Hay que buscar un nuevo modelo

Hay que buscar un nuevo modelo

Los hechos nos están demostrando que la búsqueda de un nuevo modelo económico, se debe convertir en un imperativo categórico. Los problemas económicos, sociales y la incapacidad de los partidos políticos tradicionales de resolver esos problemas acuciantes que golpean cada vez más a la población, se acrecientan.

El alto costo de la facturación de la energía eléctrica, los continuos aumentos en los artículos de primera necesidad, sin que ningún organismo estatal salga en defensa del consumidor, los continuos escándalos de corrupción tanto en el sector público como privado, la ola de violencia que sacude a todos los segmentos de la sociedad, nos obligan a pensar seriamente en buscar un nuevo modelo de pensar y actuar.

Hay que recuperar el espíritu de servicio, el espíritu de actuar en función al bien común. Hay que recuperar el espíritu del ahorro, el espíritu de trabajar dignamente para sentir la satisfacción de que lo que tengo es producto del esfuerzo y de la dedicación.

Esa cultura de lo fácil, de consumir irracionalmente, del hedonismo. Esa cultura de la corrupción que tanto daño nos ha hecho, del amiguismo, de la dejadez, han carcomido los principios éticos y morales que durante siglos nos sirvieron de soporte.

El hecho de que tengamos problemas que durante décadas no hemos sido capaces de resolver, es una señal de que algo anda mal. El caso de la energía eléctrica, la incapacidad de tener siempre medicamentos esenciales en los hospitales, por solo mencionar esos dos casos, nos dice que tenemos que dar un giro radical en la forma y en el contenido de enfrentar problemas tan capitales como los señalados.

Es costumbre de las autoridades el hablar y prometer mucho, pero a la hora de evaluar resultados, nos encontramos con simples retóricas. Los niveles de violencia son cada vez mayores, dando la impresión de que las autoridades no tienen en sus manos los mecanismos de controles.

Pero mientras el país vive una situación económica difícil, algunos diputados aspiran a aumentarse sus sueldos y que el mismo les sea pagado en dólares. Pero no vaya usted a pensar que un diputado gana un sueldo mínimo, sino que a parte de los privilegios, su sueldo es de RD$57,000.00 ¡Casi nada!

Distintos sectores de la sociedad han venido denunciando que en los alrededores de muchas escuelas y esquinas de los barrios se vende drogas como si ésta fuera una mercancía normal. Pero a juzgar por los hechos, las autoridades responsables de controlar estas sustancias prohibidas, se hacen de la vida gorda, porque los puntos de venta son cada vez más.

El hecho de que autoridades de los Estados Unidos hayan incluido a la República Dominicana, junto con otras seis naciones latinoamericanas para investigar a funcionarios vinculados en actos de corrupción, es preocupante.

Es evidente que la crisis del sector bancario ha afectado la solidez de la economía dominicana. Y por supuesto, se llevó de paro la estabilidad macroeconómica. Esta realidad obliga a que todas las fuerzas vivas de la nación deben sentarse y deponer los intereses particulares y grupales, si de verdad queremos levantar de nuevo el país. De lo contrario, estamos conminados a colapsar.

En ese sentido me parece atinada la iniciativa de la Iglesia Católica, en la persona de Monseñor Agripino Núñez Collado, de crear un escenario de diálogo, donde se discuta una agenda nacional.

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