las reformas estructurales y de los países con instituciones sólidas.

Por tanto, una depresión provocada por China separaría el “trigo” de los más dinámicos reformistas de Suramérica (usualmente se entiende que Brasil, Chile, Colombia y Perú) de la “paja” de sus rezagados heterodoxos (entendiéndose Argentina, Venezuela y Ecuador).

 Esto también revelaría cuánto del reciente rendimiento ha estado bajo sus propios esfuerzos, y así podría resistir.

Algunos de los cambios de los pasados 20 años han sido estructurales, sui generis, y por tanto, probablemente permanentes. La represión de los movimientos de guerrilla en Colombia y Perú ha ayudado a impulsar la nueva exhuberancia económica.

La democracia liberal y la estabilidad macroeconómica también son firmemente establecidas a través de gran parte de la región: la baja inflación ya no es la única preocupación de los tecnócratas sin sangre en las venas, sino un voto ganador al que los políticos respondan. Alentadoramente, la desigualdad ha disminuido.

También es posible que resista el crecimiento de la productividad en el sector de recursos naturales de Suramérica, especialmente en el de agricultura, que desde el 1995 ha superado a los del resto del mundo.

Tristemente, ese rendimiento solo resalta la pobre productividad en otros lugares. Usando como barómetro las clasificaciones del “Doing Business” del Banco Mundial, las siete mayores economías de Latinoamérica pasan, en promedio, dentro de las primeras 84 de los 183 países, subiendo sólo un lugar en cinco años.

Por supuesto, China no puede frenarse a una extensión que ponga a prueba la durabilidad de esas reformas, o que pueda forzar más.

 Aunque el crecimiento económico chino se desacelere en el 2012 a un 7%, eso es todavía equivalente a un extra de US$490 millardos de producción.

Para llegar a eso mismo, la Unión Europea tendría que crecer alrededor de un 4%, ocho veces más que lo que pronostica esa región del mundo.

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Más en Asia

1. “Estamos mucho más atentos a lo que está sucediendo en Asia que en Europa, aunque claramente vivimos en un mundo interconectado”, dice Frank de Lima, ministro financiero de Panamá.

2. El cansado director del fondo brasileño estaría de acuerdo.

El FMI extiende facilidad de crédito para algunos países

Alan Beattie

 in Washington

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha confirmado que estaba extendiendo una facilidad de crédito para suministrar asistencia de crédito a corto plazo para los países más afectados por el contagio financiero, un instrumento financiero que podría ser usado en la crisis de deuda de la eurozona.

El FMI dijo que estaba extendiendo su línea de crédito de precaución existente (PCL, por sus siglas en inglés), la cual actualmente presta a países en un periodo de uno a dos años, incluyendo una facilidad a corto plazo para apoyar la liquidez en seis meses. La PCL fue creada durante la primera oleada de la crisis financiera global para asistir a los países relativamente en buen funcionamiento afectados por el contagio.

Christine Lagarde, directora del FMI, dijo: “La reforma encierra la habilidad del fondo de proveer financiamiento para la prevención y resolución de crisis”.

La nueva “línea de liquidez y precaución” (PLL, por sus siglas en inglés), planes que fueron reportados por el Financial Times hacen tres semanas atrás después que los oficiales la describieron a grandes rasgos en la cumbre del G20 en Cannes, permitiría que un gobierno tome prestado un máximo de cinco veces su “cuota”, o contribución financiera al FMI, en seis meses, y un máximo de 10 veces la cuota en el segundo año de un préstamo a dos años.

Por el momento, los oficiales dijeron que Italia era muy poco probable que calificara para la línea de crédito, aunque otros legisladores subsecuentemente han dicho que sí puede.

Si Italia fuera a calificar, podría acceder a un máximo de US$60 millardos por un préstamo de seis meses, o US$120 millardos en el segundo año de un programa a dos años, lo cual representaría solamente una moderada contribución a sus necesidades de financiamiento.

 Italia todavía no ha solicitado un préstamo al FMI, y los oficiales vinculados con el problema dicen que dicho programa no está actualmente bajo consideración.

Al igual que la PCL, la nueva línea PLL puede ser garantizada con poco tiempo de antelación y consiste en que el país prestatario firme sólo bajo condiciones limitadas, a diferencia del riguroso conjunto de criterios sobre los cuales se basan los rescates tradicionales del FMI. Hasta el momento sólo un país, Macedonia, ha calificado y obtenido la PCL.

Pero la nueva PLL será ligeramente más flexible, ya que esta puede ser dada a un país que actualmente ha sido afectado por una crisis de balances de pago, antes que a una país sólo amenazado potencialmente por una crisis.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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