Mucho se ha hablado de las primarias del PLD, en resumen podemos decir que el resultado final fue: la división del partido, una exhibición de egos sobredimensionados, el conocimiento de las verdaderas caras de algunos de sus dirigentes, y las denuncias de fraudes del perdedor de la contienda electoral, sin que hasta el momento se haya presentado la primera prueba de su ocurrencia.

La verdad es que lo acontecido ha dado pena, pues si esas personas son las que tienen a su cargo dirigir la Nación, estamos perdidos, solo han pensado en sus intereses y ambiciones personales, y muy poco en las necesidades de la colectividad.

En cuanto al papel jugado por la Junta Central Electoral en este evento, creo que a pesar de las críticas que ha recibido por el poco control que tuvo sobre la compra de cédulas y el uso evidente de recursos del Estado a favor de uno de los precandidatos, la mayoría reconoce el excelente trabajo llevado a cabo por la JCE.

Por primera vez en la historia electoral post Trujillo, la ciudadanía pudo seguir en tiempo real los resultados, y conocer los ganadores el mismo día.

En medio de esa “batahola”, los minúsculos partidos de siempre, ante la necesidad legal de escoger los candidatos a las diferentes posiciones electivas, se acercaban a los que veían con posibilidad de llegar al poder para tratar de lograr una tajada del pastel que les permita continuar medrando a costa de los recursos del Estado.

En estos momentos el PRM debe tener muy en cuenta, que en la política existen sumas que restan y restas que suman. Pues estamos viendo unas alianzas en procura de senadurías, diputaciones y alcaldías, que contradicen la lógica más simple y solo pueden dar como resultado una cebra sin rayas.

Mientras esto ocurre aquí, en varios países de América Latina, Europa y Asia se han desatado crisis de grandes dimensiones, en especial en Chile país considerado modelo de desarrollo económico de la región.

¿Qué ha sucedido en esos lugares que hasta la gobernabilidad está en juego?

Creo que la desigualdad existente en nuestro continente, así como la pobreza, se han combinado con la inestabilidad política y económica para producir un “coctel” de efectos devastadores que podría extenderse a otras naciones.

La República Dominicana, a pesar de los logros económicos que muestra, arrastra un gran pasivo social y debe mirarse en ese espejo. Chile desde hace tiempo venía exhibiendo cifras muy positivas y estamos viendo cómo todos sus logros están siendo cuestionados y las protestas no cesan desde hace más de tres semanas.

Hoy en día, la desconfianza en las instituciones impera, ese es un cuestionamiento que se produce casi a nivel mundial, y que podría cambiar de manera drástica el ordenamiento económico y político que conocemos desde hace tiempo.

Lo que no está claro es si ese nuevo orden que podría llegar sería mejor o peor que lo que hoy tenemos.

En nuestro país, el año que viene tendremos elecciones presidenciales, congresuales y municipales, y en estos momentos se debate si se utilizará el voto automatizado o volveremos a las boletas. En realidad el problema no es el sistema que se utilice, sino los políticos que todo lo corrompen y luce que por ahora eso no va a cambiar.