La República Española en la poesía

La República Española en la poesía

España siempre fue una atracción literaria y artística para los intelectuales y escritores universales. Francia, es el país de Europa que desde esta perspectiva marcó un interés romántico y solidario con la República Española gracias al compromiso de sus intelectuales, hombres y mujeres de bien que entendían la propuesta social e intelectual de los republicanos, y la apoyaban como el eco anticipado de todas sus esperanzas para Europa, sometida entre los años 1936 y 1940 a las amenazas cada vez más obvias de la ocupación nazi-alemana.
Para muchos, como fue André Malraux, quien sería más tarde el ministro de Cultura del presidente Charles de Gaulle, lograron implicarse con el Frente Popular Español, como una forma de asumir una responsabilidad ética de respaldo al derecho y a la libertad. Así lo hizo André Malraux, creando las Brigadas Internacionales y participando en el frente de Teruel con el ejército republicano y vivir una fase fundamental del movimiento. Este compromiso de Malraux, confirmó el alistamiento del poeta peruano César Vallejo, del francés Aragón, de Eluard y Tzara, como de los ingleses Auden, Spencer y Mac Neice.

Todos compartieron la tragedia de los milicianos, tan sublimemente expresada por Vicente Aleixandre:

“No me preguntéis su nombre,
le tenéis ahí en el frente,
por las orillas del río
toda la ciudad lo tiene.

Cada mañana se alza,
como un acero se yergue,
y donde pone sus ojos
una luz mortal esplende.
No me preguntéis su nombre,
que no habrá quien lo recuerde”…

Aquí quedó sellado in memoriam, el homenaje a ese hombre de lucha por sus ideales que Aleixandre cantó con el título de “El miliciano desconocido”,

“Se llama Andrés o Francisco.
se llama Pedro Gutiérrez,
Luis o Juan, Manuel, Ricardo,
José, Lorenzo, Vicente….
Pero, no. Se llama sólo
Pueblo Invicto para Siempre.

Este poema publicado en el Mono Azul np19, de febrero de 1937, enciende la sensibilidad del lector y el compromiso de la población civil que tomó las armas para defender sus ideales.

Más allá del Frente en los campos, en los caminos y en las aldeas y los pueblos, los ciudadanos comunes sobreviven en un ambiente de miedo y terror, en una noche negra que Federico García Lorca inmortaliza en el “Romance de la Guardia Civil”.

“Los caballos negros son.
Las herraduras son negras.
Sobre las capas relucen
manchas de tinta y de cera.
Tienen, por eso no lloran,
de plomo las calaveras.
Con el alma de charol
vienen por la carretera.
Jorobados y nocturnos,
por donde animan ordenan
silencios de goma oscura
y miedos de fina arena”.

Lorca tiene ese duende irremplazable, e, insuperable de señalar el miedo y el terror con una belleza en el ritmo y una sublimación en la metáfora, pero, sin dejar de lado el aviso a las conciencias.
Lorca representa y cristaliza la generación del 1927 que se manifestó en favor de los ideales republicanos como Miguel Hernández y Luis Cernuda.

Miguel Hernández, autodidacta engranjó una gran popularidad universal debido a su muerte precoz de tuberculosis durante su encarcelamiento, pero sobre todo, por haber participado como soldado en la defensa de Madrid, los versos de El niño yuntero, son claves de esa España popular y campesina que vivía todavía bajo el yugo del siervo en pleno siglo XX.
“Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja y encallecida.”

Las voces de Pablo Neruda. unidas significaron una hermandad reencontrada con los intelectuales latinoamericanos; Neruda lo declaró abiertamente en su “Oda a César Vallejo”.

“Era en París, vivías,
en los descalabrados
hoteles de los pobres
España
se desangraba,
acudíamos”.
Vallejo dialoga con Neruda através del compromiso compartido que marcara para siempre la poética que la Guerra Civil Española aportó al mundo.
Escuchemos a Vallejo:

“Cuídate España de tu propia España
Cuídate de la hoz sin el martillo,
Cuídate del martillo sin la hoz.
Cuídate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo”.

El conflicto fratricida que significa una guerra civil ha sido maravillosamente entendido por estos dos poetas de América Latina, ellos han significado el reencuentro de una humanidad, expresada por el ritmo y el verso del corazón por una España hermana, servida por la intensidad de la lengua española. Pero, debemos también marcar el agradecimiento a los gobiernos de América Latina que supieron recibir en el exilio a poetas como Rafael Alberti, quien regresó a España en 1977, florecido por el acento porteño después de tantos años de exilio. Todavía recuerdo su llegada envuelto en una bufanda roja, amarilla y violeta en el primer desfile del 1ro. de mayo de 1978. Momento en que varias generaciones gracias a esa poética, a ese romanticismo de esperanzas y a ese valor de todo un pueblo nos hicieron creer que la cultura y el arte son imprescindibles para la paz social y la democracia, todos éramos militantes de nuestra propia “Barraca” de Lorca. Todos llegábamos el sueño “gongoriano”, y la diversidad y la diferencia que garantizaba la República, fueron y siguen siendo los ingredientes de toda sociedad democrática y creadora.

Seguimos animados por la idea que más allá de sus problemáticas contemporáneas, de sus luces y de sus sombras, España sigue teniendo una poesía viva, que las nuevas generaciones llaman “la poesía de la conciencia”. Los españoles tienen un duende, saben inventar el relevo, saben enfrentar los desafíos, y siguen siendo una sociedad de creación y de imaginarios. Todavía hoy, sacudida por las diferencias ideológicas, continúa España, sigue siendo una gran nación sacudida por el duende de la vida, y por esa energía que tiene cada español, sin que importe su región de origen, porque el duende que llevan es la musa para vivir!

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