Un brindis por todos nosotros

Un brindis por todos nosotros

Aunque ciertas  prácticas  de excesos y consumos asociados a la tradición de Navidad  se han situado al otro extremo de  los significados  cristianos de paz y redención, somos un país urgido de conciliación y concordancia para metas comunes. Un ansiado encuentro de dominicanos está pendiente. Necesitamos una cena grandota en la que se vean de tú a tú aquellos que más necesitan y aquellos que más pueden y están en capacidad de decidir. Un encuentro que no deberá quedarse en lo simbólico ni en las cajitas de estación. Que sirva para trazar una “estrategia nacional de desarrollo” que no rinda culto a la  teoría ni el cuento de camino para entretener a la opinión publica mientras, de otro lado, el Estado invierte y gasta egoístamente.

Se necesitan importantes rectificaciones por medio de leyes y políticas que propicien un uso efectivo, pulcro y mejor  dirigido de recursos para impulsar el desarrollo humano; para que dejemos de ser una economía que crece mucho pero que deja a una gran parte de los ciudadanos en el atraso de la informalidad laboral, subempleo y desempleo y en unos niveles de escolaridad miserables. Hoy, la conciencia de los sectores favorecidos por  unas estructuras económicas de inequidad debería reunirse con la conciencia de los muchos dominicanos que son perjudicados por ese estado de cosas para  pasar revista y formular el propósito de procurar sin demoras la forma de cambiar la infeliz realidad.

Conductores en alto riesgo

Oscar Nieves, ciudadano español de 35 años de edad, y su esposa árabe Glanier Saba, de 21, vinieron a vacacionar a República Dominicana y se encontraron con la muerte al chocar en su motocicleta entre San Pedro de Macorís y La Romana. Su tragedia no fue un hecho aislado.  El extranjero que conduce en este país suele adentrarse en una realidad sorprendente. Las transgresiones de tránsito de este lar nuestro están fuera de serie. Varios turistas mueren al año.

Las vías públicas locales merecen figurar entre las más peligrosas del mundo. Los que nos curtimos en esa peligrosidad desarrollamos destrezas de las que podrían  carecer forasteros y aún así los accidentes figuran aquí entre las principales causas de muerte e invalidez.  Uno se pregunta si las empresas  turísticas cumplen el requisito  de advertirles  a los visitantes  de que deben tomar precauciones extremas  cuando vayan  al volante por esta hermosa Quisqueya.

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