CONSULTORIO DE NUTRICIÓN

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P: ¿Qué podemos aprender hoy del médico de ayer?

R: En el siglo pasado el médico era un un ser humano lleno de sabiduría y gran humanismo, capaz de ser internista, ginecólogo, pediatra, cardiólogo, dermatólogo y hasta cirujano; pero sobre todo, era un buen conocedor del comportamiento humano. La mayoría de los médicos eran generalistas y los pocos especialistas pertenecían a una clase económica privilegiada, por lo cual pudieron realizar sus estudios de postgrado en el exterior. Pero ambos tenían algo en común: humanismo y vocación de servicio; haciendo de su profesión un verdadero apostolado. Ese médico de lentes y un típico maletín negro era un personaje probo y altruista, honorable y respetado por todos; hacía visitas domiciliarias y muchas veces recibía por honorario una gallina o un chivito, un de saco de víveres o una canasta de frutas. En su maletín llevaba un esfigmomanómetro, un estetoscopio y un termómetro; guantes, gasas, bajalenguas, algodón, alcohol y algunas muestras de medicamentos para tratar a sus enfermos. El médico de ayer auscultaba con su corazón el dolor humano; sus oídos estaban prestos a escuchar la voz quejumbrosa del enfermo; con sus ojos podía detectar los daños de las intrincadas redes neuronales; y sus miradas compasivas eran como un rayo de esperanza frente al moribundo; su olfato agudizado percibía el fetor de la cirrosis hepática y el aliento cetónico de la cetoacidosis diabética; sus manos, el mejor bálsamo para el cuerpo adolorido; podía percibir el dulzor de la orina de una diabetes descompensada; y su voz diagnóstica y terapéutica, era sin duda alguna, la mejor medicina para curar los males psicosomáticos. Sus herramientas diagnósticas: un corazón sensible y cinco sentidos sincronizados con su sabiduría. Primaba el poder soberano del ojo clínico, ya que no disponían, como en la actualidad, de sofisticadas pruebas de laboratorio ni de avanzadas herramientas tecnológicas para el soporte diagnóstico, tales como resonancia magnética nuclear, tomografía, gammagrafía, tomografía de emisión de positrones, etc. Ayer, se realizaban pocas pruebas: hemograma, glucemia, urea, creatinina, coprológico y un examen general de orina; que junto a los estudios de rayos x, la fluoroscopía y el electrocardiograma servían de ayuda diagnóstica. Hoy, no necesitamos al médico enciclopedista de ayer; sino al humanista, al clínico y al médico de cinco sentidos y de un corazón sensible.

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