“Actuemos a tiempo”

“Actuemos a tiempo”

Yo estoy segura que la mayoría de padres ya conocemos que la Asociación Americana de Psicología advirtió sobre la televisión y los videos con cargas de violencia, puesto que hacen a los niños menos sensibles al dolor y sufrimiento de los demás, más temerosos del mundo que los rodea y a que se comporten de manera más agresiva.
Pero es bueno señalar que en la infancia, son normales hasta cierto punto, los ataques de agresividad, ya que las conductas agresivas, son conductas intencionadas que pueden causar daño, ya sea físico o psíquico.
El origen de esto, también está en lo biológico, social o antropológico. La neurociencia está estudiando los circuitos cerebrales que activan e inhiben el lóbulo frontal, porque las emociones nos llevan a comportarnos de una manera determinada, y si hay un cortocircuito que impide que se dé esta acción, probablemente en este caso veremos la respuesta violenta. Pudiera ser que los agresivos y violentos carecieran de la capacidad para activar este cortocircuito.
Hay casos de niños con trastorno de la personalidad que disfrutan con el sufrimiento ajeno y les estimula cruzar los límites. Pero existen otros, que están aprendiendo a comportarse de forma violenta, para obtener poder. Son niños mayormente irritables que explotan fácilmente, que rumian y en lugar de trivializar lo que acontece alrededor, convierten sus vivencias en algo catastrófico. Tienden también a ser susceptibles, a pesar de que muchos de ellos se arrepientan de sus gritos y sus malas formas, sufran por su falta de control, o les cueste un mundo controlarse.
Las emociones que suelen provocar que el niño se dispare son la ira, la agresividad, la ansiedad, la frustración, los celos, la envidia, en definitiva, los malos sentimientos y todas esas emociones que interpretan como un sufrimiento. Pero es importante que tengamos presente que la teoría del aprendizaje social afirma que las conductas agresivas pueden aprenderse por imitación u observación de la conducta de modelos agresivos. Es muy importante, por ejemplo, que el niño tenga y encuentre un buen modelo en sus padres.
Yo lo que no entiendo es por qué hay padres que no quieren reconocer que la conducta agresiva en los niños es una clara señal de que necesitan ayuda para gestionar sus emociones, y prefieren tomarlo a la ligera, cuando es para que actuemos de inmediato entendiendo que somos los adultos quienes tenemos que descubrir qué les ocurre y porqué, así como ofrecerles modelos de comportamiento respetuosos. Nadie se defiende si no se siente inseguro, con miedo, una autoestima muy baja o imita un comportamiento adulto basado en respuestas violentas.

Para mí lo más importante es que tengamos tolerancia cero ante actitudes violentas. Por defecto, al nacer, carecemos de la capacidad de socialización, por eso es necesario que, desde bien pequeños, enseñemos a nuestros hijos, en un lenguaje comprensible y claro para ellos, que no se tolerarán actitudes violentas, ni con hermanos ni con familiares ni con sus compañeros. Pero si usted le ríe la gracia, y no pone un pare desde que la patee o golpee, y le deja saber que eso duele, el niño no va a aprender lo que es bueno o no, ni lo que es permitido o no.

Debemos enseñar a empatizar desde pequeñitos. Podemos aprovechar un cuento, una película, o nuestras propias experiencias en el trabajo o en casa, para explicar a nuestros hijos cómo se siente el protagonista de una determinada situación, o porqué reacciona de una manera u otra. Esto no es nada de tomar a la ligera, porque entre la agresividad y la insensibilidad al dolor ajeno hay una línea muy fina, y de verdad, cuál de las dos es peor. Así que actuemos a tiempo, y no pasemos nada de esto de ser desapercibido, para que después no paguemos muy caras esas consecuencias.

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